Tierra Santa

Los cristianos palestinos de Jerusalén, en riesgo de desaparecer por las políticas de Israel

La celebración de la Pascua ortodoxa se ha visto empañada por la estrategia de larga data de las autoridades israelís para expulsar a los cristianos de Jerusalén

Cristianos etíopes en el iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén a la espera de recibir la llama sagrada durante la Pascua del año 2023.

Cristianos etíopes en el iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén a la espera de recibir la llama sagrada durante la Pascua del año 2023. / EFE / JOAN MAS AUTONELL

Andrea López-Tomàs

Cada primavera ocurre un milagro en Tierra Santa. El Espíritu Santo prende una vela en una pequeña habitación de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. Allí, la acción divina enciende un fuego sobre lo que se cree que fue la tumba de Jesús. El patriarca ortodoxo griego y su homólogo armenio comparten esta llama con cientos de velas y antorchas que iluminan la iglesia, llegan hasta otras capillas de Tierra Santa y de otros lares con presencia ortodoxa. Pero este año, las restricciones de las autoridades israelís han soplado con tal fuerza que han apagado la llama para la comunidad cristiana palestina en sus días más sagrados. La celebración de la Pascua ortodoxa se ha visto empañada por la estrategia de larga data de las autoridades israelís para expulsar a los cristianos de Jerusalén.

Israel ya lo anunció: este año no serían 10.000 los fieles en el Santo Sepulcro. La asistencia se limitó a 1.800 personas dentro y otras 1.200 fuera. Pero estas limitaciones no impidieron que durante el Sábado Santo miles de personas intentaran entrar a la más sagrada de las iglesias. Los soldados israelís respondieron con violencia ante los cristianos palestinos y aquellos venidos de otros lugares del mundo. A estos últimos, la agresividad les pilló por sorpresa pero, en cambio, los locales están acostumbrados a ella. De una forma u otra, Israel quiere limitar la presencia de los cristianos en la ciudad santa. A principios de siglo, los cristianos eran una cuarta parte de la población de Jerusalén. Ahora, apenas alcanzan el 2%.

La violencia ejercida por soldados israelís contra los fieles cristianos durante el Sábado Santo pone de manifiesto los esfuerzos de las autoridades hebreas para expulsar a la comunidad cristiana local

"Esta iglesia es nuestra"

A finales de marzo, dos israelíes ingresaron a la Iglesia de Getsemaní en el Jerusalén Este ocupado y atacaron físicamente a un obispo y dos sacerdotes durante un servicio religioso. “El Patriarcado [Ortodoxo de Jerusalén] enfatiza que los ataques terroristas, por parte de grupos israelíes radicales, contra iglesias, cementerios y propiedades cristianas, además de los abusos físicos y verbales contra el clero cristiano, se han convertido casi en un hecho cotidiano que evidentemente aumenta en intensidad durante las festividades cristianas”. afirmaban en un comunicado. Durante las últimas semanas, Israel ha revocado los permisos de más de 700 cristianos de Gaza para acudir a las celebraciones en Jerusalén. El mensaje está claro: los cristianos no tienen lugar en la ciudad donde murió el hijo de su Dios.

Muchos de los cristianos palestinos se han visto forzados a emigrar de su ciudad, donde se quejan de que son afectados de manera desproporcionada por las políticas israelís. Estas dificultan que los palestinos de Jerusalén se casen con los de Cisjordania ocupada y permanezcan con sus familias en su urbe natal. A estas dificultades se le suma la presencia creciente de asentamientos ilegales en el seno de la ciudad, habitadas por colonos judíos radicales. El Centro Intercultural de Jerusalén monitorea los ataques contra el clero cristiano, la propiedad, los peregrinos y los locales. 

"En los últimos tres meses, detectamos docenas de ataques y el objetivo ahora es usar los datos para mostrar a los legisladores que no se trata de actos individuales o aislados", ha dicho Daniel Hasson, director del centro, a la BBC. Entre las agresiones, se cuenta la profanación de tumbas por parte de dos adolescentes ultraortodoxos en el Monte Sión, donde los cristianos creen que tuvo lugar la Última Cena. Las cámaras de seguridad les captaron rompiendo cruces y lápidas. Después, una turba judía extremista arrojó sillas y dañó propiedades en escenas violentas en un restaurante de propiedad armenia en la Ciudad Vieja, bajo el grito de 'Muerte a los árabes, muerte a los cristianos'. Al mes siguiente, un turista estadounidense judío religioso destrozó una estatua de Cristo con un martillo en la Iglesia de la Flagelación en el Camino de la Cruz.

Odio y fanatismo

A lo largo de los años, sacerdotes y monjas han sido víctimas de escupitajos, insultos y empujones en la Ciudad Vieja. Pero los líderes de la iglesia afirman que estos ataques han ido en aumento recientemente. "Hay odio y fanatismo por la radicalización de una parte de la sociedad israelí", dice el obispo William Shomali del Patriarcado Latino a la BBC. La presencia de la extrema derecha en el poder legitima sus agresiones que normalmente quedan impunes. A finales de marzo, dos políticos israelís propusieron una legislación que castigara el proselitismo cristiano con penas de cárcel para prohibir las prácticas misioneras en Israel. 

Netanyahu negó que esta idea se fuera a convertir en ley después de que la comunidad cristiana en Estados Unidos se levantara en oposición. Pero estas personas que vienen hasta Tierra Santa para propagar el mensaje de Dios se quedan en silencio cuando son palestinos quienes sufren la violencia. Cada Pascua, la luz del milagro ilumina su opresión ante el mundo durante unos días, pero cuando los fieles abandonan Jerusalén, su sufrimiento continúa aunque ya pocos lo miren de frente. Mientras se radicalizan los discursos en las instituciones israelís, su causa se ahonda en la oscuridad.

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