Día de vértigo en Roma. El primer ministro italiano, Mario Draghi, ha presentado este jueves su dimisión al presidente de la República, Sergio Mattarella. Pero éste la ha rechazado y le ha pedido de presentarse la semana que viene ante el Parlamento para evaluar la gravedad de la crisis política abierta por la decisión del populista Movimiento 5 Estrellas (M5E) de retirar su apoyo a la coalición gubernamental.

De hecho, Draghi ha anunciado sus intenciones después de que el M5E decidiera no dar su sostén al Gobierno, en una votación de confianza en el Senado italiano para aprobar un decreto de ayudas a familias y empresas para frenar los efectos de la inflación que azota Italia. Según el M5S, la medida propuesta por sus socios era “insuficiente”.

Aún así, el exbanquero italiano ha tomado la decisión a pesar de que sobre papel aún goza de los números necesarios en el Parlamento para seguir adelante como jefe de Gobierno. La razón de esto es que "la mayoría de unidad nacional que ha sostenido este Gobierno desde su creación ya no existe”, se ha justificado. En estos días, “intenté complacer" las peticiones hechas por las fuerzas políticas de mi coalición, ha continuado. Sin embargo, "este esfuerzo no fue suficiente”, ha considerado, sin citar al M5S.

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La dimisión de Draghi lleva a Italia a una nueva crisis política y a la incertidumbre Agencias

Se abre así una nueva crisis política en Italia, de final incierto, y que llega pocas semanas después de que Conte empezara a manifestar su malestar como socio de Gobierno, supuestamente por su postura diferentes a las del resto de sus aliados, entre ellas su negativa a enviar armas a Ucrania. “En esta fase Italia debería ser más activa en promover el diálogo. Ya basta de enviar armas”, decía en mayo.

No obstante, lo cierto es que el momento coincide con la maniobra de Luigi Di Maio, el ministro italiano de Exteriores y uno de los antiguos pesos pesados del M5E, de abandonar la formación. Esto ha provocado una escisión que agrava aún más la sangría de consenso que el M5E experimenta desde hace ya varios años, por sus cambiantes posturas y su decisión de pactar primero (era 2018) un Gobierno con la ultranacionalista Liga, apoyar luego (fue en 2019) una coalición con el Partido Democrático y, finalmente, otra con (2021) Draghi como jefe de Gobierno.

Hecatombe del M5E

Algunos sondeos reflejaban en estas semanas la magnitud de la hecatombe de los grillitos, tal y como se conoce a sus partidarios, después del abandono de Di Maio. Según una encuentra del Instituto Dire-Tecnè, el M5E conseguiría en la actualidad menos del 10% de los votos en caso de elecciones, lo que representa casi el 20% menos que lo que poseían hace tan solo cuatro años. Otros sondeos también arrojan datos similares.

“Los directivos del M5S planificaron hace meses abrir una crisis política para acabar con el Gobierno de Draghi”, ha dicho el ministro Di Maio, a medios italianos. “Creen que en nueves meses de campaña electoral pueden remontar en los sondeos, pero así condenan al país al hundimiento económico y social”, ha añadido, al referirse al periodo de tiempo que se estima para la convocatoria de nuevas elecciones generales. La decisión del M5E “ha cambiado el escenario político”, ha dicho, por su parte, el jefe del Partido Democrático, Enrico Letta. “Si los demás partidos se irán, (…) nosotros estamos listos a prepararnos para esta campaña electoral”, ha añadido.

En este sentido, la situación recuerda también la maniobra de Matteo Renzi, líder del centrista Italia Viva —partido creado por él tras salirse del Partido Democrático—, que en enero de 2021 le retiró repentinamente el apoyo al Gobierno de Conte, lo que en entonces llevó al nombramiento de Draghi como primer ministro italiano.

Con este preámbulo, una vez más, el árbitro de la crisis está siendo Mattarella, el cual en este caso ha preferido ganar tiempo para intentar evitar a toda costa una crisis que, en la situación actual, beneficiaría solo a un partido. Este es el derechista Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, que en la actualidad es la primera formación política por intenciones de voto en caso de elecciones. Dicho esto, la opción que Mattarella entregue el cargo a otra persona o se incline por adelantar los próximos comicios generales -previstos inicialmente para la primavera de 2023- aún son alternativas que los analistas no descartan.

El 'salvador de Italia' pierde fuelle en los sondeos

Hace más de un año Mario Draghi (Roma, 1947) se erigió en el salvador de Italia. Apareció en febrero de 2021 en medio de otra crisis de Gobierno y muchos italianos vieron al reputado expresidente del Banco Central Europeo como la solución a la eterna inestabilidad política y económica del país. Desde entonces, Italia vivió durante varios meses en una verdadera draghimanía, sin que él decepcionara al grueso de la ciudadanía ni a Bruselas, cuando el país venía además de tener asignados unos 200.000 millones de euros de los fondos de recuperación de la Unión Europea (UE).

Pero la guerra de Rusia en Ucrania, la consecuente crisis energética mundial, la galopante inflación y unas elecciones generales que se acercan (se deberían celebrar en la primavera del año que viene) han mermado incluso la popularidad de Draghi. Los más recientes sondeos, impiadosos, lo reflejan. En este pasado mes de junio, el exbanquero perdió el 3% de sus consensos, según una encuesta de Euromedia research realizada después de las últimas elecciones locales. Una excusa perfecta para socios de Gobierno inquietos.

La salud de la economía italiana da una respuesta -en parte- al parcial resquebrajamiento de la fama de Draghi. De ser vista como una de las economías destinadas a crecer mayormente dentro de la Eurozona (el PIB italiano creció un 6,5% en 2021), Italia ha sufrido más que otros las tensiones europeas con Rusia, país con el cual poseía arraigados vínculos comerciales. Con ello, la previsión de crecimiento económico del PIB italiano para este año es hoy del 2,6%, un 1,2% menos que el dato estimado a comienzos de año, según cifras del Banco de Italia. Y el panorama para 2023 es aún peor: la Comisión Europea se espera que Roma crezca solo el 0,9% el año que viene, frente al 1,9% estimado anteriormente. Algo que refleja también que el país aún está lejos de solucionar los problemas que viene arrastrado desde hace dos décadas.

La razón, como en otros países europeos, es también una inflación que se ha disparado en el país y está mermando los bolsillos de la ciudadanía. En concreto, según el Banco de Italia, la inflación italiana ya ha llegado al 6,2%, y podría subir más si los suministros de gas ruso -del cual Italia aún depende fuertemente- fuesen suspendidos de forma definitiva.