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Francia

Los turistas (y la suciedad) regresan a la ciudad de la luz

Tras dos veranos en que París quedó medio desierta, los visitantes extranjeros vuelven en masa | Su retorno acentúa problemas de inseguridad en las zonas más concurridas

Turistas paseando por París.

“Estamos muy contentos de que los turistas extranjeros hayan vuelto”. Marion Maurel, 55 años, gestiona una tienda de carteles antiguos en el mercado de las pulgas en Saint-Ouen y no disimula su satisfacción ante una de las novedades de este verano en París: el retorno de los visitantes extranjeros. “Tengo la sensación de que ahora gastan más que antes de la pandemia. Tras años en que la gente sufrió privaciones de libertades, ahora quiere disfrutar del presente”, explica esta vendedora en declaraciones a El Periódico, tras haber ordenado imágenes publicitarias de la Belle Époque y carteles de películas de la Nouvelle Vague.

Eran las cuatro de la tarde de un lunes de verano y en este emblemático lugar del norte de la capital francesa prevalecía un sentimiento de déjà vu. Después de dos veranos en que el mayor mercado de antigüedades de Europa había quedado medio desierto, numerosos clientes serpenteaban las callejuelas en que se suceden los estands de muebles, tapices o de vajillas decimonónicas. “Desde hace dos meses hemos sentido una presencia creciente de los turistas extranjeros. Pero aún estamos lejos de los niveles de 2019”, apunta Pascal Everio, 58 años, al frente de una tienda de libros desde hace más de tres décadas.

“Volvemos a oír inglés, español e italiano en el mercado de las pulgas. Afrontamos este verano con un gran entusiasmo”, asegura Albert Rodriguez, presidente del mercado de Saint-Ouen. “Los viajeros extranjeros representan el 80% de nuestra clientela”, precisa Rodriguez, quien considera que “es demasiado pronto para saber si lograremos una cifra de negocios parecida a la de antes del covid-19”.

“Bastantes hoteles con el cartel de completos”

París acogió 12,1 millones de turistas entre enero y junio de este año, según datos del Ayuntamiento. Se trata de una cifra claramente superior a los 3,7 millones de visitantes durante el mismo periodo del 2021, pero inferior a los 15,1 millones del año previo a la aparición del covid-19. Esta tendencia se confirmó durante el mes de julio, en que, por ejemplo, aumentó en un 19% el número de visitantes en el Arco de Triunfo. También regresaron las largas colas para entrar en el museo del Louvre.

La capital francesa, que fue en 2019 la principal destinación turística mundial, con cerca de un 80% de viajeros extranjeros, sufrió especialmente el impacto de la pandemia. En cambio, otras zonas de veraniego, como la Costa Azul, lograron compensar la situación gracias al turismo nacional. “En el centro de París, el verano está yendo muy bien. Hay bastantes hoteles que colgaron el cartel de completos, aunque hay algunos palace (establecimientos de lujo) que no abrieron todas sus plantas”, destaca Jean-Marc Banquet d’Orx, presidente general de la Unión de Oficios de la Industria Hotelera (UMIH, según las siglas en francés) en la región parisina.

Sin embargo, este responsable de la patronal turística reconoce que la “situación resulta bastante más complicada” en la periferia de la capital francesa. Allí los hoteles funcionaban con “grandes grupos de asiáticos, que todavía no volvieron a viajar”, indica Banquet d’Orx. La gran novedad de este verano es la presencia de turistas norteamericanos, mientras que los chinos y los rusos son los grandes ausentes.

La presencia creciente de viajeros se nota en aquellos puntos de mayor interés turístico, como la zona de la Torre Eiffel, el monumento de pago más visitado en el mundo. “Ahora valoramos mucho más poder estar aquí. Es la primera vez que viajamos fuera de Europa desde el inicio de la pandemia”, presume Antonio Tarecena, 70 años, un mexicano que acompañó a su mujer y su hija adolescente en la explanada de Trocadero, donde hay las mejores vistas de la famosísima torre de telecomunicaciones. “Habíamos planeado este viaje a París desde hacía tiempo. Pero lo tuvimos que anular dos veces, ya que teníamos miedo del covid-19”, explica Nora, una turista saudí en medio de una marabunta de visitantes que se hacen selfis.

Suciedad e inseguridad en la Torre Eiffel

Al lado de ellos había un grupo de una decena de policías que patrullaba por la zona. El regreso de los turistas ha sido acogido con los brazos abiertos por los negocios que dependen de ellos, como los vendedores del mercado de las pulgas, pero también ha comportado problemas de suciedad e inseguridad en la área de la Torre Eiffel.

“Cada vez hay más turistas que se quejan de haber sufrido robos. En la mayoría de casos se trata de hurtos, pero también ha habido collares arrancados y móviles arrebatados de las manos”, explica Sarah, 28 años, que trabaja para la RATP (empresa de transportes metropolitanos) como agente de información en la parada de metro de Trocadero, donde se forman largas colas de viajeros. Algunos de ellos se convierten en carne de cañón de los carteristas. Muchos de ellos son jovencísimos migrantes, a menudo menores de edad y que suelen sufrir problemas de drogadicción. Un perfil parecido al de los autores de robos y agresiones durante la final de la Champions.

Pese a su belleza incuestionable, no todo resulta brillante en la Ciudad de la Luz. Sobre todo ahora que vuelve a ser una destinación para el turismo de masas.

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