Veintitrés días después de que Rusia iniciara la guerra en Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo chino, Xi Jinping, han mantenido una videoconferencia para abordar la crisis. La esperada conversación, que ha durado cerca de dos horas, llega en un momento en que el conflicto ha sumado hostilidad a la ya tensa relación entre las dos potencias y conforme crece la desconfianza de Washington hacia Pekín. A juzgar por la información que ha trascendido de la llamada, vuelven a evidenciarse las diferencias que alejan a EEUU y China respecto al conflicto.

Pekín ha sido quien primero ha emitido un breve comunicado resumiendo el contenido de la conversación. Según esa declaración, Xi Jinping ha dicho a Biden que “la crisis de Ucrania no es algo que queramos ver”. También ha asegurado que “el conflicto y la confrontación no van en interés de nadie y la paz y la seguridad son lo que la comunidad internacional debe valorar más”.

Son palabras que ratifican el objetivo de Pekín no solo de presentarse como un árbitro neutral ante esta guerra sino, especialmente, de realizar el difícil equilibrio entre la causa común que está haciendo con Rusia para protegerse de un Occidente liderado por EEUU y, a la vez, buscar asentar su imagen y papel de líder mundial responsable.

“Como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y las dos principales economías del mundo, debemos guiar por el buen camino las relaciones China-EEUU pero también asumir el peso de nuestras responsabilidades internacionales y trabajar por la paz y la tranquilidad mundial”, asegura el comunicado chino que resume la conversación.

Para Washington, no obstante, no puede obviarse el papel de China como principal aliado de Rusia, una alianza que subrayaron Xi y Vladimir Putin en un encuentro el 4 de febrero tras el que emitieron un comunicado conjunto en el que aseguraban que las dos naciones mantienen una amistad “sin límites”. Y ahora Biden busca que Pekín no se involucre más en un conflicto en el que aún no ha condenado las acciones militares del Kremlin.

Posibles sanciones

EEUU asegura que Rusia ha pedido ayuda militar a China, un extremo que han negado los dos países, y ya la víspera de la conversación entre los dos líderes el secretario de Estado, Anthony Blinken aseguró que en Washington “preocupa que están considerando ayudar directamente a Rusia con equipamiento militar para usar en Ucrania”. Pero en la Casa Blanca también temen que Pekín pueda ayudar en el terreno económico a Rusia para suavizar el impacto de las duras sanciones impuestas desde que inició la guerra.

Blinken advertía también el jueves de que el presidente estadounidense dejaría claro a Xi que “China tendrá responsabilidad por cualquier acción que tome para apoyar la agresión rusa y no dudaremos en imponer costes”. Lo que ni Blinken ni nadie en la Administración ha explicado es qué acciones de China provocarían sanciones a Pekín ni en qué consistirían.

“Creemos que China en particular tiene la responsabilidad de usar su influencia con el presidente Putin y defender las normas internacionales y principios que dice apoyar”, había dicho Blinken. “En cambio, parece que China se está moviendo en la dirección opuesta al negarse a condenar esta agresión mientras se intenta autorretratar como un árbitro neutral”.

Ciegos ante las intenciones

Washington está descolocado ante la posición de China respecto al conflicto, que consideran ambigua y contradictoria según cables diplomáticos a los que ha tenido acceso la agencia Bloomberg. De esas comunicaciones transpira que desconocen las verdaderas intenciones de Pekín, aunque se estima también que podría ver guerra como una oportunidad para explotar la creciente económica dependencia de Rusia. Poco antes de la invasión de Ucrania se firmó un acuerdo por el que Pekín comprará gas y petróleo ruso por valor de 117.500 millones de dólares.

También el jueves el Pentágono emitió un análisis de valoración sobre amenazas globales en el que aseguró que “China está gestionando estrechamente su mensaje sobre el conflicto, por lo general apoyando la caracterización rusa como un conflicto causado por la expansión de la OTAN impulsada por EEUU y por el desdén por los intereses de seguridad rusos”. “Pekín posiblemente sea reticente a apoyar plenamente a Rusia para preservar sus propias relaciones económicas con Europa y EEUU”, aseguraba el documento, que aseguraba que “sin duda China también está observando atentamente cómo se está llevando la campaña rusa y cómo se desarrolla el combate contra determinada resistencia”.

Hasta este viernes Biden y Xi habían hablado por última vez el 15 de noviembre, una conversación que entonces se prolongó durante cerca de cuatro horas. La videoconferencia de este viernes la solicitó el líder estadounidense y ha llegado precedida por una larga reunión de cerca de seis horas el lunes en Roma entre Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional de Biden, y Yang Jiechi, el máximo responsable de Exteriores chino.