Elecciones en EEUU

Elecciones EEUU 2024: ¿Por qué no siempre gana el que obtiene mayoría de votos?

Seguidores de Trump ocupan la explanada frente al Capitolio antes del asalto, el 6 de enero de 2021.

Seguidores de Trump ocupan la explanada frente al Capitolio antes del asalto, el 6 de enero de 2021. / MICHAEL REYNOLDS / EFE

Carles Planas Bou

Barcelona

En Estados Unidos no hace falta ganar el voto popular para ser presidente y Donald Trump lo sabe bien. En 2016, el magnate conservador obtuvo casi tres millones de votos menos que su rival, la demócrata Hillary Clinton, pero su derrota en las urnas no le impidió llegar a la Casa Blanca.

Se trata de un fenómeno altamente improbable. En el último siglo, tan solo Trump y George W. Bush en el año 2000 —cuando se impuso a Al Gore por 543.895 votos— han logrado materializarlo. Sin embargo, las elecciones presidenciales que se celebran el martes podrían abocar a la gran potencia mundial a una tercera vez.

¿Qué es el Colegio Electoral?

Ese peculiar escenario es posible porque en EEUU el presidente no es elegido directamente por los votantes, sino por el Colegio Electoral. Este organismo cuenta con los votos de 538 delegados, lo que significa que para obtener la presidencia los candidatos necesitan hacerse con 270 o más sufragios.

Los 538 votos del Colegio Electoral se reparten entre los 50 estados del país en base a su población declarada en el censo. Los más poblados tienen mayor peso. Por ejemplo, California otorga hasta 54 delegados, mientras que Vermont o Delaware tan solo tres. La carrera hacia la presidencia no es nacional, sino estado por estado.

El Colegio Electoral se forma cada cuatro años con 538 compromisarios, que pueden ser republicanos, demócratas o independientes. El próximo 17 de diciembre, todos ellos se reunirán para votar al próximo presidente y vicepresidente de EEUU. Lo harán basándose en los resultados estatales, lo que les convierte en un método de elección indirecta.

El ganador se lo lleva todo

El sistema electoral estadounidense no es proporcional. Así, y a diferencia de lo que ocurre en España, los delegados de un estado no se reparten entre los partidos según el porcentaje de voto que han concentrado, sino que su totalidad se entrega al vencedor. Eso es así en 48 estados y en el Distrito de Columbia, pero no en Maine y Nebraska, que usan un sistema mixto que sí tiene en cuenta el voto popular.

El sistema mayoritario, conocido como winner-takes-all ("el ganador se lo lleva todo", en inglés), hace que tan solo un voto de diferencia pueda ser crucial para decantar todos los delegados de un estado hacia un bando u otro. Así, si Trump recibe un voto más que Kamala Harris en Wisconsin, por ejemplo, los 10 delegados del estado son para los republicanos, mientras que los demócratas se quedan con las manos vacías. A ojos del colegio electoral, ganar el voto por un margen abrumador del 30% o por un único sufragio es lo mismo.

Los críticos denuncian que esa falta de proporcionalidad supone una clara distorsión de la representación ciudadana, pues neutraliza el efecto de millones de votantes que apoyan al partido perdedor. También lamentan que ese sistema termina trasladando gran parte del peso electoral a los llamados estados bisagra, aquellos que, como GeorgiaMíchigan o Pensilvania, pueden inclinarse tanto para los progresistas como para los conservadores.

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