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Guerra en Ucrania

¿Cómo resiste Kiev el embate del Ejército ruso?

Las poblaciones que rodean la capital viven combates calle a calle que de momento mantienen a raya a las fuerzas del Kremlin

Soldados del Ejército ucraniano mantienen sus posiciones cerca de Makariv.

Automóviles carcomidos por la metralla. Restos de edificios y hierros retorcidos en las aceras delante de tiendas cerradas hace tiempo. Barrios vaciados y habitados solo por espectros que, o bien buscan resguardarse de la artillería, o bien hacen resonar sus proyectiles en un combate calle a calle. Las zonas occidentales en las afueras de Kiev, la capital de Ucrania, donde ahora están teniendo lugar los enfrentamientos más encarnizados entre las tropas rusas y las fuerzas ucranianas, sobreviven así, como pueden, en estos días.

Los combates ya se libran por la conquista de pocos metros de terreno o de un edificio estratégico en una desesperante guerra de posiciones que últimamente apenas ha modificado las líneas de frente. Cualquier calle es la división entre un bando y el otro. Los rusos controlan unas, los ucranianos están en otras, separados los dos por misiones contrapuestas y pocos metros de distancia. El objetivo de los primeros es conquistar vías para avanzar hacia Kiev; el de los segundos, impedirlo. Ocurre esto en los poblados de Irpin, Bucha, Horenka -donde murieron los periodistas de Fox- y Gostómel, a medio centenar de kilómetros de distancia de Kiev hacia el noroeste, así como en las aldeas de Nebelytsya y Makariv, pueblos hacia el oeste algo más alejados de la capital de Ucrania pero en zonas claves también para invertir el curso de la guerra contra la capital.

"Estas zonas están siendo atacadas con artillería, aunque también se oyen disparos", asegura Kateryna, una voluntaria de Kiev. "En el lado ucraniano, también están luchando muchos civiles, sin chalecos ni cascos, solo con pistolas. Y apenas hay cobertura telefónica, las comunicaciones van y vienen", continúa, antes de explicar que acaba de volver de una misión en estas zonas, y que pronto regresará allí para llevar ayuda humanitaria.

Milicias civiles

"En Makariv solo quedaba una enfermera, ahora hay una enfermera y un médico", añade. "La situación no es tan terrible como en Mariúpol, solo porque la población aún tiene vías de salida, aunque los hay que no se quieren ir y que necesitan ayuda", añade la joven. Kateryna señala que en cuanto haya resuelto "algunos líos burocráticos" también se alistará en las milicias de civiles armados que luchan en primera línea al lado del Ejército regular.

La estilista Anna no es partidaria de tomar las armas. "Se oyen bombardeos a todas horas, solo podemos salir a la calle cuando las sirenas no suenan, y eso últimamente ocurre cada vez más raramente", afirma esta joven, que vive en un suburbio de Kiev y también ha decidido no escapar. Al menos de momento. "Aún hay momentos de tranquilidad, aunque el miedo es mucho", afirma.

Los analistas del Pentágono estadounidense afirman que la resistencia ucraniana está siendo consistente; incluso, en un informe difundido el miércoles, destacan que las tropas rusas habrían retrocedido unos 25 kilómetros hacia el noroeste y se estarían atrincherando y estableciendo posiciones defensivas. El alcalde de Kiev, Vitaly Klitschko, también lo ha dicho. "La pequeña localidad de Makariv y la casi totalidad de Irpin están (de nuevo) ya bajo control de los soldados ucranianos", ha afirmado el excampeón mundial peso pesado de boxeo.

Incógnitas

No obstante, nadie tiene la certeza absoluta de si esto es una realidad, es parte de una estrategia, o tal vez se trata de una pausa temporal de las tropas rusas. Las incógnitas son la única seguridad. Tanto que las Fuerzas Armadas de Ucrania han avisado de que las tropas rusas se estarían concentrando para intentar de nuevo asediar a Kiev.

Estos temores no han afectado todavía a la normalidad que sobrevive en medio de tanta anormalidad. Lo relataba el diario The Kyiv Independent, uno de los pocos que ofrecen información en inglés en Ucrania, que este jueves difundió un amplio reportaje sobre los electricistas, barrenderos y otros trabajadores de los servicios públicos que no han dejado de trabajar por la guerra, y siguen cumpliendo con su deber en la capital. Algo que no es tarea fácil, más aún después de que muchos de sus antiguos colegas se hayan unido a las fuerzas ucranianas que luchan en el frente.

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