El Periódico Mediterráneo

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Entrevista

Robert Kaplan: "Rusia ha demostrado tener un ejército tercermundista"

El escritor y periodista estadounidense cree que no se debería humillar a Moscú y considera que el corazón geopolítico de Europa se está desplazando hacia el sur

Robert D. Kaplan lleva más de tres décadas tratando de explicar el mundo a través de la literatura de viajes, la geopolítica y el periodismo internacional. Autor de 'La venganza de la geografía' o 'Fantasmas balcánicos', está considerado como uno de los pensadores geopolíticos más avezados e influyentes en Washington. Su obra no siempre ha estado exenta de controversia, ya fuera por el apoyo que dio a la guerra de Irak -y del que ahora se arrepiente- o la concepción militar-imperialista de las relaciones internacionales que a ojos de sus críticos ha cultivado en ocasiones. Kaplan acaba de publicar en España 'Adriático: claves geopolíticas del pasado y el futuro de Europa', un libro a medio camino entre la literatura de viajes y el reporterismo que explora el devenir europeo a través de una de las cunas de la civilización occidental. 

En su libro sugiere que el corazón geopolítico de Europa se está desplazando hacia el sur. ¿Por qué?

El Mediterráneo fue el corazón de Europa en tiempos de los romanos. Lo que está sucediendo es que el índice de natalidad europeo ha ido aplanándose mientras seguía incrementándose en términos absolutos en los países del sur. Y eso conduce invariablemente a un aumento progresivo de la migración hacia el norte. Recuerde que el norte del África fue parte de Europa en la Antigüedad tardía y el latín su lengua franca. De modo que, aunque los titulares estén hoy en el este, en Ucrania, al analizar la situación desde un punto de vista demográfico e histórico, entiendes que en última instancia Europa será cada vez más un destino de migración subsahariana y del norte de África.

El mapa de Europa nunca ha sido estable.

Ese es uno de los temas del libro. Siempre se extendió hacia el este o hacia el sur. Las cosas que realmente cambiaron la historia europea pasaron fuera de Europa. Por ejemplo, cuando se enfrentaron los imperios persa y bizantino, acabaron mutuamente debilitados y eso permitió a los árabes expandirse por el norte de África y reemplazar al latín como lengua franca. Ese proceso continúa ahora. Lo vemos en la gradual migración hacia el norte desde el África subsahariana. Europa no está protegida por océanos. Está pegada a Eurasia y a un salto del norte de África. Todo lo que suceda en esas regiones tendrá un impacto enorme en Europa en las próximas décadas.

Esa migración desde el sur está creando resentimiento y beneficiando a los partidos que la explotan. En Italia ha ganado la extrema derecha. ¿Le preocupa la victoria de Meloni?

La extrema derecha en toda Europa, no solo en Italia, es básicamente antiinmigración. Ya no son, pongamos, antisemitas. Responden a la inquietud que generan para muchos ciudadanos gentes que practican otras religiones y tienen hábitos y aspectos distintos. Es algo natural. Actualmente hay un africano y medio por cada europeo en sus respectivos continentes, pero a finales de siglo habrá siete africanos por cada europeo. De modo que le migración continuará, independientemente de lo que hagan los gobiernos europeos o de que algunos países africanos puedan convertirse en democracias de renta media. Una de las cosas que dijo el gran geógrafo francés Fernand Braudel es que Europa no acaba en el sur de Europa, sino en el desierto del Sáhara. Fue así en tiempos de los romanos y volverá a serlo en un futuro distante.

¿Cree que los países europeos serán capaces de normalizar su condición de sociedades multiculturales?

Es difícil. EEUU tiene sus problemas internos, pero históricamente ha hecho un trabajo mucho mejor a la hora de absorber inmigrantes. Y lo ha hecho porque la cultura de EEUU no está tan condicionada por la etnia o la religión como sucede en España o Italia. No digo que sea imposible, pero será difícil.

¿Por qué cree que la Unión Europea no ha sido capaz de ganarse el corazón de muchos europeos?

