"Medicina Legal no da abasto". Los 76 asesinatos perpetrados en menos de dos días por las bandas criminales no solo terminaron con la ilusión de una paz duradera en El Salvador. El presidente Nayib Bukele decretó el estado de excepción y el Congreso, donde Nuevas Ideas tiene la mayoría garantizada, lo avaló en un santiamén en la madrugada del pasado domingo. No solo se trata del hecho más violento desde la finalización de la guerra civil, a principios de 1992. Se había derrumbado el castillo de naipes que funcionaba como garantía de la tranquilidad ciudadana. Sus cimientos tenían apenas la forma de un furtivo y a la vez precario acuerdo entre el Gobierno y las bandas Mara Salvatrucha 13 (MS13)La 18 y 18-R, cuyos más de 70.000 integrantes funcionaron como el brazo armado de una economía de la ilegalidad que va de la extorsión y el homicidio por encargo a los negocios de la droga y las armas.

Bukele se amparó en el artículo 29 de la Carta Magna para suspender por 30 días las garantías constitucionales en caso de "guerra, invasión del territorio, rebelión, sedición, catástrofe, epidemia u otra calamidad general, o de graves perturbaciones del orden público". Se ha restringido, en principio por 30 días, la libertad de entrada y salida del territorio nacional, así como los derechos a la libertad de expresión, la inviolabilidad de la correspondencia y a ser informado de las razones de un arresto. Se ha suspendido además la libertad de asociación. Las fuerzas de seguridad pueden intervenir las telecomunicaciones sin orden judicial. Pero el presidente reclamó además carta blanca para enfrentar la inesperada ola criminal. Los parlamentarios del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se abstuvieron de aprobar el régimen de excepción. "Ha fracasado totalmente la política de seguridad pública", dijo el diputado Jaime Guevara. Paolo Lüers, columnista del diario Hoy advirtió: "Mano libre para los cuerpos armados, con defensores de DDHH y jueces amarrados".

Bukele no solo ha resuelto dar la guerra en el espacio público. El otro teatro de operaciones son las prisiones, donde las pandillas gozaban de prebendas. "Director Osiris LunaMeza, decrete nuevamente emergencia máxima en todos los penales, todas las celdas cerradas 24/7, nadie sale ni al patio". El presidente utilizó su cuenta de Twitter para hablar directamente con los promotores de la violencia. "Mensaje para las pandillas: por sus acciones, ahora sus homeboys no podrán ver ni un rayo de sol". En la noche del domingo, Bukele presentó algunas de las acciones de la ofensiva, como el allanamiento de una "guarida" de los delincuentes. "Algunas personas ignoran (aunque muchos ya lo saben), que los pandilleros no solo son ladrones, extorsionistas y asesinos, sino también adoradores de Satanás".

Razones del fin de la tregua

Bukele, en el poder desde junio de 2019, ha repetido que su "plan de control territorial", con la presencia del Ejército en municipios más calientes, obró como instrumento de la pacificación. En 2021 la cifra de asesinatos fue de 1.140, y la más baja desde 1992. Las loas a la eficacia de la política estatal llamaron a la sospecha. La revista digital El Faro reveló la existencia de un acuerdo, muy pronto considerado veraz por la justicia norteamericana. Ese entendimiento no solo estaba relacionado con privilegios en las cárceles. Una importante moneda de cambio habría sido la garantía de que los líderes de las bandas no serían extraditados a Estados Unidos. Una prueba de que el pacto funcionaba hasta hace muy poco fue la puesta en libertad de Helmer Canales Rivera, alias Crook, uno de los líderes de la MS13, quien era reclamado por un tribunal neoyorquino.

Algo, sin embargo, se rompió en las subrepticias relaciones entre el Gobierno y las bandas. Dos semanas atrás, las autoridades tomaron el control de dos rutas de microbuses que son para los grupos delictivos una fuente del negocio extorsivo. El criminólogo Carlos Carcach ha señalado que, a la vez, se han redoblado las presiones de EEUU para que la justicia salvadoreña facilite las extradiciones. La respuesta de MS13 y las otras facciones no tardó en llegar. Los balazos vinieron acompañados de mensajes amenazantes. Uno de los cuerpos fue dejado en Surf City, el complejo turístico costero, ubicado a media hora de la capital, y uno de los laboratorios que Bukele eligió para impulsar el uso de las criptomonedas.