Madeleine Albright, la primera mujer que estuvo al frente de la diplomacia de Estados Unidos al ocupar entre 1997 y 2001 la Secretaría de Estado durante el segundo mandato de Bill Clinton, ha muerto este miércoles en Washington. Tenía 84 años y ha fallecido a causa de un cáncer, según ha informado su familia en un comunicado compartido en redes sociales.

Pequeña de estatura (1.5 metros), Albright fue una figura gigante en la política exterior estadounidense y, especialmente del Partido Demócrata, donde el peso de su voz nunca ha disminuido. Y en su currículo quedan logros y puntos oscuros.

Sus mayores lamentos, según reconoció en un libro de memorias, fueron no conseguir un acuerdo de paz entre palestinos e israelís y “el fallo de EEUU y la comunidad internacional para actuar antes para detener los crímenes” que se cometieron durante el genocidio de Ruanda, un momento en que ella servía para Clinton como embajadora ante Naciones Unidas.

Fue Albright también quien promovió la expansión de la OTAN y tras seis años de diplomacia convenció a Rusia y al Senado estadounidense para permitir que se unieran a la alianza Polonia, Hungría y la República Checa. Y en su historia política quedan también capítulos como convencer tras la matanza de Sbrenica a un reticente Clinton de la necesidad de intervenir en la guerra de Bosnia, la intervención militar también en Kosovo (bautizada por algunos como “la guerra de Madeleine”) o la Operación Zorro del Desierto, en la que EEUU y el Reino Unido bombardearon Irak sin el respaldo del Consejo de Seguridad.

Fueron las sanciones a Irak y su coste las que dejaron también uno de sus momentos públicos más controvertidos. En 1996 en una entrevista la periodista Leslie Stahl le planteó que medio millón de niños habían muerto. "Son más niños muertos que en Hiroshima. ¿Es un precio que merece la pena?", preguntó. Y Albright respondió. "Es una elección muy difícil pero creemos que el precio merece la pena". En 2020, en otra entrevista, se disculpó por lo que denominó comentarios "totalmente estúpidos".

Refugiados judíos

Nacida Maria Jana Korbelová en Praga en 1935, Albright fue hija de refugiados que huyeron de Checoslovaquia primero en 1939 ante la invasión nazi y, luego cuando en 1948 los comunistas con apoyo soviético derrocaron al gobierno. Sus padres (él diplomático) eran judíos pero se convirtieron al catolicismo. Y Albright tardaría décadas en conocer su auténtica ascendencia y la historia familiar, incluyendo la muerte de tres abuelos y otros 23 familiares en el Holocausto.

Asilada política en EEUU, de donde se hizo ciudadana en 1957, Albright estudió políticas en Wellesley. Durante unas prácticas en el diario 'Denver Post' conoció al que sería su esposo, Joseph Medill Paterson Albright, miembro de una acaudalada familia de la industria periodística con quien tuvo tres hijas.

Con un máster y un doctorado en Columbia, un antiguo profesor le llevó a la Administración de Jimmy Carter y luego empezó a asesorar en política exterior a candidatos presidenciales demócratas. El divorcio en 1983 le dejó una importante fortuna y empezó a recaudar fondos para los demócratas. Y cuando Clinton llegó a la Casa Blanca la nombró embajadora ante la ONU, donde mantuvo enfrentamientos con el entonces secretario general Butros Gali. frenando su renovación para el cargo. Luego rompió el techo de cristal en la Secretaría de Estado.

Albright fundó después una empresa de asesoría internacional y otra de inversiones. También dio clases en Georgetown. Apoyó las candidaturas presidenciales de su amiga Hillary Clinton y creó polémica en la de 2016, cuando la feminista Albright dijo aquello de “hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras”, lo que muchas que apoyaban a Bernie Sanders vieron como un insulto.

En su último libro, de 2018, lanzó una advertencia sobre el fascismo e incluyó a Donald Trump en su lista de autócratas.