La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) condenó previsiblemente las elecciones en Nicaragua que habilitaron una nueva y controvertida reelección de Daniel Ortega, en el poder desde 2007. El ex comandante guerrillero devenido autócrata fue reelegido con el 75% de los votos. Pero esa victoria, subrayó la OEA durante su reunión, carece de "legitimidad democrática", entre otras cosas porque la contienda se celebró con los principales competidores entre rejas. En virtud de la resolución, el Consejo Permanente de la OEA deberá analizar antes de que concluya el presente mes las "acciones apropiadas" para abordar la situación.

La hoja de ruta fue aprobada por El Salvador, Estados Unidos, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Jamaica, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay, los delegados venezolanos de Juan Guaidó, Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador y, por primera vez, Perú y Argentina. Se abstuvieron Honduras, México, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Belice, Bolivia y Dominica.

 Solo Nicaragua votó en contra. Como era de esperar, su representación ante el foro continental se opuso a los términos de una resolución. Remarcó en ese sentido que un 65% de la población en condiciones de votar participó de las elecciones que, de acuerdo con Urnas Abiertas, tuvieron una abstención de más del 80%.

 De esta manera, la OEA se suma a los críticos señalamientos que la UE realizó pocas horas después de que se abrieran las urnas en el país centroamericano. En un tono similar se señaló que  los comicios "no fueron libres, justas ni transparentes" porque las instituciones nicaragüenses "han sido seriamente socavadas" por el Gobierno que conforman Ortega y su esposa Rosario Murillo. A su vez se le reclamó al Gobierno la libertad de 150 presos políticos, parte de ellos en la cárcel desde el estallido social de 2018.

Discusiones en la izquierda

La situación nicaragüense comienza a provocar fisuras en la izquierda latinoamericana. A pocos días de la primera vuelta en Chile, el joven diputado Gabriel Boric, quien aparece en las encuestas como uno de los candidatos que pasará a la segunda vuelta, a mediados de diciembre, polemizó crudamente con el Partido Comunista, su aliado en la contienda, por el apoyo a Ortega. "El pueblo nicaragüense concurrió masivamente a las urnas para elegir democráticamente a sus autoridades y lo ha hecho en paz, de acuerdo con su institucionalidad y leyes vigentes", sostuvieron los comunistas.

Boric, un emergente de la nueva izquierda que se ha fortalecido al calor de las protestas de fines de 2019, respondió en duros términos. "Yo invito al PC a retractarse de su postura", reclamó este viernes. "En nuestro Gobierno el compromiso con la democracia y los derechos humanos será total, sin respaldos de ningún tipo a dictaduras y autocracias, moleste a quien moleste. Nicaragua necesita democracia, no elecciones fraudulentas ni persecución a opositores", remarcó Boric. No es la primera vez que el abanderado del Frente Amplio embiste contra Ortega. Pero esta vez, el tono de la respuesta contó con la adhesión de algunos comunistas, como la diputada Camila Vallejo. La declaración de su partido, dijo, "no fue discutida ni resuelta por la dirección colectiva". Y añadió: "condenamos las violaciones a los DDHH en Nicaragua, Chile y cualquier parte del mundo. Gabriel Boric será nuestro presidente y él será quien defina la política exterior del Gobierno de Apruebo Dignidad".

La controversia también se sintió en Brasil después de que el Partido de los Trabajadores (PT) celebrara la reelección presidencial en Nicaragua. Otro tanto ha sucedido en medio de la izquierda argentina.