No lo ha conseguido porque la UE es una bestia burocrática. No ha sabido generar un patriotismo emocional. Nadie ha muerto por la UE, al menos de momento. No hay tumbas al soldado desconocido europeo. Y es percibida como una entidad elitista, excesivamente burocrática y solo parcialmente democrática.

Parece como si estuviera hablando de cómo muchos estadounidenses perciben a Washington.

Sin duda hay una conexión ahí, pero todo está mucho más acentuado con la UE. Como escribo en Adriático, la UE es imperial. En Bruselas se dictan las normas y regulaciones que hay que aplicar en Bulgaria, Grecia o Rumania. Es una empresa imperial.  

¿Hay algún periodo de la historia europea que podría darnos pistas sobre nuestro futuro?

Uno de los grandes historiadores de la posguerra europea, Tony Judt, dijo que la UE tenía un mito fundacional: la idea de la expansión continua. Y hasta la crisis de 2008 no paró de extenderse hacia el sur y hacia el este. Iba a llegar a los Balcanes e incluir a países como Túnez como Estados asociados. Fue así porque hasta entonces la UE se veía a sí misma como el súmmum de la sociedad moral, la patria de los derechos humanos y todo eso. Pero entonces llegó la crisis económica, después el populismo y ahora la guerra de Ucrania. Las guerras generan toda clase de cambios y la cuestión ahora es saber si la UE será capaz de seguir expandiéndose. Si Ucrania acaba con una derrota humillante de Rusia es posible que la UE y la OTAN acaben incluyendo a Ucrania. No está descartado.

Viendo los problemas que Rusia está teniendo para someter a Ucrania, ¿hay algo en la geografía de esta última que explique esas dificultades?

Ucrania está rodeada por Rusia por tres de sus lados y no tiene barreras naturales que la protejan. Fue parte de la URSS y territorio históricamente disputado por Rusia y Occidente. A principios de la guerra, la geografía se lo puso fácil a Moscú para invadir y recuperar el protagonismo que tuvo en Europa durante el siglo pasado. Pero ahora que Rusia ha demostrado tener básicamente un ejército tercermundista, proclive a las deserciones, terriblemente desmotivado y logísticamente caótico, esa geografía ayuda a los ucranianos a empujar a Rusia fuera de sus fronteras. Dicho eso, Ucrania es más importante para Rusia que para Occidente y solo se integrará en la OTAN y la UE si Rusia se desintegra parcialmente y se convierte en un país débil. Algo que podría suceder después de Putin.  

¿Percibe las semillas de la destrucción dentro del Kremlin? ¿Cree que se puede apartar a Putin desde dentro?

Sin duda, Rusia no es China, no es un país con instituciones fuertes. China sí las tiene, de modo que, si Xi Jinping enfermara hoy, los chinos tendrían los mecanismos burocráticos para reemplazarle de un modo ordenado. Rusia no tiene esa clase de instituciones. Si Putin cayera o fuera sustituido, el proceso sería caótico y tumultuoso, potencialmente largo y eventualmente sangriento.

¿Ve alguna explicación racional a lo que Putin está haciendo en Ucrania?

Sí la veo. La frontera ucraniana está solo a unos cientos de kilómetros de Moscú, separada únicamente por una llanura. La idea de una Ucrania democrática e integrada en Occidente es lo que asustó a Putin y, probablemente, hubiera asustado a cualquier líder ruso. Se ha puesto mucho énfasis en Putin el individuo, el individuo shakesperiano, que ha arrastrado a su país a estas cotas tan bajas. Pero lo cierto es que, geopolíticamente, a Rusia siempre le preocupará que Ucrania no sea una amenaza ni un enclave occidental. Incluso después de Putin.

¿Sería una buena idea que la OTAN aceptase la adhesión exprés que ha pedido Ucrania?

No, sin algún tipo de negociación previa con Rusia. Piense en el Tratado de Versalles, socavó tanto a Alemania que Hitler emergió 15 años después. Si humillamos a Rusia, quién sabe qué clase de líder nacionalista surgirá allí en los próximos años. Y recuerde que Rusia es una potencia nuclear con miles de armas atómicas.

