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Guerra en Ucrania

Los rusos viven con ansiedad y desazón la guerra de Putin

El fervor nacionalista vivido tras la anexión de Crimea ha desaparecido y ha sido sustituido por la inquietud de acabar siendo ciudadano de un Estado paria

Una mujer se manifiesta en Barcelona contra la guerra de Ucrania. REUTERS

Del fervor nacionalista vivido tras la anexión de Crimea en 2014 a la ansiedad por el futuro. En algo menos de ocho años, un gran número ciudadanos rusos -- imposible de contabilizar debido a las restricciones imperantes en el país respecto a la libertad de expresión -- han pasado de jalear con fervor la incorporación de la península a la Federación Rusa por medio de las armas a temer acabar siendo ciudadanos de un Estado aislado y desconectado de la economía global, con numerosas papeletas para convertirse en un paria internacional.

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"Quienes van a sufrir esta guerra van a ser los rusos y los ucranianos", adelanta Katya Chernenkova. Una de las principales preocupaciones de esta mujer, de una cuarentena de años, casada y con una hija, reside en saber si podrá seguir viajando al extranjero con facilidad o si se regresará a un escenario similar al vivido durante la etapa soviética, cuando solo se podía viajar a Europa o Estados Unidos de forma excepcional y con cuentagotas.

Una idea del escaso entusiasmo que está generando esta guerra entre la opinión pública local ha quedado bien patente en las agónicas semanas previas a la invasión de Ucrania. La vida transcurría de forma irreal, como si nada estuviera sucediendo, y con un sentimiento de absoluta indiferencia hacia los reportajes que difundían las controladas cadenas estatales de televisión denunciando el supuesto "genocidio" que estaba sufriendo los rusohablantes en las dos regiones ucranianas bajo el control de las milicias prorrusas.

De acuerdo con un sondeo de opinión realizado recientemente por la cadena CNN, que hay que leer con precaución dadas las dificultades de hacer este tipo de preguntas en un Estado de marcado carácter totalitario, un 46% de los rusos no aprobarían la anexión de Ucrania a Rusia mediante la fuerza, mientras que un 36% sí lo harían. Los resultados varían si de lo que se trata es de impedir que el país eslavo se integre en la OTAN, una organización que sigue generando un epidérmico rechazo entre los rusos, una narrativa que está reiterando el Kremlin a través de los medios de comunicación afines: para algo más de la mitad el empleo de la fuerza sería en este caso una opción aceptable, mientras que solo una cuarta parte de la población la rechazaría.

Actos de protesta

En lugar de las manifestaciones de fervor patriótico acaecidas tras la incorporación de la península a orillas del mar Negro hace ocho años, lo que se han producido en esta ocasión han sido acciones populares de repulsa no autorizadas en las que se han registrado numerosos arrestados. En los ya cinco días de campaña militar en Ucrania, se han producido alrededor de 5.000 detenciones de manifestantes. Además, algunos significativos colectivos han aprobado comunicados y declaraciones pidiendo el fin de la campaña militar, como un grupo de 4.100 científicos, que han lamentado que su país, "que hizo una contribución decisiva a la victoria contra el nazismo, se haya convertido en el instigador de una guerra en Europa".

En febrero, cinco millares de intelectuales, entre filósofos, historiadores, periodistas y artistas, denunciaron el peligro del "aventurerismo del liderazgo ruso" y reclamaron regresar a la normalidad en las relaciones con Occidente, alegando que la "mayoría de la población rusa no quiere la guerra". Pese a todo, pocos piensan que estas muestras de disconformidad con el belicismo del Kremlin puedan tener un impacto en sus decisiones, al menos a corto plazo. "Es significativo, dado el clima de represión en Rusia, pero no contamos con que puedan influir en su país", asegura a este diario el historiador ucraniano Yaroslav Hrytsak, de la Universidad Católica de Lviv.

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