Guerra comercial

Trump escala la confrontación con Canadá en otra jornada caótica de guerra arancelaria

Vuelve a reclamar que se convierta en el "estado 51" y anuncia y luego retira un anunciado castigo de doblar gravámenes al acero y aluminio canadiense

EE.UU. se prepara para activar el miércoles aranceles al acero y el aluminio

EE.UU. se prepara para activar el miércoles aranceles al acero y el aluminio

Idoya Noain

Idoya Noain

Nueva York

La montaña rusa en que se ha convertido la política comercial y exterior de Donald Trump sigue creando momentos explosivos que están sacudiendo los mercados, disparando la incertidumbre y la volatilidad y elevando tensiones con tradicionales aliados. Este martes, las sacudidas y vaivenes se han centrado en la relación de Estados Unidos con Canadá, un histórico socio y vecino cuya independencia y soberanía sigue atacando el republicano.

Trump ha amanecido colgando un mensaje en Truth Social en el que ha anunciado que este miércoles, cuando en principio entran en vigor los aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio a EEUU, los de esos metales canadienses iban a alcanzar el 50%. 

Se trataba de una medida de castigo a la decisión de Ontario de gravar desde el lunes con el 25% sus exportaciones energéticas a tres estados de EEUU, elevando el precio de la electricidad que reciben Nueva York, Minnesota y Michigan. Esos eran aranceles que el premier de la provincia, Doug Ford, había autorizado en represalia a los que del 25% que Trump tiene en cartera tanto para Canadá como para México (desde el jueves pasado y tras una semana caótica en pausa hasta el 2 de abril) y a los “recíprocos” con que Trump, también a partir del 2 de abril, amenaza a todos sus socios comerciales. 

Aunque Ford había insistido en que los iba a mantener, este martes a mediodía ha dado marcha atrás después de que Howard Lutnick, secretario de comercio de Trump, extendiera lo que el premier ha definido como una “rama de olivo”. “La temperatura tiene que bajar”, ha dicho Ford, que ha anunciado en rueda de prensa que una delegación canadiense va a estar en Washington para negociar. Esa reunión se celebrará el jueves, según un comunicado conjunto de Lutnick y Ford, e incluirá conversaciones sobre un acuerdo comercial “renovado” entre EEUU, Canadá y México antes de la entrada en vigor de los aranceles recíprocos.

Después de ese anuncio de Ford, Trump ha dicho en una rueda de prensa improvisada a las puertas en la Casa Blanca, junto a Elon Musk y varios Tesla, que está repensándose el castigo a Canadá. “Lo estoy estudiando, pero probablemente”, ha dicho cuando le han preguntado si no aplicará la amenaza de doblar al 50% los aranceles al acero y aluminio canadienses. Poco después un portavoz de la Casa Blanca y un asesor de Trump han confirmado que Canadá solo tendrá, como el resto del países, aranceles del 25% para esos dos productos.

Ansias imperialistas

La tensa jornada no se ha limitado a la guerra comercial entre los dos países vecinos, en la que Trump había amenazado ademas a los vehículos canadienses y había exigido a Ottawa que ponga fin a gravámenes a sus productos lácteos (que acordaron en el tratado de libre comercio entre las dos naciones y México que se firmó en su primer mandato). Y una parte fundamental del mensaje de Trump este martes, incluso cuando ha puesto en duda aplicar los aranceles extra a Canadá, ha sido atacar de nuevo la independencia del país vecino y aliado en la OTAN.

“Lo único que tiene sentido es que se conviertan en nuestro celebrado estado 51”, ha escrito Trump, que como ya hizo en una llamada en febrero con el primer ministro saliente, Justin Trudeau, ha cuestionado la validez del tratado fronterizo que firmaron las dos naciones en 1908. “La línea artificial de separación que se marcó hace años finalmente desaparecerá” ha asegurado.

Aunque las ambiciones de Trump sobre la anexión de Canadá inicialmente se recibieron como la menos serias en un ansia imperialista que ha vuelto su foco también a Groenlandia y al canal de Panamá, su insistencia en el mensaje hace que nadie lo desprecie como mera palabrería, especialmente en Canadá. 

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