Cambio climático

Groenlandia y la DANA, una estrecha relación

La isla, reclamada ahora por Donald Trump, es una delicada maquinaria climática

Un glaciar parcialmente derretido en Groenlandia, en una imagen de archivo.

Un glaciar parcialmente derretido en Groenlandia, en una imagen de archivo. / EFE

Michel Catanzaro

Groenlandia es la isla más grande del mundo después de Australia y está cubierta por hielo que alcanza los tres quilómetros de espesor, una reserva inferior sólo a la de la Antártida. En las últimas dos décadas, la isla ha perdido 300 gigatoneladas de hielo. En las últimas cuatro, el conjunto del Ártico se ha calentado cuatro veces más que el promedio global.

“Hay un retroceso brutal de las lenguas de hielo en los bordes del gran casquete que cubre Groenlandia”, afirma Santiago Giralt, investigador de Geociències Barcelona (GEO3BCN – CSIC) que visita regularmente la isla. Hay enormes extensiones de roca desnuda: en la estación cálida, el hielo se retira tan rápidamente que los líquenes no llegan a cubrir la piedra, como era habitual.

“Groenlandia es enorme, cuatro veces la península Ibérica. Está a caballo entre Europa y América. Está cerca, a cuatro horas de avión de aquí. Siempre que ha pasado algo allí, hemos sido los primeros en recibir”, afirma Marc Oliva, geógrafo de la Universitat de Barcelona que acumula un total de 16 expediciones a los polos.

Groenlandia es una delicada maquinaria climática y estas son sus piezas.

1. Hielo terrestre y marino

Temperaturas más altas implican más deshielo. A la vez, implican más humedad en el aire, o sea más nieve, que es lo que repone el hielo. Pero los dos procesos no se compensan: en conjunto, se pierde más hielo del que se gana. “Hay más nieve en invierno, pero también se funde más rápidamente”, observa Oliva. Se estima que la licuefacción del hielo terrestre de Groenlandia haya contribuido con 14 milímetros el aumento global del nivel del mar, desde 1972.

El calentamiento también multiplica la formación de icebergs en los puntos donde el hielo llega a la costa. “Entre el hielo y la roca se forma una capa de agua que actúa de lubricante”, explica Giralt. En 2023, un enorme desprendimiento provocó un tsunami. Giralt relata que los pescadores locales se quejan de que tienen cada vez más riesgo de choque.

También sufre el hielo flotante, formado a partir del agua marina. “Tiene algunos metros de espesor y es muy variable a lo largo del año. Su superficie mínima es cada vez más pequeña”, constata María-Gema Llorens, glacióloga de GEO3BCN.

2. La amplificación ártica

La pérdida de hielo terrestre y marino expone al sol más tierra y más agua. Mientras el hielo refleja el calor, estas superficies oscuras lo absorben. “Cada vez hay menos cobertura, menos blanco, y más azul y negro. Eso absorbe calor y dificulta aún más que se forme nuevo hielo”, explica Giralt. Este proceso, llamado “amplificación ártica”, explica en parte por qué el Ártico está sufriendo un calentamiento superior al promedio. El fenómeno es menos visible en la Antártida, porque el océano glacial antártico la protegen.

3. El permafrost

A medida que el hielo se retira, queda al descubierto el permafrost, o sea un suelo congelado. “Si se calienta, el agua congelada que contiene se licua. Las bacterias empiezan a degradar la materia orgánica que contiene y emiten un montón de gases de efecto invernadero”, explica Giralt. 

El asunto preocupa a la comunidad científica. El permafrost está bajo tierra y es difícil de estudiar. “Se podrían liberar muchos gases”, advierte Oliva. De momento, el deshielo del permafrost ya está resultando en más erosión de la costa y más problema para las comunidades que viven en ella.

4. La corriente atlántica

Trastear con el clima de Groenlandia tiene implicaciones globales de calado. Cerca de sus costas fluye la corriente Atlántica (AMOC). Se trata de un gran movimiento de aguas que redistribuye la temperatura en el Océano Atlántico, mitigando el calor en el sur y el frío en el norte. La AMOC circula en la superficie, llevando calor del sur al norte. En las regiones polares, se enfría, se hunde y vuelve hacia el sur. El derretimiento de los hielos de Groenlandia puede interferir con esta cinta transportadora, al modificar la densidad y la salinidad del agua, dificultando que se hunda. Las consecuencias son inquietantes e imprevisibles. El año pasado se hubo momentos de pánico cuando un científico anunció que el colapso de la AMOC era inminente.

5. La corriente de chorro

Otro flujo que redistribuye el calor en la Tierra está en la atmósfera y se llama corriente de chorro. Esta separa el clima polar de los más cálidos. Si hay una gran diferencia de temperatura entre el Ártico y el trópico, la corriente queda constreñida. Si la diferencia de temperatura disminuye por el calentamiento, la corriente empieza a deformarse, con ondulaciones cada vez más pronunciadas. “Cuando la ondulación se rompe, bolsas de agua fría pueden bajar a nuestras latitudes. Cuando se encuentran con un Mediterráneo más cálido, generan las condiciones para DANAS cada vez más catastróficas”, explica Giralt. Lo mismo ocurre, con los términos intercambiados, con las olas de calor.

Los expertos consultados ven plausible que el deshielo del Ártico facilite la navegación comercial por esa ruta en alternativa al canal de Panamá, como sugiere el entorno de Trump. Por otra parte, ven difícil la explotación minera, ya que el hielo que cubre la isla tardará en derretirse. “Para sacar una muestra de hielo se tardan años. La minería no debe ser fácil, más allá de las partes ya descubiertas en la costa”, opina Llorens.

De momento, el cambio climático le está haciendo la vida imposible a los pescadores y cazadores locales. Pero el resto del mundo no está a salvo. “Groenlandia es una maquinaria compleja. No sabemos en qué puntos críticos podría cambiar completamente de estado”, observa Giralt. “Los planes de Trump tendrían sentido si no tuvieran consecuencias globales: a lo peor, cuando los barcos pasen por allí, no habrá mercado para vender los productos que transporten”, concluye.

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