Los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN han aprobado este miércoles, 29 de junio, el nuevo Concepto Estratégico para la Alianza, que sustituye al de Lisboa de 2010. Y ha cambiado radicalmente, según Jens Stoltenberg, secretario general de la organización.

El documento define a Rusia como "la amenaza más significativa y directa" para los Aliados, y apunta a China, por primera vez, por el reto que supone para la seguridad, intereses y valores de los miembros de la OTAN. Ha habido debate sobre cómo mencionar al gigante asiático, con Europa defendiendo una postura menos dura, según ha podido saber El Periódico de España, diario del mismo grupo, Prensa Ibérica, que este periódico.

La Alianza ha incluido dos referencias en su texto a la defensa de la "integridad territorial" de los países aliados, que analistas consultados por este periódico consideran de aplicación a zonas no incluidas explícitamente en el Tratado de Washington de 1949, como Ceuta y Melilla. "Nadie debería dudar de nuestro compromiso y determinación a la hora de defender cada centímetro del territorio de la Alianza, preservar la soberanía y la integridad territorial de los aliados y prevalecer frente a cualquier agresor", se lee en el documento.

El nuevo documento establece las prioridades, tareas y enfoques de la alianza defensiva para la próxima década. El concepto describe el entorno de seguridad, reafirma los valores comunes y describe los propósitos principales de la Alianza.

El documento también establece que el cambio climático "es un reto definitorio de nuestro tiempo". Han creado un método para usar los satélites militares para hacer mapas de los efectos del cambio climático.

Referencias al 'flanco sur'

Sobre los riesgos de la vecindad sur de Europa, el Concepto hace referencias en dos de sus 49 puntos. En el número 11 se lee: "El conflicto, la fragilidad y la inestabilidad en África y Oriente próximo afecta directamente a nuestra seguridad y la de nuestros socios. La vecindad sur de la OTAN, especialmente la de Oriente Próximo, el Norte de África y el Sahel, se enfrenta a una seguridad interconectada con retos demográficos, económicos y políticos".

Se lee en el documento que la OTAN trabajará con sus socios para solucionar las amenazas conjuntas y los retos en las regiones de interés estratégico de la Alianza, "incluidos Oriente Próximo, el Norte de África y la región del Sahel".

Esos conflictos, añade el concepto, se ven agravados por el cambio climático, pero también por la fragilidad de las instituciones, emergencias sanitarias y la inseguridad alimentaria. "Esta situación también provee de un campo fértil para la proliferación de grupos armados, incluidas organizaciones terroristas".

La foto de familia de los líderes de la OTAN en Madrid José Luis Roca

La guerra invisible

La guerra híbrida queda definida en el Concepto Estratégico de Madrid como otra forma de ataque armado. Es la primera vez que la OTAN eleva de tal forma el rango de esta amenaza y por tanto los aliados podrían invocar la ayuda de los demás si son objeto de un ataque invisible: en sus redes informáticas, en sus campañas electorales, en sus actividades económicas o en la calidad de la información que reciben sus ciudadanos. 

La OTAN constata que los que ha acordado llamar “actores autoritarios” (en alusión a Rusia y China, entre otras potencias) “ponen a prueba la resiliencia” de los aliados “y buscan explotar la apertura, la interconexión y la digitalización de nuestras naciones”.

Por primera vez la Alianza hace un reconocimiento expreso en su hoja de ruta militar a que esos actores tienen como objetivo atacar las campañas electorales y referendos: “Interfieren en nuestros procesos e instituciones democráticas (…) a través de tácticas híbridas tanto directamente como a través de intermediarios”. 

Esa forma de guerra invisible es descrita en el Concepto Estratégico con cinco tipos de ofensiva: “Realizan actividades maliciosas en el ciberespacio, promueven campañas de desinformación, instrumentalizan la migración, manipulan el suministro de energía y emplean la coerción económica”. De esas cinco constataciones, cuatro aluden a Rusia, y una a Bielorrusia entre otros países.

El catecismo estratégico de la Alianza Atlántica señala a China como promotora de “maliciosas operaciones híbridas y cibernéticas” y una “retórica de desinformación y confrontación” que “daña la seguridad de los aliados”.

La OTAN se dispone a invertir en capacidades para defenderse en este tipo de guerra, pero también para disuadir a estados y “actores no estatales”.

China, un desafío

Tras bastante debate, finalmente se ha incluido a la República Popular China, no como una amenaza, sino como un desafío.

Pero el lenguaje final es duro. El país asiático, según la OTAN, "emplea una gran variedad de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su impronta global y proyectar poder, pero al mismo tiempo es opaca sobre su estrategia, intenciones y militarización".

La organización velará, en concreto, por la "libertad de navegación". China acaba de botar su tercer portaaviones y tiene conflictos marítimos con algunos de los vecinos de la zona.

El foco de los aliados está, entre otras cosas, en el control chino de redes occidentales de 5G y el aumento de su poderío militar y nuclear, según ha explicado en rueda de prensa el secretario general Jens Stoltenberg. "China intenta controlar sectores industriales y tecnológicos clave, infraestructuras críticas y materiales y cadenas logísticas estratégicas", se lee en el Concepto de Madrid. Preocupan también los "crecientes lazos" de Pekín con Moscú.

La OTAN se declara lista para un "compromiso constructivo" con China, y se trabajará de forma responsable para subsanar los "retos sistémicos" que supone el país "para la seguridad euroatlántica".

España refuerza su posición en la OTAN

España refuerza su posición en la OTAN Agencia ATLAS | Foto: EFE

Rusia, la amenaza

“La Federación Rusa es la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los Aliados”, dice sin ambages el Concepto Estratégico, que ya es el del gran cambio de actitud de la OTAN con respecto a Moscú. Este miércoles se ha enterrado en Madrid la política de mano tendida que salió de la cumbre de Lisboa en 2010. 

La denuncia de la agresión rusa sobre Ucrania se hace sin paños calientes: es “brutal e ilegal”, causante de “atroces ataques y sufrimientos indescriptibles”. Dice la hoja de ruta que hoy no se pueden “descartar ataques a la integridad territorial de aliados”, en una aseveración que señala sin nombrarlos a Polonia, Finlandia, Rumanía, Suecia y las repúblicas bálticas.

El Concepto Estratégico constata que Rusia está “modernizando sus fuerzas nucleares y sus sistemas disruptivos” (armas cibernéticas y de otras avanzadas tecnologías) y que ha aumentado su presencia (y por tanto su amenaza) en el Atlántico Norte y los mares Báltico, Mediterráneo y Negro.

El documento aclara que la OTAN “no busca la confrontación ni ser una amenaza para Rusia”, pero sí advierte de que la alianza continuará respondiendo unida. No obstante, la organización, en el deseo de verse ante una “Rusia predecible” se propone “mantener abiertos los canales de comunicación con Moscú para gestionar y mitigar los riesgos, prevenir escaladas e incrementar la transparencia”. 

En su memorial de agravios, la OTAN acusa a Rusia de selectivas rupturas de sus obligaciones en materia de control de armas.