Ucrania recibirá 500 millones de euros adicionales del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz para comprar armas con las que seguir repeliendo los ataques del ejército de Rusia. El acuerdo político, cerrado este lunes por los ministros de exteriores de la Unión Europea (UE), supone el quinto desembolso europeo desde que Moscú lanzó la guerra el 24 de febrero y eleva a 2.500 millones —de los 5.000 millones con los que cuenta el fondo para el período 2021-2027— el dinero concedido a Kiev.

“Evidentemente no es una fuente sin fin pero de momento podemos seguir financiando el esfuerzo de guerra”, ha dicho el alto representante para la política exterior de la UE, Josep Borrell, sobre una decisión que se concretará en los próximos días. “Las tropas rusas no tienen planes de tomarse días libres" así que “las armas que logremos suministrar es lo que va a ayudar a los ucranianos a detener el ataque total contra su territorio (...). Si algo hay que hacer, es continuar con el suministro de armas”, ha dicho el jefe de la diplomacia de Lituania, Gabrielius Landsbergis.

La decisión de seguir aumentando la financiación ha sido recibida con satisfacción por el ministro de exteriores ucraniano, Dimytro Kuleba, que ha vuelto a participar en la reunión de ministros por videoconferencia para explicar la situación en su país. “La ayuda en materia de armamento es esencial y Ucrania agradece todo el apoyo prestado hasta ahora”, ha celebrado avisando de que a media que la guerra se prolongue su país necesitará más armamento y, particularmente, artillería de largo alcance y sistemas de defensa aérea.

Más sanciones

Kuleba ha aprovechado para recordar a los Veintisiete que es “ingenuo" pensar que el objetivo de Moscú sea únicamente Ucrania y ha avisado de que el plan de Vladímir Putin "no es sólo destruir mi país, sino sumir a toda Europa en una crisis” utilizando como arma de “chantaje” cualquier arma posible, sea la energía, el aumento de los precios, la escasez de productos agrícolas o la propaganda. Por eso ha celebrado el mantenimiento de la presión con un séptimo paquete de sanciones que los embajadores permanentes de la UE terminarán de pulir en las próximas horas o días, aunque a su juicio se queda todavía corto.

La principal novedad es la prohibición de importar oro de Rusia, para alinear la postura a la del G7, así como cerrar posibles resquicios para que nadie eluda las sanciones y la inclusión de nuevos dirigentes y oligarcas. La respuesta ha vuelto a sufrir en los últimos días una campaña de descrédito interna por parte de Hungría que considera las medidas contraproducentes para la economía europea. “Es completamente falso”, ha reaccionado el jefe de la diplomacia europea que ha puesto como ejemplo la subida del precio del petróleo que, “empezó a subir un mes antes de la guerra”, pero que desde la adopción de sanciones ha caído del nivel que había antes del inicio de la guerra.

Según Borrell, la UE se enfrentan a una prueba de resistencia y "tenemos que tener la resistencia suficiente para seguir apoyando a Ucrania. No tenemos otra solución (y) ellos tampoco”, ha avisado. Mientras tanto, el ministro de exteriores español, José Manuel Albares no ha percibido ninguna fisura entre las delegaciones. “Hay un dialogo y puede haber matices de un país a otro pero lo importante no son los matices, porque son pequeños, sino cuál es el resultado final. Y es que todos estamos de acuerdo en que las sanciones son la decisión correcta, tienen que continuar y tenemos que perfeccionarlas”, ha dicho tras la reunión.