Fuera de órbita

Oro, deforestación y grupos armados en la Amazonia de Venezuela

Explotación minera en la Amazonía

Explotación minera en la Amazonía / / AGENCIAS

Kim Amor

Barcelona

La fiebre del oro ha echado raíces en la Amazonia de Venezuela, uno de los pulmones del planeta. La explotación de minas ilegales de forma masiva se ha expandido como la espuma en las regiones selváticas con consecuencias destructivas, tanto ambientales como socioculturales. Arrasa bosques, contamina suelos y ríos, expulsa de sus tierras a comunidades indígenas y expande enfermedades hace poco erradicadas en el país. Un desastre humano y ecológico que amenaza con convertirse en un auténtico ecocidio, según denuncian organizaciones defensoras del medio ambiente.

La minería ilegal no es un fenómeno nuevo en la selva venezolana. Hasta no hace mucho se hacía de forma artesanal. Era un modo de vida más de algunas de las comunidades indígenas, como la agricultura o el comercio de productos tradicionales. Pero todo empezó a torcerse con la caída al vacío de la economía del país caribeño a partir de 2013, fruto de la nefasta gestión del Gobierno, el desplome de los precios del petróleo y las duras sanciones impuestas por Estados Unidos. Para hacer frente al desastre, el presidente Nicolás Maduro se lanzó a la conquista a gran escala de los ricos yacimientos mineros que esconden las entrañas de la selva. Había que diversificar la economía, en exceso dependiente del petróleo.

En 2016 puso en marcha el denominado plan estratégico "Arco Minero del Orinoco" (AMO). El megaproyecto afecta a los estados de Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro. Una franja de territorio de parajes idílicos y de gran biodiversidad, hábitat natural de más de 40 pueblos indígenas. Situada al sur del río Orinoco, cruza el país de este a oeste y abarca cerca de 112.000 kilómetros cuadrados --superficie ligeramente superior a la isla de Cuba-- ricos en oro, coltán, bauxita y diamantes, entre otros codiciados minerales.

Sin consultar a los indígenas

El AMO abarca el 12,2% del territorio nacional. Según dijo entonces Maduro, el Gobierno iba a sustituir el "caos de la minería ilegal contaminante" por "una nueva productiva y ecológica". El presidente cortó por lo sano, sin realizar estudios previos de impacto socio-ambiental ni consultar a las comunidades indígenas, como dicta la Constitución. Han pasado los años y la situación en la Amazonia no ha hecho más que empeorar.

El AMO es hoy es una región sin ley. Los yacimientos públicos, administrados por altos mandos del Ejército, conviven con infinidad de minas ilegales que controlan bandas de delincuentes, de narcotraficantes y las guerrillas colombianas del ELN y las fracciones disidentes de las FARC, que imponen un estricto orden social y que viven del contrabando de los minerales que salen del país vía terrestre, fluvial y en vuelos clandestinos. "Estos grupos armados irregulares mantienen alianzas tácitas con autoridades locales y sectores corruptos de las fuerzas de seguridad", dice Bram Ebus, experto en conflictos y medio ambiente para América Latina del 'think tank' International Crisis Group. "No es posible que durante todos estos años se practique este tipo de actividad extractiva ilegal sin la complicidad y un alto nivel de permisividad del Gobierno de Caracas", añade.

La puesta en marcha del AMO tuvo un efecto llamada inmediata y muchos venezolanos de diferentes puntos del país, golpeados por la crisis, se trasladaron al sur para salir de la situación de extrema pobreza. Los criollos (así se les llama en la zona) reconvertidos en mineros malviven en insalubres campamentos y trabajan codo con codo con muchos indígenas en un ambiente de extorsión y violencia. A lo largo de estos años han muerto por derrumbes de las minas o han sido asesinados decenas de ellos, así como líderes indígenas por defender su tierra y su gente. La prostitución forzada y el reclutamiento de menores para la actividad minera están a la orden del día, lo que provoca un alto absentismo escolar en la región.

Minas a cielo abierto

Los mineros trabajan bajo condiciones climáticas extremas en minas de excavación vertical y en las de cielo abierto, las más numerosas y perniciosas para el medio ambiente ya que hay que deforestar el terreno y realizar grandes cortes en la tierra. Apiñados en grandes cráteres donde se forman lagunas de agua estancada, están expuestos a enfermedades como la malaria, que hace estragos en la región. Solo en el estado de Bolívar, se detectaron cerca de 80.000 casos el año pasado.

Deforestación, erosión del suelo, pérdida de biodiversidad y de fuente híbridas, y contaminación del agua de los ríos por sedimentos mineros impregnados de mercurio, un metal muy tóxico que se usa para extraer el oro y que no solo afecta a la naturaleza sino también a la salud de los pobladores. Un desastre que incluye parques naturales que están fuera del AMO, como el de Canaima, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El precio del oro no ha dejado de subir desde la crisis financiera de 2008 y la previsión es que siga siendo un valor en alza. Mal dato para la Amazonia, pero bueno para muchos inversores que tienen muy presente la famosa frase que pronunció en 1912 el banquero John Pierpont Morgan: "Solo el oro es dinero, todo lo demás son deudas". Los pobladores de la mayor reserva natural de Venezuela hacen suya otra frase: "La sed por el oro, nos dejará sin agua".

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