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Coalición semáforo

Los Verdes alemanes abandonan su pacifismo

Los ecologista presionan al canciller Scholz para aumentar el envío de armamento pesado a Ucrania

La candidata de Los Verdes, Annalena Baerbock. REUTERS

"Los verde oliva", reza la una de las últimas portadas Der Spiegel. En ella, el semanario alemán presenta en una ilustración a Annalena Baerbock , ministra de Exteriores alemana, a Robert Habeck, titular de la cartera de Economía y Protección Climática-, y al diputado verde Anton Hofreiter enfundados en indumentaria militar. Baerbock sostiene un girasol con la mano izquierda, mientras Hofreiter aguanta una bazuca con su hombro derecho. Estas tres relevantes figuras del partido ecoliberal alemán ilustran el giro que la formación ha hecho a raíz de la invasión rusa de Ucrania, y también el dilema histórico que la formación ecologista enfrenta cuando hay que tomar posición sobre cuestiones de seguridad y política exterior.

La lógica llevaría a pensar que en la actual Coalición Semáforo -Gobierno tripartito de socialdemócratas, verdes y liberales del FDP-, la formación ecologista, de raíces pacifistas, antinucleares y de oposición a la OTAN, debería ser la más prudente a la hora de ofrecer una respuesta militarista a la invasión rusa de Ucrania y de enviar armamento pesado al Gobierno de Kiev. Nada más lejos de la realidad: Los Verdes llevan semanas presionando públicamente al canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, para enviar más armamento -especialmente pesado- a Ucrania y que su Ejército pueda así frenar el avance de las tropas rusas.

Scholz, heredero de la tradicional política exterior socialdemócrata de distensión con Moscú a través de las relaciones comerciales, se ha mostrado bastante más cauto que Los Verdes ante el envío de armas pesadas a Ucrania. "El problema está en la cancillería", llegó a decir Hofreiter, que no forma parte del Gabinete ministerial y ha asumido el discurso duro dentro de la bancada verde en el Parlamento alemán. Sus declaraciones han sacado de quicio a los socialdemócratas. Frente a ellas, Scholz justificó su cautela ante el riesgo real de una Tercera Guerra Mundial. "No podemos permitir una guerra nuclear", llegó a decir el canciller en una entrevista con el semanario Die Zeit.

Apoyo a Kiev y rearme

La cautela de Scholz no ha resistido demasiado ante la presión pública y privada de sus dos socios de Gobierno. El Gobierno federal alemán ha acabado aprobando el envío de armamento pesado a Ucrania complementario al ligero que ya había cedido a Kiev. El Ministerio de Defensa alemán confirmó el pasado viernes el suministro de siete obuses blindado de tipo Panzerhaubitze 2000. A finales del pasado abril, Berlín ya anunció su intención de enviar tanques Gepard a Ucrania. Este tipo de armamento, con artillería de largo alcance de hasta 40 kilómetros, puede ser usado con fines ofensivos y no sólo defensivos.

La decisión de enviar armamento pesado a Ucrania viene precedida por una decisión aprobada en el Bundestag poco después del inicio de la invasión rusa de Ucrania: la inyección de un presupuesto especial de 100.000 millones de euros para reforzar las capacidades militares de la Bundeswehr, las Fuerzas Armadas de la República Federal. Los Verdes han apoyado sin fisuras la medida a pesar de ciertas reticencias entre sus juventudes. “El pacifismo no significa que dejemos morir a otros por nuestra incapacidad de tomar decisiones incómodas”, dijo el vicecanciller Robert Habeck en un congreso de su partido a finales de abril.

Para los críticos, esa disposición a ayudar con armas y sin complejos a Ucrania raya en el militarismo. Las críticas llegan de una parte de la vieja guardia del partido ecologistaHans-Christian Ströbelecofundador de Los Verdes en la década de los 80 y diputado federal por Berlín cuatro legislaturas tras ganar el mandato directo en cuatro elecciones consecutivas, no se ha mordido la lengua: "Ya somos parte de la guerra. Políticos y medios de la OTAN han forzado el suministro de tanques. ¿Qué les hace estar tan seguros de que no habrá una escalada hacia una guerra mundial?", escribió Ströbele en un sonado tweet.

Discusión histórica

Las críticas de Ströbele apuntan una brecha generacional entre los fundadores de Los Verdes originarios -fundado en la recta final de la Guerra fría- y los nuevos líderes del partido ecologista, más pragmáticos y dispuestos a asumir las contradicciones del poder.

No es la primera vez que Los Verdes alemanes se debaten entre sus raíces pacifistas y el apoyo a intervenciones militares. En 1999, el entonces ministro de Exteriores verde, Joschka Fischer, apoyó en un congreso la participación de la Bundeswehr en los bombardeos de la OTAN contra lo que quedaba de Yugoslavia y ante la guerra en Kosovo.

Fischer defendió la primera intervención militar alemana en el extranjero después de la Segunda Guerra Mundial aduciendo el peligro de un nuevo genocidio en los Balcanes. Tuvo que aguantar los abucheos de una parte importante de los delegados participantes en aquel congreso e incluso que uno de ellos le arrojase a la cara un cubo con pintura roja. De aquellas escenas de tensión en Los Verdes alemanes queda poco más que las imágenes de archivo. El partido ecologista ha tomado definitivamente la senda de la realpolitik.

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