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Política exterior

Seis décadas de tensión por la hegemonía en el Norte de África

Las disputas fronterizas y el apoyo de Argelia al Frente Polisario han acabado por romper las relaciones entre ambos países

Frontera cerrada entre Marruecos y Argelia.

Marruecos y Argelia rompieron relaciones diplomáticas a finales de este verano. Una situación que supone solo un paso más en el largo conflicto que ambos países llevan protagonizando desde hace casi 60 años, en una disputa por convertirse en la potencia hegemónica del Magreb, en el Norte de África. La tensión ha sido constante entre estos dos estados prácticamente desde la independencia de Argelia en 1962, momento en el que, por parte de Francia, se establecieron unas fronteras para el nuevo país que no gustaron al reino alauí. La frontera entre ambos territorios permanece cerrada desde el año 1994, manteniendo a decenas de familias separadas y un flujo comercial mínimo, con muchas trabas y sobrecostes. El último episodio de esta guerra fría se ha vivido esta semana, cuando Argelia ha acusado al Gobierno marroquí de haber atacado un convoy de camiones en una ruta comercial que une la ciudad de Uargla con la capital de Mauritania, en el que han resultado muertos tres civiles argelinos.

“El origen del conflicto es fronterizo y aunque los últimos sucesos no tengan una relación directa se ha ido creando una gran espiral de tensión diplomática que parece haber acabado en este ataque”, explica Domingo Gari-Montllor Hayek, profesor de Historia Social y Política en la Universidad de La Laguna (ULL). Mientras Marruecos ha tratado de buscar aliados entre las potencias occidentales, Argelia se ha convertido el refugio del Frente Polisario, el movimiento de liberación nacional del Sahara Occidental, que busca acabar “con la ocupación de Marruecos y conseguir la autodeterminación del pueblo saharaui”.

Argelia ha encontrado en su apoyo al Polisario una gran baza con la que desestabilizar al reino alauí, que incluso ha llegado a tambalear las relaciones entre España y Marruecos. El pasado mes de abril un hospital de La Rioja trató de coronavirus a Brahim Gali, el líder del Frente Polisario que llegó a España desde Argelia. Una situación que tras se conocida por Marruecos desencadenó una importante crisis migratoria con la llegada de 5.000 migrantes irregulares a Ceuta, con la policía marroquí haciendo la vista gorda.

Para Gari la presión migratoria, que asegura abre y cierra Marruecos cada vez que se pone en evidencia su hegemonía en el Sahara Occidental o se muestra apoyo a la causa saharaui, es la principal consecuencia que ha sufrido y sufrirá Canarias a raíz de este conflicto entre ambos países. “Cuando Marruecos quiere presionar abre canales de inmigración y España tiene en África tres territorios frágiles que son Canarias, Ceuta y Melilla”, expone.

Argelia trata de presionar a Occidente

Bajo su punto de vista, hasta que no esté resuelto el conflicto del Sahara “van a persistir estos picos de conflictividad entre ambos países”. Una disputa por un territorio de 270.000 kilómetros cuadrados, antigua provincia española, que Marruecos se anexionó en 1975 después de que España lo abandonara sin haber acometido un referéndum de independencia, tal y como había solicitado la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Comenzó entonces una guerra de guerrillas entre las fuerzas marroquíes y los combatientes del Polisario por el control del territorio. Un conflicto armado que no cesó hasta 1991 cuando se firmó un alto el fuego. Una tregua que finalizó en noviembre del año pasado tras la incursión de las tropas marroquíes en el paso fronterizo de Guerguerat, una zona desmilitarizada que separa Mauritania de las zonas controladas por Marruecos, que el Polisario vio como una ruptura del acuerdo.

“El tema se ha recrudecido también en la última época tras el cese del alto el fuego por parte del Polisario hace ahora un año”, apunta Gari, una situación que ha reiniciado “la confrontación militar y tensionado aún más las relaciones”.

Y si Marruecos suele jugar la baza de la inmigración, Argelia busca ahora presionar a través del suministro energético, cerrando el gasoducto que transita por territorio marroquí y que hasta ahora surtía a España. El Gobierno de Pedro Sánchez ha anunciado que aumentará las importaciones de gas a través de buques metaneros, un sistema que da menos garantías al suministro y que ha despertado el fantasma de que pueda producirse un gran apagón en el país por la falta de este combustible. "Es un arma que juega Argelia para tratar de contrapesar la posición de Marruecos, que hasta ahora ha disfrutado de una mejor posición frente a las potencias occidentales, lo que le da ventaja", resalta Gari.

De hecho, el anuncio del cierre del gasoducto ya propició la visita de la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, a Argelia para tratar de cerrar un acuerdo que garantizara el suministro de gas a España. Sin embargo, la clausura de esta tubería hace prever un invierno complicado en materia energética en la Península.

Tanto la ruptura de las relaciones diplomáticas como el cierre de este importante gasoducto parecen ser respuestas del Gobierno argelino al apoyo aportado por Estados Unidos a la causa marroquí en el Sahara Occidental. Una defensa que si bien quedó matizada tras la llegada de la administración Biden a la Casa Blanca en enero de este año, le está reportando a Marruecos grandes aliados como Israel, con el que restableció relaciones diplomáticas en diciembre del año pasado.

A raíz de esto el Gobierno marroquí ha otorgado permisos a las empresa Eitan Aizenberg para explorar y explotar una enorme reserva gasística situada en aguas al sur de Canarias. Además, esta relación sirve también para desarrollar la cooperación de ambos países en materia de seguridad. Tal y como han publicado diferentes medios, el Ejército marroquí cuenta ya con varios drones israelíes que utiliza en sus enfrentamientos con el Frente Polisario por el Sáhara Occidental. Con Estados Unidos e Israel del lado de Marruecos, Gari señala que en los últimos tiempos «se ha ido perfilando también un bloque de apoyo al Sáhara y sus reivindicaciones». El pasado mes de abril fue Rusia la que trasladó a Marruecos su posición de apoyo a una solución diplomática para este conflicto, que permita a los saharauis ejercer su derecho de autodeterminación. De esta manera, el país dejó clara su postura de que el fin del conflicto debe realizarse en base a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

Una situación que para Gari no es baladí, ya que si prosigue la escalada del conflicto entre Marruecos y Argelia podría producirse «una repetición del viejo escenario de la guerra fría».

Bajo su punto de vista, a pesar de los problemas internos que pueda tener cada uno de estos estados “son países que compiten por ser el principal en el Norte de África”, que viven una escalada de tensión que no se puede descartar que desemboque en un conflicto armado a gran escala, aunque insiste en que lo más probable es que “se quede en una conflictividad de baja intensidad”. Sin embargo, valora que un enfrentamiento abierto «podría suceder ya que los dos países llevan tiempo armándose con nuevas tecnologías». Para Gari, Canarias no puede seguir dándole la espalda a este conflicto que se libra a pocos kilómetros del Archipiélago, aunque como se ha dicho, no considera que las Islas vayan a ser afectadas por la falta de suministro energético, ya que el uso del gas no está extendido. Sin embargo, sí recalca que Canarias continúa siendo vulnerable a las crisis migratorias que puedan desencadenarse con motivo de este conflicto.

A pesar de que Argelia ha anunciado represalias tras denunciar la muerte de tres ciudadanos argelinos en un ataque realizado con un dron por parte del Ejército marroquí, el Gobierno de este país no ha reconocido el ataque y apela a la buena vecindad entre ambos países para tratar de evitar un recrudecimiento del conflicto y que la tensión acabe por estallar de manera definitiva.

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