Nueve países tienen armas atómicas: Rusia, EEUU, China, Francia, Reino Unido, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte. Entre todos suman 12.705 cabezas nucleares, según el último informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. En 1986, al final de la Guerra Fría, había 70.374 cabezas. Los acuerdos de desarme entre EEUU y la URSS (Rusia) lograron una reducción del 80%. Este año aumentarán tras la invasión de Ucrania. No deberíamos entrar en la propaganda de las cifras, una pequeña porción de esas armas bastaría para acabar con la vida humana.

La Guerra Fría se basó en un principio de terror: ninguna superpotencia lograría ventaja alguna por atacar primero. La respuesta sería automática. En inglés se llamó MAD: Destrucción Masiva Asegurada. Tenían memoria de Hiroshima y Nagasaki.

Aunque las amenazas nucleares de Vladímir Putin no son nuevas, está vez tienen peligro porque son el reconocimiento de su debilidad en Ucrania. Con la anexión unilateral del Donbás, Jersón y otras localidades trata de trazar líneas rojas dentro de Ucrania para considerar cualquier avance un ataque directo a la integridad territorial de Rusia.

Putin no está loco

Putin es un tipo desconcertado y aislado, pero no está loco (de momento). Se dirige a su público: a los oligarcas que le apoyan, a una red ultranacionalista cuasi fascista muy activa en televisión y en las redes sociales, a los generales y a la industria militar.

Con la movilización de al menos 300.000 reservistas busca dar una respuesta a los reveses militares. No puede permitir que se instale la percepción de que está perdiendo la guerra, o de que la puede perder. Las percepciones son más importantes que las armas: generan o merman la moral de combate y provocan motines.

Esta semana ha recibido quejas privadas de China y públicas de India. Son una advertencia de que las amistades no son incondicionales. Pekín será clave en amainar las bravatas nucleares. Ofrece su apoyo verbal a Moscú, pero no le da armas. China necesita la paz para crecer.

La situación rusa no se solucionará con cientos de miles de reservistas, muchos entrenados en equipos militares obsoletos o destruidos. El problema es estructural: el Ejército es tan corrupto como el sistema. La escasez de combustible en el frente no se debe solo a la mala planificación y a la guerra de guerrillas ucraniana. Los altos cargos roban para traficar con ella.

Primera movilización en años

Se trata de la primera movilización desde la Segunda Guerra Mundial, una guerra defensiva contra el nazismo. Esta vez el envoltorio patriótico depende solo de la propaganda, no de la realidad. El envío de reclutas no es nuevo. Sucedió en Afganistán y acabó en desastre.

Mick Ryan, general de división australiano retirado, célebre por sus excelentes hilos en Twitter, asegura que el objetivo no es añadir los reservistas a las actuales fuerzas, sino servir de relevo, pues llevan siete meses de combate y están exhaustas. También afirma que tardarán en llegar al teatro de operaciones y que Ucrania dispone de varias semanas para avanzar en el Donbás. Todos tratan de fijar unas posiciones óptimas antes del invierno. No sabremos de la eficacia de los reservistas hasta 2023. Estamos en el escenario de una guerra larga.

EEUU y la UE acusan a Putin de emplear una retórica nuclear peligrosa. Lo es, pero lleva encima de la mesa desde que se torció la operación relámpago de conquista de Kiev en cuatro días.

La comunicación en estos casos tiene dos niveles: lo que se dice en público y lo que se advierte en privado. Charles de Gaulle se defendió de la amenaza del embajador de la URSS, que protestaba por su alineamiento con EEUU en la Guerra Fría, "los misiles soviéticos apuntan a Francia", con un rotundo "pues moriremos los dos porque los nuestros apuntan a Moscú".

Rusia, a la cabeza nuclear

Rusia tiene más cabezas nucleares que EEUU, 5.977 frente a 5.428. Francia, 290, y Reino Unido, 225. Nos podemos destruir mutuamente varias veces, si es que nos da tiempo.

Nadie piensa en una guerra mundial nuclear, pero no se deberían descartar otros escenarios: el uso de una bomba nuclear táctica contra unidades del Ejército ucraniano, la población civil en un lugar simbólico o en una zona deshabitada el día en el que las previsiones meteorológicas sean favorables y el viento lleve la nube radioactiva hacia Polonia y Alemania, los países Bálticos y a los nuevos socios de la OTAN. También puede provocar un Chernóbil en Zaporiyia.  

¿Cuál sería la respuesta de EEUU y la OTAN? ¿Sería nuclear, convencional o dependeríamos de lo que diga China? Se trataría de un jaque mate porque ningún líder occidental se atrevería a entrar en esa dinámica. ¿Le bastaría a Putin una bomba pequeña de un kilotón para ganar la guerra o provocaría una revolución en casa? Estamos ante un ajedrecista que ha perdido los modales y está jugando al póker. No tiene buenas cartas, solo grita. Sus opciones son la retirada o romper la mesa a puñetazos. La primera es imposible, le va la vida en ello.