Eran las ocho y cuarto de la mañana, el 6 de agosto de 1945En un único segundo el cielo de Hiroshima se encendió y estalló alcanzando un millón de grados centígrados de temperaturas justo antes de quemar y evaporar todo lo que se encontraba a su paso. Así, en un solo segundo, Hiroshima murió. Casi 80.000 personas fallecieron en el acto a causa de la bomba nuclear, pero al menos otras 60.000 lo hicieron a lo largo de ese año a causa de la radiación.

Los pocos que sobrevivieron, fueron apodados de forma despectiva como Hibakusha -persona bombardeada en japonés-. Eran estigmatizados, obligados a vivir en aislamiento, ocultando su condición y sin tratamiento médico porque se les consideraba malditos Hasta un año y medio después, los Hibakusha no fueron informados de que lo que habían presenciado era la bomba atómica "Little Boy", la bomba nuclear que el avión Enola Gay dejó caer sobre Hiroshima en venganza por el ataque japonés a Pearl Harbour, en Hawái.

El horror de ese momento se deja sentir en las palabras de Bob Carton, artillero de cola del Enola Gay, que recoge Max Morgan en su libro Enola Gay: Una apasionante investigación sobre la bomba atómica de Hiroshima: "Una columna de humo asciende rápidamente. Es una masa burbujeante gris violácea, con un núcleo rojo. Todo es pura turbulencia. Los incendios se extienden por todas partes como llamas que surgiesen de un enorme lecho de brasas. Son demasiados para poder contarlos. Aquí llega la forma de hongo de la que nos habló el capitán Parsons. Es como una masa de melaza burbujeante. Puede que tenga mil quinientos o tres mil metros de anchura y unos ochocientos de altura. Está casi a nuestro nivel y sigue ascendiendo. Es muy negro, pero muestra cierto tinte violáceo muy extraño. Las llamas y el humo se están hinchando y se arremolinan alrededor de las estribaciones. La ciudad debe estar abajo de todo eso. Todo cuanto veo ahora de la ciudad es el muelle principal".

Lo que la ciudad estaba viviendo era una enorme cantidad de incendios, una explosión que había roto los cristales a 16 kilómetros a la redonda y que se pudo sentir a 59 y, por último una lluvia negra altamente radiactiva llena de polvo y hollín que provocaría el fallecimiento de otros tantos miles de personas. Ese fue el horror vivido en Hiroshima hace hoy 77 años debido a la bomba nuclear con la que Estados Unidos pretendía acabar con la Segunda Guerra Mundial.

La destrucción de Hiroshima tras la caída de la bomba nuclear. WIKICOMMONS MEDIA

Una ceremonia en recuerdo de la tragedia

La ciudad de Hiroshima ha amanecido esta mañana con el Parque de la Paz, ubicado en el hipocentro de la devastadora bomba, preparado para una ceremonia en memoria de las víctimas. A ella han acudido el primer ministro nipón, Fumio Kishida y Antonio Guterres, secretario general de la ONU, entre otras figuras políticas y varios Hibakusha.

Tras el minuto de silencio que se guardó a las ocho y cuarto de la mañana Guterres tomó la palaba para pedir la desnuclearización completa como muestra de respeto a las víctimas que dejó la bomba atómica. Y, advirtió de que, en esos momentos, durante su intervención que la humanidad "juega con un arma cargada" debido a las más de 13.000 armas atómicas existentes.

"Sólo nos separa del apocalipsis un error, un malentendido o un fallo de cálculo", dijo Guterres recordando los conflictos abiertos en Ucrania, Corea y Oriente Medio. Para evitarlo, pidió a los representantes políticos de 98 países "trabajar urgentemente para eliminar todos los arsenales que amenazan nuestro futuro".

Japón pide un mundo "libre de armas nucleares"

Inmediatamente después de la intervención del secretario general de la ONU, tomó la palabra el primer ministro de Japón para asegurar que su país respetará su triple compromiso antinuclear (ni desarrollar, ni poseer ni permitir el despliegue en su territorio de este tipo de armas), a pesar de que ciertas voces desde su partido han llamado a replantearse estos principios ante la escalada de tensiones en Asia-Pacífico.

"Japón reconciliará la situación de seguridad regional con su deseo de lograr un mundo libre de armas nucleares", afirmó Kishida, quien apuntó a la cumbre de líderes del G7 prevista para el próximo mayo en Hiroshima como ocasión para impulsar el desarme nuclear. Es hora, dijo, de "plantarse y comprometerse a que nunca se repita una tragedia similar".