Alto el fuego
El desarme de un Hizbulá más débil que nunca, el reto del nuevo gobierno del Líbano
Después de haber sido severamente diezmada a lo largo de los 14 meses de conflicto con Israel, la milicia libanesa, la única que no entregó las armas al fin de la guerra civil (1975-1990), está más cerca que nunca de hacerlo

El primer ministro libanés, Nawaf Salam, durante una visita con responsables militares a la frontera sur con Israel. / EFE

Después de elegir a un presidente y formar un gobierno tras casi tres años de bloqueo político, la clase política libanesa se enfrenta al mayor de sus retos: el desarme de Hizbulá. La milicia chií ha sido severamente diezmada a lo largo de los 14 meses de conflicto con Israel. La brutalidad de los bombardeos del pasado otoño arrasaron con gran parte de la cúpula política y militar del grupo, matando la misma semana a su líder durante los últimos 32 años, Hasán Nasrala, y a quién iba a ser su sucesor. Pero el partido político sigue movilizando a gran parte de la comunidad chií y es una fuerza política destacada que se resiste a renunciar a la hegemonía que le dan, en parte, sus armas.
"Hizbulá ha perdido la guerra, y el llamado acuerdo de alto el fuego impuesto al Líbano era en realidad un acuerdo de rendición, cosa que vemos todos los días", afirma Michael Young, editor sénior del Malcolm H. Kerr Carnegie Middle East Center en Beirut. Desde la entrada en vigor de la tregua a finales de noviembre, las fuerzas israelíes han seguido atacando el Líbano sin apenas un reproche del comité de monitoreo del alto el fuego, presidido por Estados Unidos. "En todos los sentidos, es una derrota para Hizbulá y, por supuesto, es también una derrota en términos de soberanía libanesa", dice a EL PERIÓDICO.
Resolución 1701
Pese a esta trágica realidad, no todos la ven igual. "Los diferentes campos políticos en el Líbano intentan explicar la guerra de la manera que mejor se adapta a su posición política: no es sorprendente que Hizbulá haya señalado logros que demuestran su victoria en su guerra contra Israel, y tampoco es sorprendente que sus oponentes señalen sus derrotas para demostrar que Hizbulá ha perdido la guerra", explica David Wood, analista senior para el International Crisis Group, a este diario. El acuerdo de alto el fuego que impera ahora mismo en el Líbano tiene su base en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Funeral masivo de combatientes de Hizbulá en Aitaroun, en el sur del Líbano, el pasado 28 de febrero. / WAEL HAMZEH / EFE
Este texto tiene casi 20 décadas de recorrido, ya que fue aprobado unánimente después de la guerra de 2006, el último conflicto abierto entre Hizbulá e Israel. Dicha resolución, aceptada por ambas partes, pedía la retirada del Líbano de Israel, el desarme de Hizbulá, y el despliegue en el sur del país de soldados libaneses y los cascos azules. Más de tres meses después de la última guerra, las fuerzas israelíes siguen presentes en cinco puntos estratégicos de la frontera entre ambos países, en una clara violación del alto el fuego. La milicia libanesa, la única que no entregó las armas al fin de la guerra civil (1975-1990), está más cerca que nunca de hacerlo.
Delicado equilibrio sectario
"Todo es posible", reconoce Wood. "Ciertamente era difícil siquiera imaginar tener una conversación sobre el desarme de Hizbulá incluso hace seis meses, esto demuestra lo significativos que han sido estos cambios a lo largo de la guerra", añade. La milicia está en una posición debilitada después de que Israel destruyera gran parte de su arsenal militar, matara a miles de combatientes e hiriera a muchos otros de gravedad. Por eso, muchos en el Líbano y, especialmente, sus detractores creen que ahora hay que aprovechar el impulso del momento para plantear esta alternativa. Pero cuentan con poco tiempo para lograrlo, porque en 14 meses el país volverá a celebrar elecciones.
Una fuente política cercana a Najib Mikati, el primer ministro saliente, que tenía una línea moderada hacia Hizbulá, afirmó que "ninguno de los partidos políticos aceptará el regreso de la capacidad militar del grupo [después de la guerra]". Sin embargo, el delicado equilibrio sectario que sustenta el frágil sistema político libanés exige cautela. "Si bien Hizbulá debería desarmarse eventualmente, debería hacerlo de forma gradual porque, de lo contrario, podría haber un gran riesgo de una respuesta violenta por su parte o una parálisis política estatal en la que Hizbulá y sus aliados encuentren formas de bloquear la actividad política", advierte Wood.
Rol del Ejército libanés
"Si el Gobierno no avanza rápidamente hacia su desarme, este impulso del momento podría escaparse, los equilibrios regionales pueden cambiar [la caída de Bashar el Asad, su gran aliado, en Siria ha afectado gravemente al grupo] y Hizbulá puede volverse más fuerte en la escena nacional", indica Wood. Una de las vías por las cuales la milicia podría entregar sus armas es a través del débil e infrafinanciado Ejército libanés. Las tropas nacionales son quienes supuestamente deben tomar posición en el sur del país, donde, hasta hace apenas unos meses, Hizbulá tenía su reinado. Pero, entre los soldados, se cuentan grandes números de miembros chiíes, la comunidad que Hizbulá representa. La posibilidad de un enfrentamiento directo con el grupo motivaría a muchos de ellos a desertar, allanando el camino a un conflicto civil.
Para Young, ese escenario queda lejos. "No veo muy probable que nos involucremos en una acción militar del Ejército contra Hizbulá", señala. "Intentaremos avanzar de forma consensuada hacia una solución; el Líbano no va a involucrarse en una guerra civil sólo porque la comunidad internacional, los estadounidenses o los israelíes quieran ver debilitado a Hizbulá", añade, entre llamamientos a la "paciencia". "La comunidad internacional debería evitar involucrarse o interferir en la manera en que el pueblo libanés debe afrontar el desarme de Hizbulá y su papel político", coincide Wood. "Estas son cuestiones que afectan la vida cotidiana de los libaneses; por lo tanto, sólo los libaneses deberían decidir el futuro del Líbano", concluye.
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