Ian Brossat (Francia, 1980) es teniente de alcalde de París desde 2014, cuando el Partido Comunista Francés, en el que milita, y el Partido Socialista concurrieron a las elecciones en una lista conjunta y ganaron. Anne Hidalgo, política francesa de origen español, gobierna desde entonces en la ciudad.

Un año antes de entrar en el Ayuntamiento, Brossat, que dirige el área de Vivienda y Emergencia Habitacional, había publicado París no está a la venta. Propuestas frente a la especulación. Y cuatro años después de llegar al cargo sorprendió de nuevo con Airbnb, la ciudad uberizada —publicado en español por la editorial Katakrak—, un relato sobre cómo la multinacional estaba penetrando en París, las estrategias de lobby que llevaba a cabo y las herramientas del gobierno municipal para combatirlo.

"El 5 de abril de 2014, cuando asumí mis tareas como teniente de alcalde de París, el desarrollo frenético de los alojamientos turísticos y el impacto de Airbnb sobre el mercado inmobiliario no eran aún 'asuntos mediáticos'", escribe Brossat. "Yo mismo, en esa época, no calculaba la amplitud del fenómeno. Solo algunas semanas más tarde, relacionando los primeros estudios de nuestros servicios con la palabra de los parisinos que me iba encontrando y la de los alcaldes de los distritos –de todas las sensibilidades políticas–, me enteré de que Airbnb era una preocupación recurrente y que algo importante estaba pasando en el mercado de la vivienda parisino".

Brossat atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario perteneciente al mismo grupo de comunicación que este medio, en Barcelona, donde acudió como ponente al Foro de Vivienda y Rehabilitación organizado por el Ayuntamiento. Ambas ciudades comparten algunas estrategias en materia de vivienda asequible.

¿Cómo ha afectado la pandemia al comportamiento de Airbnb en París? ¿Tienen algún dato?

A partir de marzo de 2020 hubo una caída brutal del turismo y, por supuesto, de las reservas en Airbnb. Y hemos constatado que hay muchos más alquileres de pisos con muebles, que eran los que estaban en Airbnb y ahora están en el alquiler tradicional. 

¿Bajaron los precios?

Sí. Desde hace un año hemos visto una caída del 4% del precio de los alquileres privados. Por dos razones: el aumento de oferta de pisos de Airbnb que ahora son alquiler tradicional y la regulación del precio del alquiler, que desde julio de 2019 se aplica en París. Eso también hace efecto. Fue una petición de la municipalidad de París que aplicó el Gobierno central. La ley prevé unos topes en los precios y se aplica a todos los pisos.

¿Y cómo reaccionaron las fuerzas del mercado inmobiliario? Suelen estar muy en contra.

Hay tres temas. El primero es que el sector privado estaba muy en contra, pero poco a poco se acostumbró. En París, dos tercios de la población son inquilinos y solo un tercio propietarios. Es bastante distinto a lo que pasa en España. Los alquileres subieron mucho entre 2015 y 2018 en París. Los precios estaban muy altos, así que fue un argumento para aplicar la regulación. La regulación se aplica solo a los nuevos contratos, pero los contratos en Francia son de tres años. Cuando firmas un contrato nuevo con el mismo propietario, también se aplica. Así que poco a poco llega a todos los pisos.

Siendo teniente de alcalde de París, una de las ciudades más turísticas del mundo, habrá tenido que sentarse a hablar con Airbnb. ¿Cuál es su postura actual? ¿Cree que aportan algo positivo, como alojamientos turísticos asequibles o ingresos extra a los propietarios?

Es una cuestión de equilibrio. París es una ciudad turística y tenemos los Juegos Olímpicos en 2024. Seguirá siendo turística, no estamos en contra del turismo. Pero es un turismo que no debe realizarse en contra de los habitantes, de los parisinos que tienen problemas para encontrar un piso. Así que hacemos una distinción entre los parisinos que alquilan su piso en Airbnb respetando las reglas y como un complemento a sus ingresos y los inversores que compran pisos o edificios enteros para que sean 100% Airbnb.

¿Cómo regulan al inversor?

Hacemos distinción entre la residencia principal y la secundaria. Si eres propietario en París, puedes alquilar tu residencia principal un máximo de 120 días por año. Más allá de eso, tienes que llegar a un acuerdo excepcional, muy difícil de obtener y por el que has de pagar mucho dinero.

¿Existe el llamado “turismo de calidad”? Y el turismo de lujo, ¿qué aporta a una ciudad?

Necesitamos equilibrio, desarrollar un turismo asequible para cada uno. El de lujo, de grandes hoteles, existe en París desde hace décadas. Pero también hay que desarrollar oferta de hoteles baratos y albergues para jóvenes, que tengan una oferta que corresponda a sus ingresos.

