Un escenario político nuevo conlleva sus propios malabarismos. Los resultados de la primera vuelta de las elecciones legislativas dejaron un mapa político de Francia totalmente inesperado hasta hace unos meses: un duelo a nivel nacional entre el partido del presidente Emmanuel Macron y la flamante coalición unitaria de la izquierda. Los buenos resultados de la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES) no solo dificultaron que las formaciones afines a Macron obtengan una mayoría absoluta de diputados en la segunda vuelta, sino también emplazaron a sus dirigentes ante un nuevo dilema: ¿qué consigna de voto dar en aquellas circunscripciones en que se enfrentan un aspirante de izquierdas y otro de la ultraderecha? ¿Hacer un cordón sanitario a los ultras? ¿O mejor hacerse el sueco?

Aunque suele presumir que la oposición a la ultraderecha forma parte de su ADN, el partido de Macron ha adoptado una posición más bien ambigua ante esta situación. No ha dudado en equiparar lo que representaría un gobierno de la NUPES —formada por la Francia Insumisa (afines a Podemos), el Partido Socialista, los verdes y los comunistas— con el peligro de la ultraderecha de Marine Le Pen.

El domingo no debe faltarle ningún voto a la República”, aseguró el martes el presidente en unas declaraciones con las que tachó de “antirepublicanos” a los candidatos de izquierdas y a los lepenistas. “Como de ello depende el interés superior de la nación, quiero convenceros de que el domingo deis una mayoría sólida al país”, añadió en un discurso con una escenografía al más puro estilo estadounidense, al pronunciarlo delante del avión presidencial con el que viaja esta semana a Rumanía, Moldavia y quizás también a Ucrania.

Consigna de voto “en función de cada caso”

La campaña del miedo del macronismo contra la Nueva Unión Popular ha degenerado en un discurso confuso, hasta el punto que puede agrietar el tradicional cordón sanitario, clave en las últimas décadas para que el partido de Le Pen tuviera un poder institucional mínimo, a pesar de su importante apoyo electoral. Con el 18,68% de los votos, la Reagrupación Nacional quedó tercera el domingo, con cinco puntos menos que en las presidenciales. A pesar de quedar eliminada en la mayoría de circunscripciones —hay 577 y sale elegido diputado el más votado en cada una de ellas—, unos 200 aspirantes ultras se clasificaron para la segunda vuelta. Y habrá 65 duelos entre la izquierda y la extrema derecha.

En esas circunscripciones, en que el candidato de Macron quedó eliminado, la formación presidencial dará una consigna de voto “en función de cada caso”, dijo el domingo el ministro Stanislas Guerini, secretario general de La República en Marcha. La candidata macronista que se presentaba en la misma circunscripción que Le Pen en el norte de Francia ha dicho que votará en blanco en la segunda vuelta y no apoyará a la ecologista Marine Tondelier.

“La extrema izquierda representa un peligro igual de importante que la extrema derecha”, aseguró el exministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, eliminado en la primera vuelta. “Pido a los republicanos de izquierdas y de derechas que hagan un cordón sanitario a la extrema izquierda. (…) Esta representa el caos y la anarquía”, aseguró la ministra de Planificación Territorial, Amélie de Montchalin, que podría verse obligada a dimitir si el próximo domingo pierde ante el socialista Jérôme Guedj, con un perfil poco sospechoso de ser un “anarquista”. 

Otros dirigentes macronistas sí que adoptaron un discurso más crítico con la extrema derecha y pidieron votar contra ella en la segunda vuelta. “Ningún voto debe ir a la Reagrupación Nacional. El combate contra la ultraderecha no es un principio de geometría variable”, escribió en Twitter el actual ministro de Educación, Pap Ndiaye. 

¿La ultraderecha superará su récord de diputados?

Esta ambigüedad de la mayoría presidencial ha suscitado críticas tanto entre sus rivales de la izquierda como en la opinión pública. "Si la ultraderecha representa por su historia un espacio hostil a los principios republicanos, la misma acusación resulta grotesca cuando se trata de una alianza de la que forman parte los socialistas, verdes y los comunistas, al lado de la Francia Insumisa”, criticó Saïd Benmouffok, profesor de filosofía, en un artículo de opinión en la revista L’Obs, poco sospechosa de "anarquista".

Pese haberse clasificado para la segunda vuelta en 200 circunscripciones, los sondeos estiman que el partido de Le Pen perderá en la mayoría de ellas. Calculan que obtendrá entre 20 y 45 escaños, lo que le permitiría formar un grupo propio al superar el umbral de 15. En el mejor de los casos, superaría el récord histórico de 35 diputados de extrema derecha en la Asamblea Nacional. Aunque representarían poco más del 5% del total, simbolizarían un cordón sanitario cada vez más desgastado.