Opinión

Constantino, el mejor cliente del Hotel Marivent

El día que Juan Carlos I, el Jefe de Estado español, se vio reducido a la capacidad de chófer de su familia política, los placeres del veraneo mallorquín

El Rey Constantino de Grecia.

El Rey Constantino de Grecia. / Europa Press

Matías Vallés

La desdichada experiencia previa en el trono del fallecido Constantino de Grecia sirvió de escarmiento para mantener a Juan Carlos I en el palacio de La Zarzuela, pero la condición de gorrón de su cuñado también alejó al primer Jefe de Estado de la democracia del palacio de Marivent. El Rey español se hartó de escuchar a su colega heleno proclamando a todas horas que los griegos le suplicarían que retomara las riendas de su país.

Puedo aportar un testimonio directo de la relación entre ambos monarcas. Antes del plasma, el periodismo fue un deporte de contacto. De ahí que me encontrara una tarde de agosto en la sala de autoridades del aeropuerto de Palma, sin necesidad de ejercer cargo alguno. De repente, irrumpe como un ciclón Juan Carlos de Borbón, acalorado pese a su atuendo veraniego.

Como si su presencia en la sala requiriera de una justificación, el Rey se apresura a explicarse atropellado:

-He venido a buscar a Constantino, que llega ahora de Londres.

Es decir, el Jefe de Estado español reducido a la capacidad de chófer de su familia política, los placeres del veraneo mallorquín. En el tono amistoso que el hoy Emérito imprimía a sus contactos cara a cara, se le advierte de que parece agobiado pese a la atmósfera estival. Pronuncia entonces una de sus frases lapidarias:

-Es que estoy todo el día arriba y abajo. Marivent parece un hotel.

Con Constantino muere por tanto el mejor cliente del Hotel Marivent, puntual cada verano a su cita familiar pagada con Mallorca. Cabe recordar que la condición palaciega del edificio citado no presupone un tamaño espectacular, por lo que la queja de Juan Carlos de Borbón sobre el agobio familiar distaba de ser una exageración.

El fastidio del Rey adquirió tintes dramáticos al mostrar aquella tarde las consecuencias del ajetreo sobre su impecable atuendo:

-Con las prisas, me acabo de manchar los pantalones.

Y señalaba la sombra tiznada en sus calzones escrupulosamente blancos. Antes de que las respectivas familias reales se multiplicaran, antes incluso de la llegada al trono español, Juan Carlos y Constantino compartieron su estampa seductora en el verano mallorquín. A bordo de un Mini, parecían Tony Curtis y Roger Moore en Los Persuasores.

El último monarca griego antes de la abolición de la corona también fue decisivo en los tres veraneos que Lady Di y el tristón Carlos de Inglaterra disfrutaron en el Hotel Marivent. La escena del beso entre el heleno y la princesa de Gales denotaba una contagiosa intimidad. Ni el príncipe Enrique podría imaginar en sus memorias las escenas que se desarrollaron en Palma, mientras su padre se iba a pintar acuarelas por las montañas y su madre se quedaba sola en el palacio mallorquín con Juan Carlos y Constantino.