Políticas ambientales

Lützerath como síntoma de la política climática del Gobierno alemán

El desalojo del pueblo, que será demolido para extraer carbón de la mina a cielo abierto de Garzweiler, se convierte en símbolo del cisma entre los activistas contra el calentamiento global y el partido de Los Verdes

Agentes alemanes desalojan a una activista climática en Lützerath.

Agentes alemanes desalojan a una activista climática en Lützerath. / EP

Andreu Jerez

Las imágenes del desalojo del pueblo de Lützerath han dado la vuelta al mundo. La policía comenzó el pasado miércoles a sacar a centenares de activistas climáticos que se habían atrincherado para evitar la demolición de la pequeña localidad, situada en el estado de Renania del Norte-Westfalia. El consorcio energético RWE, que compró los terrenos, planea demoler las casas y granjas de la zona para comenzar a extraer carbón. Lützerath se encuentra a orillas de la mina a cielo abierto de Garzweiler II.

Las autoridades aseguran que el desalojo está prácticamente completado. Sin embargo, un número indeterminado de activistas resisten encaramados a varios árboles con material de escalada y dos más se encuentran dentro de un túnel construido por los propios ocupantes de la población, cuyos habitantes originales abandonaron hace tiempo tras la compra del pueblo por RWE.

La policía reconoce las dificultades que está teniendo para desalojar el túnel. Temen que la operación llevada a cabo por fuerzas especiales pueda generar desprendimientos que pongan en peligro a las personas atrincheradas. Como explican los dos activistas en un vídeo colgado esta semana en Youtube, la táctica de construir túneles se remonta a una estrategia de resistencia pasiva del movimiento okupa de los 90. Esperan así demorar al máximo el desalojo total de Lützerath.

"Los trabajos de desalojo del túnel podrían prolongarse una semana", dice en conversación telefónica a EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica, Ronni Zepplin, activista climática y portavoz del movimiento 'Lützerath lebt' (Lützerath vive). Ronni asegura que los dos compañeros tienen agua y alimentos suficientes para aguantar ese tiempo bajo tierra. Y advierte que, pese a que desalojo efectivo de Lützerath sea cuestión de tiempo, los próximos días tendrán lugar más acciones de resistencia.

Las protestas se multiplican

Las imágenes del desalojo policial han generado protestas en otros puntos de Alemania. Activistas del movimiento Extinction Rebellion han irrumpido este viernes en la sede del consorcio RWE en la ciudad de Essen para pedir la paralización del desalojo. Tres de ellos se han encadenado a la puerta para bloquear la entrada al edificio. La policía los ha acabado desalojando. Según la policía berlinesa, 200 personas encapuchadas marcharon por el centro de la capital la noche del pasado jueves sin autorización previa y dejaron destrozos y pintadas de solidaridad con los activistas climáticos de Lützenrath en algunos comercios.

Lützerath se ha convertido en un símbolo del cisma abierto entre el movimiento climático alemán y el partido ecoliberal de Los Verdes, fundado en la década de los 80 por activistas antinucleares que en ese momento usaban tácticas similares a las que aplican hoy los ocupantes de la localidad de la región minera renana. "No nos encontramos ante una crisis energética, sino ante una crisis climática", asegura Ronni Zepplin, que hace referencia a un informe que apunta que la quema de carbón es innecesaria para mantener la seguridad energética de Alemania.

Los activistas climáticos acusan a Los Verdes –que forman parte tanto del ejecutivo regional de Renania del Norte-Westfalia como del Gobierno federal– de haber llegado a un acuerdo con RWE que permitirá quemar 280 millones de toneladas de carbón adicionales para generar energía. Ello pone en peligro el compromiso de Berlín de alcanzar la meta del Acuerdo de París de no superar los 1,5 grados de temperatura global en comparación con los niveles preindustriales.

El ministro de Economía y Protección Climática, el verde Robert Habeck, rechaza las acusaciones y responde que Lützerath es un "símbolo erróneo" de la lucha contra el calentamiento global. "Hemos salvado cinco localidades y granjas con alrededor de 450 habitantes", asegura Habeck en entrevista con el semanario 'Der Spiegel'. El vicencaciller federal argumenta que el acuerdo alcanzado entre los Gobiernos regional y federal y RWE permite reducir la quema total de carbón y adelantar el cierre de la mina de Garzweiler a 2030, ocho años antes de lo previsto.

División en las bases

Tras la decisión de prescindir del gas y el petróleo ruso, el Gobierno alemán se vio obligado a atrasar el abandono del carbón y el apagón definitivo de las tres centrales nucleares que aún siguen activas para garantizar la seguridad energética. Ambas decisiones son vistas como una clara traición a los compromisos del Gobierno tripartito de Berlín y también a los ideales originarios de Los Verdes alemanes.

Las imágenes de Lützerath son una prueba de fuego más para Los Verdes, cuyas bases están siendo sometidas a una enorme presión que amenaza con generar una división dentro del partido. Algunos diputados y las juventudes han levantado la voz contra el acuerdo con RWE, que consideran incompatible con la lucha contra la crisis climática.

Una encuesta publicada esta semana por el canal público ZDF apunta que el 59% de la población está en contra de una ampliación de los terrenos dedicados a la explotación de carbón. Un 60% considera, sin embargo, correcto seguir quemando carbón para garantizar el suministro energético. El coste electoral de toda esta situación es impredecible. La última proyección electoral del centro demoscópico YouGov da a Los Verdes una intención de voto del 17%, sólo un punto más que la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD).