El Periódico Mediterráneo

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'Midterms' 2022

El bolsillo, golpeado por la inflación, manda en la campaña de EEUU

Los republicanos aprovechan el malestar de la ciudadanía con los precios disparados y las dudas sobre la situación económica | Los demócratas tratan de recalibrar su mensaje en la recta final y denuncian el peligro de las propuestas de los conservadores

Un corredor de bolsa trabaja, en Wall Street, en ua imagen de archivo. EFE

No hay asunto que importe y preocupe más a los estadounidenses a las puertas de las elecciones legislativas del 8 de noviembre que la situación de la economía y, en particular, la inflación, que se ha disparado en Estados Unidos al ritmo más rápido en cuatro décadas. (En septiembre, pese a un mínimo freno, seguía en el 8,2% interanual). Como demostró un sondeo de octubre del centro Pew, que planteaba a una muestra de votantes 18 temas que podrían decantar sus papeletas, ese es el factor más decisivo para el 79% de los electores.

Es algo que el Partido Republicano y sus candidatos entendieron hace tiempo, lanzando agresivas campañas que responsabilizan a los demócratas y al presidente Joe Biden de todos los males económicos del país. Y aunque estos han tardado en reaccionar y han esperado hasta las últimas semanas para hacer de la cuestión económica el elemento central de un mensaje que inicialmente centraron en el aborto y las amenazas a la democracia, en esta recta final es evidente que el bolsillo manda. Y se anticipa que será un factor decisivo en carreras fundamentales en estados clave como NevadaArizona Georgia.

El malestar y la angustia se extienden en un país donde de media los seguros médicos han subido un 28%, los alquileres el 7%, los alimentos el 13%, la gasolina el 18% y el gas para consumo doméstico el 33%. Un país donde, según sondeos del censo, el 40% de los ciudadanos tiene dificultades para pagar las facturas y donde, como decía en un análisis el mes pasado la Reserva Federal de Dallas, "la mayoría de trabajadores ven sus salarios caer por debajo de la inflación". Aunque hay precedentes, "el momento actual no tiene paralelos en términos del reto que enfrentan los trabajadores".

Malestar económico

Las causas de la situación son complejas. Los efectos de la pandemia crearon desequilibrios entre oferta y demanda y fomentaron problemas en las cadenas de suministro, luego llegó la guerra de Ucrania con sus múltiples ramificaciones que exarcerbaron los precios del combustible... Pero los republicanos han simplificado el mensaje, acusando a la Administración de Biden de haber sobreestimulado la economía con las ayudas económicas que se dieron en la pandemia o de haber contribuido al alza de precios de la energía acelerando el alejamiento de los combustibles fósiles.

La estrategia de los republicanos tiene todo el sentido electoral. Las elecciones de mitad de mandato tradicionalmente castigan al partido del presidente, y el actual está lastrado por unos índices de aprobación que de media no llegan al 43%. Y los votantes muestran más confianza en los conservadores para mejorar la situación económica, según indican los sondeos.

Cuestión diferente es, no obstante, que las propuestas republicanas puedan servir para solventar la crisis. Sus promesas pasan, por ejemplo, por reducir el gasto, hacer permanentes parte de los recortes fiscales que Donald Trump aprobó en 2017 olvidando la supuesta preocupación republicana por el déficit o anular el impuesto mínimo a corporaciones que formaba parte de la Ley de Reducción de la Inflación que Biden firmó en agosto.

Pero esa fórmula no es ganadora, como comprobó recientemente en el Reino Unido Liz Truss. E incluso economistas conservadores han puesto en duda su eficacia. "Es improbable que alguna de las políticas propuestas por los republicanos reduzca significativamente la inflación en 2023", decía en un análisis reciente Michael Strain, del conservador American Enterprise Institute.

La tardía reacción demócrata

Hace tiempo que muchos estrategas, candidatos y figuras demócratas advertían de que el partido debía dar una respuesta contundente a los ataques republicanos y defender también con vigor las políticas y logros económicos de los dos últimos años. Señalan, por ejemplo, a los 10 millones de empleos creados con Biden en la Casa Blanca; a la caída de la pobreza infantil gracias a los subsidios por hijos o al salvavidas que fueron las ayudas en pandemia, que en su día tuvieron una amplia aprobación ciudadana. Y tenían también en su arsenal la aprobación de la ley que destinará un billón de dólares a infraestructura y otros elementos de la Ley de Reducción de la Inflación, que cuenta con amplio apoyo popular, con sus límites en el precio de la insulina o la potestad otorgada a Medicare (el sistema público de salud para mayores) para poder finalmente empezar a negociar precios más bajos de los medicamentos.

Pero solo en las últimas semanas, y con prisas, los demócratas (que han invertido 10 veces más en anuncios dedicados al aborto que a los que abordaban inflación o economía) han empezado a desplegar sus armas. Una de sus principales ha sido el expresidente Barack Obama. Y tanto él como Biden están lanzando un mensaje que plantea estos comicios como una elección entre dos visiones económicas y advierten de los riesgos que plantean las propuestas republicanas, incluyendo no solo más recortes de impuestos para rentas más altas sino posibles recortes a la seguridad social o los sistemas públicos de salud. Los republicanos también han amenazado con negarse a ampliar el techo de la deuda a menos que se implementen sus buscados recortes de gasto.

Las voces más progresistas del partido urgen también a que se ponga el foco sobre la responsabilidad en la inflación de las grandes corporaciones, que elevaron precios inicialmente para costear la subida de los costes y salarios pero ahora están incrementando su margen de beneficios hasta cotas no vistas desde 1950 y, según esos análisis, contribuyendo también a la inflación.

Algunos demócratas creen que quizá se haya reaccionado demasiado tarde, como se hizo a la hora de responder a los ataques republicanos por el crimen y la inseguridad. Y está viéndose una crítica interna a la estrategia normalmente reservada para después de las elecciones. "Hemos hecho un mal trabajo comunicando nuestro enfoque económico", lamentaba en unas declaraciones a 'The New York Times' la congresista Elissa Slotkin, que enfrenta una dura batalla para renovar su escaño por Michigan. "Si no puedes hablar directamente al bolsillo de la gente y de nuestra visión para la economía estás teniendo una conversación a medias".

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