“Si hay algo que Putin no ha previsto es nuestra unidad, la rapidez de nuestra acción y nuestra determinación. No debería tener ninguna duda de que mantendremos este rumbo”. Las palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este pasado miércoles ante la Eurocámara anticipaban el mensaje que saldrá del maratón de reuniones que protagonizarán este jueves y viernes los líderes de la Alianza Atlántica, del G7 y del Consejo Europeo en Bruselas. Tres cumbres separadas pero con un mismo objetivo: denunciar la guerra de Vladimir Putin cuando se cumple un mes de la agresión y cerrar filas con Ucrania y su presidente Volodimir Zelenski que estará presente por videoconferencia en las tres citas.

“A medida que avanza la guerra, vemos cómo Rusia ataca cada vez más a la población civil y apunta a hospitales, escuelas y refugios. Estos crímenes de guerra deben cesar inmediatamente. Los responsables y sus cómplices tendrán que rendir cuentas de acuerdo con el derecho internacional”, ha escrito el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en la carta de invitación a la cumbre europea, que escenificará el buen estado de las relaciones trasatlánticas con la asistencia del presidente estadounidense, Joe Biden, que acudirá por primera vez en persona a un Consejo Europeo para hablar con sus socios europeos de la primera amenaza al orden internacional y la seguridad de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

La UE aprovechará la cumbre europea, a la que asistirá invitado el estadounidense Joe Biden, para buscar un acuerdo con Washington sobre el suministro de gas licuado

Será a partir de las cuatro de la tarde cuando quede clausurada la cumbre extraordinaria de líderes de la OTAN y del G7. Ambas en los cuarteles de la Alianza en Bruselas. “Debatiremos la mejor manera de apoyar a Ucrania en estas dramáticas circunstancias. El pueblo ucraniano se ha levantado valientemente para defender a su país. Pero las necesidades humanitarias dentro de Ucrania están creciendo dramáticamente. Y millones de personas han tenido que huir de sus hogares. Tenemos que seguir prestando apoyo humanitario, político, financiero y material a Ucrania. También examinar el apoyo que podemos ofrecer a los refugiados ucranianos y a sus anfitriones”, ha explicado Michel. 

Fotografía dantesca

La fotografía presentada ayer por la Comisión Europea es dantesca. Cada segundo 800 niños abandonan Ucrania traumatizados, dejando atrás a hermanos y padres, hasta el punto de que la mitad de las personas que llegan a la UE son menores. Desde que comenzó la guerra hay 6,5 millones de desplazados internos y otros 3,5 millones que han huido del país, el grueso de ellos -más de 2 millones- a Polonia, pero también a Rumanía, Moldavia, Hungría y otros países europeos. Los líderes europeos reconocerán el esfuerzo de los países vecinos y encargarán a la Comisión Europea que desarrolle la plataforma de solidaridad que ha puesto en marcha para coordinar y organizar transferencias de refugiados entre los Estados miembros e incluso países terceros como Reino Unido o Canadá cuyo primer ministro, Justin Trudeau, confirmaba a su llegada a Bruselas su compromiso a seguir apoyando la acogida de ucranianos.

En lo que no parece que habrá novedades es en la política de sanciones. La UE ha adoptado hasta ahora cuatro rondas de sanciones contra Rusia, a un ritmo frenético, y se muestra dispuesta a “avanzar con rapidez con nuevas sanciones coordinadas” si hace falta. Sin embargo, la intención de los Veintisiete se limita de momento a hacer balance -el ministro lituano de exteriores reconocía el lunes que había una cierta fatiga’ de sanciones- y garantizar formas para aplicar con eficacia las sanciones ya aprobadas hasta ahora y evitar brechas que permitan a Rusia escapar al castigo a través de terceros países como Turquía o Serbia

Los países Bálticos o Polonia siguen reclamando un embargo a los combustibles fósiles procedentes de Rusia -algo que ya han anunciado Reino Unido o Estados Unidos Unidos- para que la UE no siga financiando la guerra de Putin pero Alemania, Holanda y los países más dependientes de gas y petróleo ruso se resisten, al menos a cortar el gas. Su postura: guardar en la recámara esta medida aunque insisten que “todo está sobre la mesa y no se descarta ninguna opción”, aseguran fuentes diplomáticas. 

El problema de la energía

Aún así la presión sobre Rusia sigue aumentando, algo que quedará patente en el debate que mantendrán el viernes los líderes, durante la segunda jornada de la cumbre. Los Veintisiete se comprometerán de nuevo a reducir la dependencia del gas, petróleo y carbón rusos y bendecirán algunas de las propuestas lanzadas esta semana por la Comisión Europea. En primer lugar, las compras conjuntas de gas que Bruselas podría negociar en nombre de los Veintisiete con distintos suministradores de países productores. Por ejemplo, von der Leyen aprovechará la cumbre para intentar arrancar un compromiso al presidente Joe Biden de que Estados Unidos priorizará los envíos de gas natural licuado (LNG) a la UE en los próximos meses, con suministros adicionales para los dos próximos inviernos. 

La segunda propuesta que los líderes europeos avalarán es el aumento de las reservas de gas para el 1 de noviembre de cada año -al 80% este año y 90% a partir de los siguientes- para garantizar niveles adecuados y margen en caso de problemas de abastecimiento. No todos los países disponen de depósitos subterráneos así que el desafío será actuar con solidaridad. Lo que se anticipa mucho más divisivo en la cita europea es el debate sobre la contención de los precios del gas y su impacto sobre la factura de la luz. España, Portugal, Grecia o Italia llevan meses pidiendo soluciones a sus homólogos europeos de momento sin éxito. La Comisión Europea ha lanzado esta semana una batería de “opciones” que incluye algunas de las propuestas de España para “topar” los precios, todas ventajas y desventajas, pero un grupo de países europeos, encabezado por Alemania, Austria, Holanda y Dinamarca, siguen siendo hostiles a cualquier intervenciones en el mercado.