El objetivo es conservar una ciudad auténtica, que los parisinos puedan vivir y tener piso y el turismo no la cambie. El riesgo que existe es que todas las grandes ciudades se parezcan mucho, con las mismas marcas y calles. Así que tenemos que desarrollar turismo de calidad, respetuoso con la identidad parisina, que es la principal razón por la que vienen los turistas.

Escribió un libro sobre la lucha contra la especulación en París. ¿Qué medidas toman?

La izquierda ganó París en 2001, hace ya veinte años. El objetivo fue desarrollar vivienda pública para que las clases medias y populares pudieran seguir viviendo dentro de la ciudad, pese a que sea cara. Cuando la izquierda ganó teníamos un 13% de vivienda pública; ahora, casi un 25%. Casi un cuarto de la población vive en vivienda pública de alquiler.

¿Cómo se hace? Construyendo e imponiendo normas al sector privado. Por ejemplo, la normativa del 30%. Cada promoción de vivienda nueva privada tiene que tener un 30% de vivienda social en alquiler, algo que también sucede en Barcelona desde hace un par de años. Además, transformamos pisos privados y compramos oficinas que convertimos en vivienda pública. Es una medida interesante en el contexto de la pandemia, porque hay mucha oficina vacía.

Y pese a todo, es difícil vivir en París. Conozco a adultos con trabajo que tienen que irse a las afueras, a habitaciones en residencias de estudiantes...

Seguiremos desarrollando vivienda social para llegar al 25% en 2025. El objetivo es haber llegado al 30% en 2030. Con la regulación del sector privado pretendemos que los Airbnb vuelvan de forma definitiva al alquiler tradicional y que haya más pisos para la gente. El control de la regulación de precios lo hace ahora mismo el Gobierno central, al que le pedimos que sea la ciudad de París la que pueda hacer sus propios controles. 

Ahora mismo hay pocos técnicos revisando los contratos. En un año solo multaron a nueve propietarios, es muy poco. Pedimos tener esa competencia de control para poder hacer mucho más: controlar a las agencias inmobiliarias, a los profesionales y a las plataformas de anuncios de alquiler, para revisar si alquilan al precio regulado.

¿Merece la pena perseguir a los superricos que compran viviendas como inversión y las dejan vacías?

Tenemos este problema, pero no es enorme [en términos de número de viviendas]. El principal problema está en las residencias secundarias, que representan el 7% de los pisos parisinos. Ahí dependemos mucho del Gobierno central, tenemos muy poca competencia. Aunque contamos con una victoria en este tema: la aplicación de un impuesto sobre los pisos vacíos que subió poco a poco. Pero tenemos que desarrollar otro tipo de medidas.

¿Qué efectos negativos podrían tener los Juegos Olímpicos? ¡Hay gente que tiene miedo de que los hagan en su ciudad!

París ganó los Juegos Olímpicos con un proyecto que supone que casi todas las infraestructuras ya existen. Lo hacen dentro de París. En el norte hay algunas construcciones, pero lo esencial ya existe. Eso en cuanto a las infraestructuras deportivas. También se están construyendo pisos para deportistas y periodistas. Después de los Juegos, esos pisos serán transformados en vivienda social. Así que tenemos la garantía de que no habrá especulación con ellos.

La Samaritaine, proyecto de 96 viviendas sociales en el centro de París. Ayuntamiento de París

Uno de los proyectos más sonados de su alcaldía es la ciudad de los 15 minutos. Entiendo que es "sencillo" a nivel de servicios, ¿pero cómo se hace a nivel de trabajo y vivienda? ¿Cómo promueven que la gente viva a 15 minutos de su trabajo?

La ciudad de los quince minutos es una ciudad asequible para todos. En la pandemia vimos que muchos trabajadores esenciales vivían lejos. Tenemos que desarrollar vivienda social en el centro para que esa gente que trabaja en hospitales, etc. pueda alojarse cerca de donde trabaja. La prioridad es desarrollar vivienda social, sí, pero también hacerlo en los barrios que tienen muy poca. Acabamos de inaugurar una operación muy linda al lado del Louvre, en el centro, La Samaritaine, con 96 pisos sociales en el hipercentro de París. Justo al lado del río, para que los trabajadores esenciales puedan vivir ahí. Hay pisos alquilados por enfermeras, por ejemplo.

También han creado infraestructura ciclista donde antes circulaban coches. ¿Cómo se lo toma la gente, que suele tener mucho apego al coche? 

Las políticas para aumentar el uso de la bicicleta existen desde hace veinte años, desde que llegó la izquierda al gobierno local. La mayoría de los parisinos no tienen coche, son una minoría. Si observas las diferencias sociales, la gente que tiene coche es la gente rica. Suele escucharse mucho que son los trabajadores pobres los que necesitan un coche y no es cierto. Seguimos desarrollando transporte público, bicicleta y que la gente pueda caminar de forma más amigable. No es una política que vaya en contra de la clase baja.