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Tensión en el este de Europa

Mapa de Ucrania y Rusia: las zonas rojas del conflicto

Varios mapas ayudan a comprender la crisis entre Rusia y Ucrania, que amenaza con desencadenar un conflicto bélico en las puertas de Europa

La tensión vuelve a estar disparada en las fronteras orientales de Europa. Cerca de 100.000 militares rusos rodean Ucrania por tres flancos. Washington y Bruselas advierten que aplicarán sanciones devastadoras si Vladimir Putin da la orden de invadir a su vecino ucraniano, como ya hizo en 2014 al anexionarse la península de Crimea. Y entre tanto, en medio de diversas rondas de contactos diplomáticos, Moscú espera a que Estados Unidos y la OTAN contesten por escrito a sus demandas para abortar la crisis: una serie de compromisos para garantizar que Ucrania no entrará en la Alianza Atlántica, que la OTAN dejará de expandirse hacia el este y que se permitirá a Rusia restablecer parte de la esfera de influencia que mantuvo hasta la caída del Telón de Acero, una esfera que como mínimo debería incluir a Ucrania y Bielorrusia. 

En las últimas horas, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, ha tratado de calmar los nervios de su población al afirmar que la situación está “bajo control” y “no hay motivos para el pánico”. Unas palabras que alejan la posibilidad de una invasión inminente, como ha dicho también su secretario de Seguridad Nacional, Oleksey Danilov. “A día de hoy no creemos que tengan fundamentos las declaraciones que hablan de una ofensiva militar a plena escala sobre nuestro país”. Otros países han tomado, sin embargo, precauciones. EEUU ha ordenado la evacuación de sus diplomáticos de la capital ucraniana, una medida secundada parcialmente por el Reino Unido y a la que se resiste por el momento la Unión Europea. 

La Ucrania ocupada por Rusia

A finales de 2013 miles de ucranianos tomaron las calles de varias ciudades para protestar contra el rechazo del presidente prorruso, Viktor Yanukovich, a firmar un tratado libre comercio y asociación con la Unión Europea. Las protestas iniciales mutaron en una revuelta popular concentrada en Kiev y bautizada como la Revolución del Maidán, que acabó precipitando la caída de Yanukovich y su gobierno en febrero de 2014. 

Días después Moscú movió ficha. Tropas rusas sin distintivos que las identificaran invadieron Crimea, cedida por Stalin a Ucrania en 1954, e instalaron un gobierno títere que llevó a cabo un referéndum para sellar su adhesión a Rusia, que se anexionó unilateralmente la península en marzo de 2014. De nada sirvieron las sanciones occidentales y las protestas de sus líderes, que acusaron a Moscú de redibujar las fronteras europeas a punta de pistola, como solía hacerse en el siglo XIX.  

No sería la única maniobra de Putin. Al tiempo que se anexionaba Crimea, grupos de separatistas prorrusos tomaron las armas en la región del Donbás ucraniano. Rusia no tardó en proporcionarles apoyo logístico y armas, para dar paso a partir de mayo de 2014 a una guerra híbrida con despliegue de miles de paramilitares en la región y tácticas de guerra psicológica y desinformación. Si bien Rusia no ha llegado a ocupar formalmente la zona, la guerra en curso ha dejado hasta la fecha más de 14.000 muertos

Desde el colapso de la Unión Soviética y la desintegración del Pacto de Varsovia, muchos de los países que formaron parte de la esfera de influencia rusa han ido basculando hacia Occidente e integrándose en la Unión Europea y la OTAN, que prácticamente ha doblado su tamaño desde los años noventa. PoloniaHungría y la República Checa fueron las primeras repúblicas exsoviéticas en sumarse a la Alianza Atlántica en 1998, solo un año después de que Bill Clinton y Boris Yeltsin acordaran que los antiguos países del Pacto de Varsovia podrían elegir libremente su adhesión a la OTAN. 

Esa ampliación siempre ha preocupado a Putin, que ha visto como las fuerzas de la Alianza, capitaneadas por EE UU, han ido acercándose a las fronteras rusas, frustrando por el camino sus planes para restablecer la esfera de influencia rusa. El antiguo oficial de la KGB también sostiene que la OTAN habría traicionado una promesa previa de no expandirse hacia el este, un compromiso que niegan muchos historiadores. Decidido ahora a frenar esa dinámica, Putin reclama garantías de que Ucrania nunca formará parte de la Alianza ni llegará a desplegar armas en territorio ucraniano que pongan en peligro la seguridad rusa. 

En la cumbre de la OTAN celebrada en Bucarest en 2008, la Alianza Atlántica se mostró abierta a incorporar a la organización militar a Ucrania, así como a Georgia. Putin describió el anuncio como una "amenaza directa". Desde entonces apenas se ha avanzado en ese sentido. El presidente estadounidense, Joe Biden, dijo hace unos días que “la probabilidad de que Ucrania se integre en la OTAN a corto plazo es muy poco probable”.  

Las alarmas empezaron a saltar en diciembre, cuando diversas imágenes tomadas por satélite revelaron que Rusia había situado más 350 vehículos militares en un depósito de munición abandonado en la localidad rusa de Klintsy, pegada a la frontera septentrional ucraniana. Desde entonces la preocupación no ha hecho más que aumentar. De acuerdo con el ministerio de Defensa ucraniano, Rusia tiene a 127.000 soldados apostados en junto a las fronteras de su vecino, el país más grande de Europa en términos de superficie, a los que hay que sumar tanques y armamento pesado.  

Esas tropas rodean Ucrania por el norte, el sur y el este, un despliegue que, según la inteligencia estadounidense, ha ido acompañado por la elaboración de planes militares para una potencial invasión en la que participarían 175.000 soldados. Rusia niega que esté buscando un pretexto para lanzar una ofensiva militar, aunque sus tropas llevan semanas realizando ejercicios militares en las lindes ucranianas. 

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