Nuevo presidente de la Cámara Baja

El pacto de McCarthy con los ultras en el Congreso anticipa dos años convulsos en EEUU

Las concesiones a los radicales elevan el riesgo de que haya de dificultades presupuestarias y para elevar el techo de la deuda | Pese a llamadas a colaboración bipartidista se auguran enfrentamientos y una serie de investigaciones politizadas

El líder republicano de la Cámara de Representantes de EE. UU., Kevin McCarthy.

El líder republicano de la Cámara de Representantes de EE. UU., Kevin McCarthy. / Reuters

Idoya Noain

En su primer discurso como presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, una elección cosechada en la madrugada del sábado tras una cruenta y debilitadora batalla con el ala más radical dentro del Partido Republicano, Kevin McCarthy declaró: "Espero que una cosa haya quedado clara: nunca me rindo". El congresista californiano de 57 años, tras 14 humillantes votaciones fallidas y cuatro días de drama y caos retransmitidos en directo ante todo el país, tenía por fin el cargo que ha ambicionado prácticamente desde que entró en política. El precio que ha pagado por conseguirlo, no obstante, amenaza con ser alto, para él y para el país.

McCarthy solo ha conseguido la presidencia realizando trascendentales concesiones a los ultraconservadores. Con algunas de ellas, como permitir que un solo legislador pueda iniciar el proceso para destituirle, ha mermado enormemente su propio poder. Pero, con otras, como dar a los más radicales un determinante papel en comités vitales para el funcionamiento de la Cámara o la capacidad de alterar el debate de las propuestas legislativas de gasto ha elevado el relevante peso que tendrá la facción más radical dentro del ya radicalizado Partido Republicano y en la política estadounidense.

Gobierno dividido

La claudicación de McCarthy, cruzando líneas rojas que había prometido no traspasar, llega en un momento en que la frágil mayoría en la Cámara Baja y el control demócrata del Senado y la Casa Blanca ya permitían anticipar dos años de bloqueo legislativo casi total en EEUU. Y quedan palabras que el propio McCarthy, en su primer discurso como ‘speaker’, o el presidente Joe Biden, en su mensaje felicitándole, lanzaron llamando a la cooperación, aunque bajo cualquier perspectiva realista está claro que las opciones de colaboración bipartidista son mínimas.

El empoderamiento de extremistas populistas y con una destacada vena antigubernamental y de desprecio a las instituciones ha quedado en evidencia esta semana en el bochornoso espectáculo de la elección y en las dificultades de McCarthy para aunar a su bancada. Y dispara los miedos sobre las dificultades que los republicanos tendrán para gobernar, y las que crearán para el gobierno.

El techo de la deuda

En ningún terreno es más acentuado ese temor que en lo que se refiere al techo de la deuda. EEUU tendrá que elevarlo este año, según los cálculos actuales en el tercer trimestre, si no quiere entrar por primera vez en su historia en impago, algo que tendría graves repercusiones globales. Pero para llegar a la presidencia de la Cámara McCarthy se ha comprometido con los ultras a que no habrá subida si no va acompañada de profundos recortes paralelos en el gasto federal (algo que los republicanos olvidaron, convenientemente, durante el mandato de Donald Trump).

Resucitan así, pero intensificados, los fantasmas de 2011, cuando un duelo similar entre Barack Obamay los republicanos entonces marcados por el extremismo del Tea Party ya estuvo a punto de provocar un cataclismo. Se solventó solo en el último momento, y no evitó que EEUU viera rebajada la calificación de su deuda.

El pacto negociado por McCarthy, que se conocerá plenamente el lunes cuando se voten las reglas de la Cámara, anticipa más pesadillas presupuestarias. Plantea, por ejemplo, obligar a que cualquier nueva partida de gasto vaya acompañada de un recorte equivalente. Y se ve en peligro legislación vital para financiar Defensa y otros departamentos y agencias gubernamentales, seguir enviando ayuda a Ucrania o mantener programas de prestaciones para los estadounidenses de más bajos ingresos.

El flamante ‘speaker’ también ha accedido a que se usen leyes de apropiación para reducir salarios de cargos o buscar destituirlos, algo que podrían tratar de emplear los republicanos para sus campañas contra secretarios que tienen en su diana como el de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, al que responsabilizan junto a Biden de la crisis migratoria.

Investigaciones y Trump

La era MCarthy también va a llegar marcada por el sello institucional a batallas que los republicanos llevan dos años librando en la oposición. Y, en su primer discurso, el 'speaker' recordó que van a poner en marcha múltiples investigaciones, desde sobre los orígenes de covid hasta sobre la retirada de Afganistán. No mencionó ni ha incluido en la propuesta de reglas otra investigación que se da por segura: la de Hunter Biden, el hijo del presidente.

El presidente de la Cámara también ha pactado crear dentro del comité Judicial un subcomité especial para estudiar el “uso como arma del Gobierno Federal” y, en concreto, del FBI y el Departamento de Justicia. Y ese panel llevará a Capitol Hill de nuevo las denuncias de supuesta persecución política de Donald Trump, cuya figura sigue sobrevolando todo en el Partido Republicano.

En la dramática noche de elección de McCarthy, que coincidió con el segundo aniversario del asalto al Capitolio, el expresidente llamó a varios de los congresistas que la estaban frenando (en días previos sus llamadas a votar por McCarthy no habían tenido efecto). Y el nuevo ‘speaker’, en sus primeras declaraciones a la prensa, quiso dar “especialmente las gracias” a Trump. “No creo que nadie deba dudar de su influencia”, dijo McCarthy.

El paquete de reglas de la Cámara presentado incluye una propuesta para dar más fondos a la resolución de disputas sobre resultados electorales.

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