Un informe de Human Rights Watch (HRW) detalla las torturas hasta la muerte de seis activistas detenidos en Birmania, lo que vuelve a poner de manifiesto la crueldad de la junta militar en el poder y que es responsable de al menos 690 muertes bajo custodia desde el golpe de Estado de febrero de 2021.

"Las seis muertes que HRW ha documentado son solo la punta del iceberg del sufrimiento y la tortura de los detenidos por el Ejército y la Policía de Birmania", señala en el informe publicado este martes Manny Maung, investigador de esta organización defensora de los derechos humanos.

"Dada la crueldad de la junta en todos los aspectos de su gobierno, sorprende poco que no se haya tomado ninguna acción evidente para investigar las muertes bajo custodia y llevar a los responsables ante la justicia", añadió Maung.

El informe detalla las muertes de seis de las 690 personas que desde el golpe murieron a manos de las fuerzas de seguridad después de su detención, de las cuales al menos 73 fallecieron en comisarías, centros de interrogatorio militares o cárceles, según datos de la Asociación para la Asistencia de los Presos Políticos.

La junta militar solo reconoce unas pocas muertes bajo custodia y las atribuye a fallos cardíacos u otros problemas de salud, pero HRW recalca que "muchos murieron por torturas u otros maltratos, incluidas condiciones de detención míseras y falta de acceso a cuidados médicos adecuados".

Fotos con señales de tortura

Los investigadores tuvieron acceso a testimonios de familiares y fotografías que, según sus expertos médicos, "tienen tantas señales de abuso y tortura que es difícil saber qué es exactamente lo que les mató".

Cuatro de las familias entrevistadas declararon sentirse presionadas por las autoridades para incinerar los cuerpos inmediatamente, supuestamente para ocultar pruebas de malos tratos, mientras que las otras dos familias enterraron los cuerpos lo más rápido posible por miedo a que fueran confiscados.

Uno de los casos es el de Zaw Myat Lynn, un antiguo militante de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de la depuesta líder Aung San Suu Kyi, que dirigía una escuela de formación profesional en Rangún, la ciudad más poblada.

En la madrugada del pasado 9 de marzo, policías y militares llegaron al centro, en el que vivía con su familia y los alumnos, para detenerle, supuestamente por sus publicaciones en favor de la democracia en las redes sociales.

Aunque trató de escapar, Lynn, de 46 años, se vio rodeado de agentes y soldados, que se lo llevaron en un vehículo militar.

Unas horas después las autoridades pidieron a la familia que fuera a reconocer el cadáver, pues había fallecido por un fallo del corazón, según la versión oficial, aunque no ofrecieron ningún certificado médico.

Las fotografías examinadas por expertos de HRW indican que le echaron agua hirviendo o una solución química en la boca y en la cara, ya que su lengua estaba quemada y los dientes se habían caído, mientras que el resto del cuerpo estaba envuelto en ropas, lo que sugiere que trataban de ocultar otras lesiones.

"Las muertes de personas bajo custodia figuran entre las atrocidades ocultas que las fuerzas de seguridad de la junta cometen a diario", subrayó Maung

El golpe de Estado militar del 1 de febrero de 2021 sumió a Birmania en una profunda crisis política, económica y militar que ha supuesto la muerte a manos de las autoridades de al menos 2.273 personas, mientras que más de 12.300 permanecen bajo arresto, según la AAPP.