La reconocida escritora e intelectual italiana Dacia Maraini (Fiesole, 1936) no puede con la cultura patriarcal italiana. Ha dicho 'basta'. Categórica, sin dudas o titubeos, ha decidido levantar la voz para reclamar que "Italia tenga una mujer presidenta de la República", como dice en una entrevista con este diario. La causa de su indignación: la ausencia de candidatas creíbles en las quinielas para la sucesión presidencial de Sergio Mattarella, sobre la que el Parlamento italiano tiene previsto empezar a votar este mes.

"Para mí es una cuestión de justicia. Somos más de la mitad del país, pero no somos valoradas, no hay una representación igualitaria en los puestos de poder. Esto no puede seguir así", afirma la prestigiosa poetisa, ensayista y autora de teatro, y toda una referente de la lucha feminista italiana desde hace décadas.

El enojo no es solo suyo. Más de una decena de intelectuales, artistas, cantantes, escritoras y otras figuras reconocidas del mundo cultural italiano han encabezado estos días la protesta. Lo han hecho a través de una carta que llega cuando el debate sobre la elección está entrando en su recta final y en la que la negociación parece haberse estancado solo en candidatos hombres.

Acordar la sucesión

Nombres de prestigio como los de la superviviente del Holocausto nazi Edith Bruck, las escritoras Michela Murgia, Melania Mazzucco y Lia Levi, las cómicas Luciana Littizzetto y Sabina Guzzanti, las directoras de teatro Serena Dandini y Andrèe Ruth Shammah, la cantante Fiorella Mannoia y la cineasta Liliana Cavani han suscrito este llamamiento dirigido al Parlamento y a los partidos políticos que son los que deben acordar la sucesión. 

"Queremos ser claras: ha llegado la hora de elegir a una mujer", han escrito. "Muchas mujeres se han ganado el respeto, la confianza y la estima en cargos públicos y nos negamos a pensar que no tengan el carisma, las habilidades y la autoridad" para desempeñarse en el cargo, han añadido. "Esta es la cuestión. No hay argumentos aceptables para retrasar aún más esta decisión. Nos dirigimos a ustedes, hagan el salto. La elección de una mujer como presidenta de la República será nuestra y vuestra fuerza", han argumentado.

“El país lo necesita y está listo para ello”, explica Maraini. "No se trata, por supuesto, de elegir a una mujer cualquiera. No, eso no lo quiere nadie. Se trata de que finalmente haya un equilibrio, de que la voz de las mujeres sea oída y tenga influencia en las decisiones políticas de forma sistemática y en temas tan importantes como la educación, la salud pública, la lucha contra la violencia de género", dice la escritora. "Las leyes las tenemos en Italia, desde 1968, desde que el hombre ya no es el jefe de la familia, el problema es la mentalidad que sigue siendo retrógrada, ahora también con la excusa de la pandemia", afirma. "La culpa es de la Iglesia (católica), que aún tiene mucha influencia en este país, pero también de los medios de comunicación", asevera. 

Puestos directivos

Como ella, miles de italianas salieron a la calle en los años setenta para reclamar mayores oportunidades y condiciones socioeconómicas para conciliar familia y trabajo. Y las obtuvieron. Pero el camino ha estado lleno de baches y la anhelada igualdad es aún hoy en Italia una quimera que puede observarse a simple vista. Lejos de haber progresado más que otros países europeos que se acercaron más tarde a estas conquistas, Italia cuenta hoy con una de las peores brechas salariales entre hombres y mujeres de Europa, una tasa de ocupación debajo del 50%, y también escasean las figuras femeninas en los puestos directivos, ya que representan el 28% frente al 36% en España, o el 38% en Francia, según Eurostat. No hay, por ejemplo, ni una mujer directora de un diario. 

No ha sido cosa de la pandemia. Ya antes de que el virus le diera una sacudida a nuestras vidas, el fenómeno era endémico y ligado sobre todo a la maternidad. De ahí que las mujeres con pareja e hijos empleadas sean solo el 53%, frente al 83% de los hombres. La pandemia solo ha hecho que empeorar estas tendencias. Uno de los datos más llamativos los reveló el Instituto de Estadísticas de Italia, según el cual el 70% de todas las personas que perdieron su trabajo (444.000) en 2020 eran mujeres. "No sé si nos escucharán. De momento no me ha llamado ni un político", dice Maraini.

Y eso que no hay conveniencia económica. Al revés, se estima que Italia pierde unos 88.000 millones de euros al año (el 5,7% del PIB), por esta situación. Pero, aún así, solo un partido político hasta ahora se ha dicho abierto a una presidenta: el Movimiento 5 Estrellas, cuya relevancia ha disminuido drásticamente en los últimos años.