"Admiro la lealtad de mi abuelo y de mi madre con Chile", ha repetido Maya Alejandra Fernández Allende. Tiene 50 años, un presente cargado de promesas y un pasado que la conecta con un linaje, no cualquiera. El futuro presidente Gabriel Boric la ha designado nada menos que al frente del ministerio de Defensa. Más que una paradoja de la historia, su nombramiento habla de cómo la sociedad ha elaborado con los años el golpe de Estado de 1973 y la experiencia de la transición democrática, con sus logros y asignaturas pendientes. El rostro de Fernández Allende ganó mayor visibilidad al calor de los profundos cambios que atravesaron a ese país a partir del estallido social de 2019 y la puesta en marcha de la Asamblea Constituyente que erradicará la matriz heredada de la dictadura militar. La llegada al Gobierno de una nueva generación de izquierdas es uno de los efectos inmediatos del llamado "reventón". En pocas semanas, a partir del 11 de marzo, a Maya le tocará articular las relaciones entre un presidente de 36 años y las Fuerzas Armadas.

En su apellido reverberan tragedias colectivas y familiares. Salvador Allende se quitó la vida el 11 de setiembre porque no quería rendirse ante los militares que lo traicionaron. Junto a él estuvo en esas horas aciagas Beatriz Allende, la hija más politizada, casada además con el diplomático cubano Luis Fernández de Oña. Aquella maañana, el padre se colocó un casco. Tomó la ametralladora que le había regalado Fidel Castro y le ordenó que abandonase el Palacio de la Moneda. Junto con su madre, Hortensia Bussi y la pequeña Maya, su hija, partieron al exilio. Cuatro años más tarde, Beatriz Allende también se suicidaría con un disparo en la cabeza.

Las razones de su muerte siempre tuvieron un halo de incógnita. En Cuba había tenido otro hijo, Alejandro Salvador Fernández. Por decreto, Castro ordenó que llevara primero el apellido materno, para cargara, en tanto hombre, con toda su carga histórica. Pero fue Maya, al regresar a Chile, al terminar la dictadura, en 1990, la que finalmente decidió seguir la tradición familiar, al igual que su tía, la senadora Isabel Allende. "Al menos yo puedo llevarle una flor a mi abuelo y a mi madre. Pienso en toda esa gente que no puede ponerle una flor a su marido, hijo, hermana o hermano. Hay mucho dolor".

Además de iniciar una carrera universitaria, se inscribió en el partido Socialista. Fue bombera voluntaria y formó parte de la Dirección de Relaciones Económicas Internacionales. Maya fue electa senadora socialista en 2013 y 2017. Algunos compañeros partidarios creyeron ver en ella un liderazgo en ciernes, al punto de que, dos años atrás, el jefe de bancada socialista, Luis Rocafull, consideró que tenía condiciones de "presidenciable".

Apoyo decisivo

Fernández Allende se ha destacado en su formación por apoyar tempranamente la candidatura de Boric. Lo hizo en las primarias que lo convirtieron en aspirante a la presidencia, en julio pasado. Esa determinación enervó a parte de los sectores más inclinados al centro de su partido. José Miguel Insulza, un ex allendista que, con los años, abandonó la iracundia juvenil, le pidió a la nieta ilustre que "congelara su militancia" si se pasaba a las filas de la nueva izquierda. Muchos ponderaron sin embargo su coraje. "Ser fenomenal incluye tomar decisiones que tienen costos", dijo en su momento la politóloga feminista Javiera Ulloa. Finalmente, el socialismo respaldó sin ambigüedades a Boric, entre otras razones porque había que impedir la victoria del ultraderechista José Antonio Kast.

Por la senda de Bachelet

Fernández Allende formará parte de un Gobierno donde 14 de los 24 ministerios serán timoneados por mujeres. "Ahora nos corresponde trabajar todos y todas para hacer cada vez más justa la vida en nuestra patria", dijo Fernández Allende al ser designada. Su presencia en una cartera tan sensible no se relaciona con una provocación política. Ha presidido la Comisión de Defensa de la cámara de Diputados, desde donde promovió un acercamiento hacia los uniformados. De esta manera, Maya se apresta a recorrer una caminó análogo al de Michelle Bachelet. Hija también de víctimas de la dictadura – su padre, un general de la Fuerza Aérea falleció en la cárcel después de ser objeto de tormentos, su madre también sufrió torturas-, Bachelet ocupó en 2002 el mismo puesto de Maya bajo el Gobierno de Ricardo Lagos y se convirtió en la primera ministra mujer de ese ramo en América Latina. La historia, nuevamente, encuentra en ambos casos afinidades que están lejos de ser azarosas.