Votar para que nada cambie. El multimillonario Najib Mikati ha sido nombrado como primer ministro del Líbano por segunda vez consecutiva. El encargado de formar Gobierno recibe, de nuevo, la dura tarea de implementar reformas y planes para salir de la crisis económica que asfixia al país desde hace casi tres años. “Sin un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no habrá oportunidades de salvación”, ha declarado este jueves tras ser elegido, mientras los precios de la gasolina volvían a subir.

“No dejaremos que el Líbano se derrumbe”, ha anunciado ante un país con el 80% de su población bajo el umbral de la pobreza. Mikati tiene el reto de crear un Ejecutivo en el panorama social y económico más crítico de los últimos 30 años. El desplome de la moneda en un 90% y la paralización del sistema financiero, arrebatando a los depositantes sus ahorros, ha provocado una escasez de medicinas, gasolina y electricidad en el país. Por ello, se considera el acuerdo del FMI como la puerta de entrada para aliviar la crisis financiera.

Noveno árabe más rico

Pero tanto la élite política como la financiera no se ponen de acuerdo en la letra pequeña, como el reparto de las pérdidas en el sistema financiero valoradas en 70.000 millones de dólares. “Nos enfrentamos al desafío del colapso total o de la salvación gradual”, ha insistido respecto al pacto que promete 3.000 millones de dólares de ayuda a cambio de reformas políticas que acaben con la corrupción. El Líbano, ha recordado, no tiene tiempo para “ahogarse en las condiciones y demandas” de los grupos rivales por los ministerios. 

Gracias al apoyo de 54 de los 128 diputados, elegidos hace apenas un mes, Mikati ocupa el cargo de primer ministro por cuarta vez. El voto ha tenido lugar este jueves sin demasiados consenso ya que 46 diputados se han abstenido de nombrar a alguien. Este multimillonario oriundo de Trípoli, la ciudad más empobrecida de la Mediterránea, cuenta con una fortuna de 2.900 millones de dólares. Con más de tres décadas en la política libanesa, este magnate de las telecomunicaciones fue nombrado el noveno árabe más rico en el 2020 por Forbes. Su hermano y socio Taha ocupa el séptimo puesto.

Acusaciones de corrupción

Mikati es visto como el hombre al que la clase política libanesa nombra cuando no hay alternativa. Esta vez tampoco se han tenido en cuenta sus escándalos de corrupción. En el 2019, la fiscal del Estado, Ghada Aoun, presentó cargos en su contra por enriquecimiento ilegítimo mediante préstamos de viviendas bonificadas. Hace medio año, también apareció en los papeles de Pandora. Es conocido por mantener relaciones cordiales con todo el mundo. Los votos de las formaciones chíis Hizbulá y Amal junto al apoyo de los partidos sunís lo demuestran.

“La nación necesita nuestros brazos”, ha insistido después de anunciar que extiende su mano “a todos sin excepción”. Durante su discurso, ha instado al Parlamento a aprobar las leyes que allanarían el camino hacia un acuerdo cerrado con el FMI, entre las cuales se cuentan las enmiendas a las reglas del secreto bancario y los controles de capital. El actual clima de división política, junto a la lenta tradición libanesa, dificultará la formación de un gobierno pronto, un proceso que puede prolongarse meses, como suele ocurrir. Además, estas negociaciones se pueden complicar por la lucha por el puesto de Michel Aoun, el presidente cristiano maronita y aliado de Hizbulá, cuyo mandato termina el 31 de octubre.