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Crónica desde Londres: de los bancos de alimentos a los bancos de calor

Bibiliotecas, iglesias, y otros equipamientos abren sus puertas para ofrecer un lugar donde pasar gratuitamente el día o trabajar sin pasar frío a gente que no pude costarse la calefacción

Una familia refugiada del frío en una biblioteca convertida en banco de calor en Londres.

Una familia refugiada del frío en una biblioteca convertida en banco de calor en Londres. / Reuters

Begoña Arce

Son las cuatro y media de la tarde y ya es de noche en Londres. En la calle hace cero grados y en la cafetería de la famosa Royal Opera House, una docena de personas leen, trabajan con el portátil, o simplemente pasan el rato en silencio. Ese día no hay función y si están allí no es por amor al arte.

El fastuoso edificio en Covent Garden, templo mundial de la ópera y el ballet con 290 años de historia, es uno de los miles de ‘warm banks’ (bancos de calor) abiertos por todo el Reino Unido. La espiral del coste de la vida y el precio astronómico de la energía (un 80% de aumento el 1 de octubre) ha impulsado la apertura de estos lugares donde, sin consumir nada o gastar dinero, la gente puede disfrutar de calefacción y wi fi gratis.

Recursos 'dickensianos'

Uno de los primeros en lanzar la idea el pasado mes de julio fue el periodista Martin Lewis, experto en ahorro y finanzas. “No puedo creer que esté escribiendo esto, pero me pregunto si este invierno vamos a necesitar ‘bancos de calor’, el equivalente a ‘bancos de alimentos’, donde la gente que no puede costear la calefacción sea invitada a pasar sus días” escribió en Twitter. Ya un mes antes el alcalde laborista de Bristol, Marvin Rees, había anticipado que sería necesario tomar medidas extraordinarias.

Suena casi como si estuviéramos en medio de una guerra, pero vamos a trabajar con las las comunidades para crear lugares calientes donde puede ir la gente este otoño, si lo necesita”. Recursos ‘dickensianos’, como algunos han dicho, más propios de la miseria de la época victoriana narrada por el gran Charles Dickens. Pero algo impensable en una de las potencias más ricas del mundo fue ganando terreno. Hoy los nuevos ‘bancos’ proliferan por todo el país.

Bibliotecas, iglesias, centros culturales, asociaciones de barrio, incluso negocios privados han abierto sus puertas. Algunos durante todo el día, otros unas horas a la semana. Más del 50% de los ayuntamientos de Inglaterra y Gales han participado con ayudas a los organizadores. Uno de los motores de la campaña, Warm Welcome, había contabilizado en octubre 350 espacios de acogida de este tipo. En vísperas de Navidad esa cifra superaba los 3.600. En Ipswich, la biblioteca Gainsborough ofrece café y té gratis, como en muchas parroquias. En Reading uno de los ‘bancos de calor’ es un antiguo pub remodelado.

Sopa para entrar en calor

Nourish Hub, un centro comunitario en el oeste de Londres, abre de lunes a viernes a mediodía. Dispone de una gran sala, alegre y bien caldeada, de largas mesas, con una gran cocina al fondo. Forma parte de una organización benéfica centrada en nutrir saludablemente a la gente de pocos recursos económicos, con buenas recetas y a bajo coste. Este lunes el menú de plato único a elegir es sopa de lentejas, sopa de zanahoria, o verduras al horno con mozzarela. Cuesta cinco libras (5,7 euros), o gratis si alguien no puede pagar.

Exterior de un 'banco de calor' en Londres.

Exterior de un 'banco de calor' en Londres. / Begoña Arce

Hay una veintena de clientes, casi todos hombres solos comiendo calladamente. La mayoría parecen habituales, en un barrio donde la gran riqueza de Holland Park está apenas a dos paradas de autobús de un vecindario mucho más precario. En el local se organizan clases de cocina y en las estanterías hay libros de Jamie Oliver, de Antonio Carluccio y de Mary Berry. La sala también es ahora un ‘banco de calor’.

Muchas 'Elsies'

De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas el 23% de los británicos no podrán calentar adecuadamente sus viviendas, ocasional o permanentemente. Un 16% está preocupado o muy preocupado por no tener suficiente comida. Un 6% ya está en esa situación sin lo suficiente para llenar el plato hasta fin de mes. Trabajar desde casa sin calefacción, o estar en ella sin trabajo y con poca comida es un peligro para la salud física y psíquica. La demanda en los bancos de alimentos se ha disparado, las huelgas reclamando aumentos salariales se multiplican.

El pasado mes de mayo se hizo viral la historia de Elsie, una pensionista de 77 años que con su pase gratuito de transportes apuraba los días circulando en autobuses para estar caliente porque no podía pagar la calefacción. Su factura había aumentado ya entonces de 17 a 85 libras al mes. Ahora esa factura es totalmente inabordable para muchas ‘Elsies’.

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