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Elecciones en Italia

Bérgamo, de zona cero de la Covid a la hecatombe climática

El clima extremo entra en la campaña electoral italiana sin consenso entre los partidos sobre la solución | Las críticas de la ultraderecha al Pacto Verde Europeo amenazan con convertirse en un nuevo conflicto con la UE

Un mitin de la Liga en Bérgamo. EFE

A finales de julio, cuando los incendios y la falta de agua martirizaban a media Europa, Bruno Biffi, agricultor de Fara Gera D'Adda, en la provincia de Bérgamo, en Lombardía, se preparaba a cosechar su maíz con un mes de antelación pese a que las mazorcas aún no estaban completamente maduras. Biffi quería así salvar a sus productos tras la gravísima sequía de este verano. De tal gravedad era la situación que el Gobierno de Italia finalmente había decidido declarar el estado de emergencia (todavía en vigor) en cinco regiones del norte del país: Emilia Romaña, Frui Venecia Julia, Piamonte, Véneto y precisamente Lombardía.

Esta última región italiana y Bérgamo se hicieron mundialmente conocidas en la primavera de 2020, cuando una larga columna de camiones del Ejército desfiló por el centro de esta ciudad italiana para transferir a decenas de víctimas de coronavirus, que ya no cabían en los cementerios locales, a otros municipios. La imagen reflejaba entonces la tragedia de una zona que se había convertido en uno de los epicentros de la pandemia de la Covid-19.

Hoy, ya recuperados de aquello, la emergencia es otra. Primero la dura sequía de este verano y ahora los feroces granizos están poniendo en dificultad a la agricultura local. Una situación que, en algunas zonas, ha hecho desplomar dramáticamente (hasta el 50% de las cosechas) la producción de productos como el trigo e incluso disminuido la producción de la leche de vaca. "Después de la prolongada sequía, los fuertes granizos son otro duro golpe para un sector que está siendo fuertemente afectado por la crisis climática", ha subrayado la asociación italiana de agricultores Coldiretti.

El negacionismo, apartado

Se trata de una de las razones por la que a día de hoy, incluso en plena campaña electoral para las elecciones del 25 de septiembre, las posturas negacionistas de la crisis climática han desaparecido casi por completo de la confrontación política. Por el contrario, todos los grandes partidos en Italia han incluido la lucha contra la crisis climática en sus programas electorales. La ultraderechista Liga de Matteo Salvini incluso lo cita 16 veces en el suyo. No siempre fue así. En 2016, siendo europarlamentario, Salvini votó en contra del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Por su parte, Giorgia Meloni, la líder del partido Hermanos de Italia y favorita en los sondeos, también ha mantenido posturas controvertidas ante el asunto.

Sin embargo, la explicación del viraje es sencilla y remite a un fenómeno mundial. Las encuestas llevan ya años mostrando cómo el clima extremo ha contribuido a aumentar la conciencia sobre este problema en Italia, un país particularmente afectado por el fenómeno (el desprendimiento de parte de un glaciar en los Dolomitas provocó en julio la muerte de 11 personas). Un reciente estudio financiado por la Unión Europea y llevado a cabo en seis países europeos (Reino Unido, Irlanda, Noruega, Polonia, Alemania e Italia) llegó a la conclusión que el 78% de los italianos quisiera tener más información sobre cómo combatir la crisis climática, y nueve de cada diez están preocupados por el impacto para las futuras generaciones.

Dicho esto, el debate político sí está en cómo resolver el problema. En el caso del Partido Democrático (PD), la principal fuerza progresista del país, la solución propuesta en el papel pasa por una mayor inversión en energías renovables y en la transición digital y ecológica planteada por la UE. En cambio, la derecha de Meloni ha sido criticada por una visión cercana al fallecido pensador conservador Roger Scruton, que hacía una conexión entre ecología y religión, y creía que las actuales soluciones alcanzadas por la comunidad internacional no son la respuesta adecuada al problema.

"Seguir la ideología de Greta Thunberg nos llevará a perder miles de empresas y millones de puestos de trabajo en toda Europa", dijo Meloni, en su aparición en un mitin de Vox en Marbella en junio, al calificar el Pacto Verde europeo de "fundamentalismo climático". Palabras que pronto podrían ser un nuevo quebradero de cabeza para Bruselas.

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