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Elecciones en el país de los cedros

La juventud del Líbano, sinónimo de futuro y cambio

La generación más joven lleva dos años arrasando en los comicios universitarios que son un indicativo de la dirección que tomará la política a nivel nacional | "Me presento porque este es el país en el que quiero vivir, donde quiero que mi generación tenga la posibilidad de vivir", defiende Verena El Amil, de 25 años, una de las candidatas más jóvenes

Manifestación en conmemoración del primer aniversario de la explosión en el puerto de Beirut. MARWAN NAAMANI / DPA

Verena El Amil se ha gastado todos sus ahorros para trabajar en continuar con la revolución. Con apenas 1.000 dólares, financió su candidatura para convertirse, a sus 25 años, en una de las libanesas más jóvenes en presentarse a las elecciones. "Quiero llevar el levantamiento del 17 de octubre al Parlamento", afirma orgullosa, recordando aquella explosión social del 2019. La tenaz historia de El Amil es la de muchos otros jóvenes. Unas 88 personas de entre 25 y 35 años han registrado sus candidaturas para los comicios del domingo. Estas cifras sin precedentes son la muestra del cambio en la cultura política que se fraguó en las universidades libanesas

Apenas un año después de las protestas masivas que sacudieron el Líbano, los consejos estudiantiles de las principales universidades recogían aquellas semillas sembradas en las plazas. Recientemente organizados, los candidatos seculares aplastaron a los representantes del establishment político, acostumbrados a ganar sin apenas esfuerzo. "Fue el fruto de la organización, de la perseverancia del levantamiento", recuerda El Amil. Ella misma ganó un escaño en su universidad en el 2020 con el movimiento Taleb que creó. 

Después de los consejos estudiantiles, vinieron los sindicatos profesionales y nuevas victorias de los movimientos antisistema. La juventud libanesa se volcó en las campañas electorales. "Los jóvenes han demostrado ser unos actores políticos muy maduros que desafían la percepción de que por ser jóvenes, son demasiado inmaduros para involucrarse en política", explica Nadim El Kak, investigador de The Policy Initiative. A las puertas de las elecciones, todos esos triunfos electorales seculares a lo largo de estos dos años se presentan como un faro para el cambio.

Lucha en los campus

Las elecciones universitarias en el Líbano suelen indicar la dirección que tomará el país en los comicios nacionales. "Expresamos nuestro discurso político durante el levantamiento en las calles, luego lo hemos hecho en las universidades y en los sindicatos; el Parlamento es solo otra herramienta para hacerlo", defiende El Amil. Pero el sistema sectario dificulta la irrupción de nuevos rostros capaces de cambiar la anquilosada política del país. En el Líbano, el primer ministro debe ser un musulmán suní, el presidente, un cristiano maronita y el presidente del Parlamento, un musulmán chií. Además, el hemiciclo está dividido por igual entre ambas religiones. 

"Estas elecciones representan una coyuntura crítica para un nuevo período que se aleje de la confrontación y abogue por la propuesta de políticas", dice El Kak a este diario. Muchos de estos jóvenes que están liderando el cambio en sus universidades no podrán votar este domingo al no haber alcanzado los 21 años de edad. Curiosa contradicción. Pero eso no les detiene en esa lucha paralela que desempeñan desde los campus universitarios. "Están redefiniendo el papel de la política estudiantil; ya no se limita a la universidad y afecta el cambio político", añade este joven investigador, que en 2020 ganó un escaño en el consejo de la Universidad Estadounidense de Beirut.

Precisamente la universidad fue el lugar donde El Amil creció hasta soñar con representar a su país. "Fue un sitio donde me he expresado políticamente y donde pude desarrollar mis pensamientos», cuenta a este diario entre actos de campaña. Desde el estallido de la crisis económica en el 2019, la juventud ha expresado sus preocupaciones en las calles y tratan de actuar al ver su futuro comprometido en un país en caída libre. Ante la inacción del gobierno, por ejemplo, respondieron con labores de limpieza y reconstrucción tras la explosión del puerto de Beirut en agosto del 2020. 

Éxodo de la juventud

Aunque el éxodo de gran parte de la juventud es una dolorosa realidad. El 70% de las personas que han abandonado el Líbano en los últimos dos años tienen entre 25 y 35 años. Los expertos ya avisan de las terribles consecuencias que pueden tener estas crecientes olas de migración en el futuro próximo. "Estos jóvenes siguen estando muy conectados con el país", explica El Kak, "muchos de ellos quieren regresar ya que lo ven como una necesidad temporal y volverían si el país empezara a valorar su capital humano". Por cada siete libaneses que se quieren ir, hay tres que deciden quedarse. 

«Hay gente que sigue aquí y continúa en la lucha y eso es muy valiente", reconoce el investigador. Estos jóvenes se forman en las universidades, en las plazas, en las redes sociales. Trabajan de forma incansable para colmar de sentido su decisión de no emigrar. "Me presento porque este es el país en el que quiero vivir, donde quiero que mi generación tenga la posibilidad de vivir", defiende con energía El Amil. La maquinaria política a la que se enfrentan trata de arrasar con ellos como una apisonadora, pero estos jóvenes, desde esos espacios que se están construyendo, insisten en resistir.

La palabra esperanza desborda sus discursos. Pero no es una ilusión vacía. Se arman de argumentos políticos, propuestas y eslóganes con contenido. Mientras el país vive sus peores días —el Banco Mundial considera la crisis del Líbano como una de las tres peores a nivel mundial desde el siglo XIX— , ellos se mantienen firmes, convencidos de la necesidad de entrar en el sistema y volatilizarlo desde dentro. Y, a su paso, los mayores sonríen confiados. "Para la población en general, el movimiento juvenil ayuda a traer esta esperanza; esos viejos que están agotados y desmoralizados miran a las nuevas generaciones y confían en que serán ellas quienes mantendrán el país en pie", concluye El Kak.

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