CRISIS POLÍTICA

Scholz pierde la moción de confianza y Alemania enfila el camino hacia las elecciones anticipadas

El canciller luchará por una reelección contra pronóstico, frente al conservador Merz que le acusa de provocar 'vergüenza ajena'

Olaf Scholz

Olaf Scholz / Europa Press/Contacto/Bernd Elmenthaler

Gemma Casadevall

Gemma Casadevall

La campaña electoral entró de lleno en el Bundestag (Parlamento alemán) de la mano de la moción de confianza a que se sometió Olaf Scholz, con intención de perderla y precipitar así la convocatoria de elecciones anticipadas. El resultado de la votación fueron 207 votos a favor del canciller, 394 en contra y 116 abstenciones, atribuidas éstas a sus socios de gobierno, los Verdes.

Fue una votación casi de trámite, porque se sabía de antemano la 'derrota' de la moción. El siguiente trámite consistía en pedir formalmente al presidente Frank-Walter Steinmeier la convocatoria de las elecciones generales, que previsiblemente se celebrarán el 23 de febrero, la fecha pactada entre Scholz y la oposición conservadora de Friedrich Merz.

Fuera de esta sensación de procedimiento ordenado, nada en el hemiciclo fue tan armónico. Scholz, consciente de su gobierno quedó en minoría tras colapsar su coalición el pasado noviembre, habló más de cara al elector que a los diputados: "Mi objetivo es ir a elecciones anticipadas. Se trata de obtener la confianza del país, no de jugarse el futuro“, afirmó. Del rumbo político futuro dependerán „las inversiones futuras en Ucrania y en nuestro ejército“, así como la „seguridad nacional“, en un contexto global de conflictos y con una potencia nuclear, Rusia, „a dos horas de vuelo de Alemania“. Incidió así Scholz en su rechazo a entregar misiles de largo alcance Taurus a Kiev, por el peligro de que ello derive en una escalada, con Alemania como parte de esa guerra.

„Ustedes han llevado a Alemania a una situación que da vergüenza ajena“, le respondió Merz, en una virulenta intervención tanto contra el Partido Socialdemócrata (SPD) de Scholz como hacia su ahora único socio, los Verdes. Es decir, los responsables de una crisis sin precedentes, a juicio de Merz, cuyo 'rostro visible¡ es el ministro de Economía, el ecologista Robert Habeck.

Pero más que las frases que dedicó Merz al canciller, marcaron la sesión las acusaciones de ‚sabotaje‘ que Scholz dirigió a sus antiguos aliados, los liberales, causantes del hundimiento de la coalición, tres años después de su llegada al poder.

"Necesitamos más inversiones. Pero al parecer no todo el mundo en lo que fue la coalición lo veía así", reprochó Scholz a los liberales, quienes se aferran al freno de la deuda. En opinión tanto del canciller como de los verdes e, incluso, de la oposición conservadora, ese mecanismo de restricción del gasto público es enemigo de la recuperación de la Alemania en recesión.

Que Scholz no obtendría la confianza de la cámara se sabía de antemano. Pero sorprendió el ímpetu con que unos y otros han entrado en campaña. La líder de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel, clamó contra las „nuevas invasiones de refugiados“ que generará la caída del Bashar al Asad“, reclamó el cierre de las fronteras a peticionarios de asilo y las deportaciones de sirios a su país. Scholz se había avanzado a esta previsible reclamación ultra al explicar que el eje de su campaña será la palabra ‚respeto‘. Un término que, para el canciller, implica luchar por los derechos de las familias, de los trabajadores, de la mujer, de los ciudadanos con raíces extranjeras -uno de cada cuatro en Alemania- y de los migrantes "integrados en nuestra sociedad", de los que no se reclama ‚el retorno a su país de origen“, si no lo desean. 

Que las frases más duras de Scholz fueran hacia los liberales tiene su lógica. Scholz tiró la toalla respecto a su tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales a principios de noviembre. Comunicó entonces, en un tono inusualmente crispado, la destitución de su ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner. En los días siguientes se sucedieron las filtraciones en los medios, según las cuales este socio llevaba semanas saboteando la alianza de gobierno para finiquitarla.

Scholz se ha mantenido en este mes largo en un gobierno en minoría contando solo con los Verdes. Ha apelado a la derecha de Merz a respaldar proyectos pendientes antes del fin prematuro de la presente legislatura. Pero el bloque de Merz ha dado pocas señales en esa dirección.

Los sondeos sitúan al Partido Socialdemócrata (SPD) en un 17%, frente al 33% que se pronostica para la derecha de Merz. La segunda posición la ocupa, con un 18%, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), un partido aislado del resto de la derecha europea por su extremismo. Hoy por hoy, los sondeos apuntan como constelación más plausible para el siguiente gobierno a una gran coalición liderada por Merz y con los socialdemócratas como socios. Scholz ha afirmado que en ningún caso estará en un gobierno con Merz como canciller. Es decir, llegado el caso seguirá los pasos de Gerhard Schröder, quien tras su derrota en 2005 frente a Merkel se hizo a un lado para dejar las riendas de la gran coalición a su entonces delfín, Franz Müntefering.

Seis precedentes, materializados por cuatro cancilleres

Recurrir a una moción de confianza para precipitar el fin de una legislatura es la vía que contempla el artículo 68 de la Constitución alemana. El paso siguiente, la disolución de la Cámara baja, es competencia del presidente, lo mismo que la convocatoria de elecciones generales. Llevaba casi 20 años sin verse una moción de confianza en Alemania, ya que Merkel en sus 16 años en el poder nunca lo planteó.

Scholz ha seguido el ejemplo marcado en 2005 por su correligionario Schröder, tras varias dolorosas derrotas a escala regional. Le salió mal la jugada, ya que quedó apeado del poder por la entonces aspirante Merkel, a la que Schröder había considerado incapaz de vencerle. Fue la segunda moción de confianza de Schröder, tras la que planteó en 2001 para la participación del ejército alemán en la guerra de Afganistán.

Otros tres cancilleres pidieron el voto de confianza. El primero fue en 1972 el socialdemócrata Willy Brandt, cuando recurrió a esa vía para ir a elecciones anticipadas y salió reforzado por las urnas. Su correligionario Helmut Schmidt también pidió la confianza del Parlamento en 1982. La obtuvo, pero poco después sus socios liberales le abandonaron para aliarse con el conservador Helmut Kohl, quien le derribó con una moción de censura. Ya en el poder, Kohl pidió la confianza del Parlamento y obtuvo la ratificación de las urnas en unas elecciones anticipadas.

Tracking Pixel Contents