EEUU está siendo para mí el mayor ganador de esta guerra. ¿Está de acuerdo?

Sí. La guerra ha servido para reforzar la percepción del poder estadounidense. Está siendo una guerra de armas de EEUU contra armas de Rusia. Y ¿a qué bando le está yendo mejor? No hay duda de que al primero. La OTAN está además más unida que nunca y ha sumado a Suecia y Finlandia, lo que ha reforzado la proyección del poder estadounidense.

Al mismo tiempo, en su libro escribe que las naciones idealistas y moralistas tienden a durar menos que las pragmáticas y realistas. ¿No es EEUU el máximo exponente de las primeras?

Históricamente, EEUU ha sido una potencia misionera que ha promovido la democracia y los derechos humanos. El problema es que si lo llevas al extremo acabas involucrado en muchas guerras. Cualquiera que no esté de acuerdo contigo es inmoral y debe ser derrocado. Este tipo de naciones tienden a durar menos. Piense en el Imperio Bizantino, uno de los más largos de la historia. Se prolongó desde el siglo IV al XIII y luego reapareció hasta el XV. ¿Cómo lo hizo? Negoció constantemente y solo fue a la guerra cuando no hubo otra opción. No destruía a sus enemigos, solo los derrotaba porque tu enemigo de hoy puede ser tu amigo mañana.

¿Es pesimista entonces sobre la hegemonía de EEUU?

No creo que EEUU esté en declive. China es una autocracia y, por lo tanto, muchos de sus problemas están ocultos. Fíjese en su economía: miles de millones en bonos se han evaporado, se reduce su comercio y muchas empresas se están marchando. Yo no sería demasiado optimista sobre China. En cambio, la economía de EEUU está básicamente saneada. ¿Por qué el dólar es tan fuerte? ¿Qué otro país ofrece a los inversores tanta seguridad? El problema de EEUU es que la globalización ha partido a su sociedad en dos: una parte cosmopolita e integrada en el mundo, y otra más nacionalista y religiosa, solo integrada en la propia geografía estadounidense.

Hay quien piensa que hay un verdadero riesgo de guerra civil en EEUU.

Yo no estoy todavía ahí. Lo que está claro es que EEUU fue una gran democracia en tiempos de la prensa de papel. En la era del vídeo digital, está teniendo muchos más problemas porque las redes sociales favorecen a los extremos, mientras que el papel cultivaba la complejidad y reforzaba la moderación. Estamos en un momento de riesgo.

Sostiene que han vuelto las políticas revisionistas a los Balcanes y se ha impuesto una suerte de amnesia en los jóvenes sobre la guerra de los 90. ¿Anticipa un nuevo conflicto?

No veo un conflicto militar. Mi conclusión básica al viajar a los Balcanes, desde Eslovenia a Croacia, Montenegro y Albania, es que continúa el conflicto, pero sin violencia. Continúan las disputas étnicas y nacionales, que consumen la energía de sus sistemas políticos. A países como Croacia debería irles mucho mejor económicamente. Reciben 15 millones de turistas al año en su costa adriática. La única solución es que la Unión Europea se extienda a la antigua Yugoslavia y Albania, en lo que yo llamo su expansión imperial, pero de momento no ha sucedido. 

Y para acabar, ¿adónde cree que nos llevará el pulso en Europa con los nacionalismos resurgentes, el euroescepticismo o el populismo?

Recuerde que la tecnología no deja de evolucionar y acelerarse. La tecnología cambiará la identidad porque la gente ahora puede unirse a medio mundo de distancia con otra gente que comparte sus valores e intereses. Eso no sucedía en los años 30 del siglo pasado. Creo que la tecnología acabará moldeando un mundo más cosmopolita. Ese es el escenario optimista que yo veo. Lo que no quita que seguirá habiendo una reacción, aunque no contemplo que vaya a ser violenta.

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