Casi al mismo tiempo en que las fuerzas militares de Estados Unidos desencadenaban el último asalto de la invasión de Irak en la ciudad natal de Sadam Husein, Tikrit, el presidente norteamericano, George Bush, lanzó ayer una acusación que causó escalofríos en la comunidad diplomática internacional. "Por ejemplo, nosotros creemos que hay armas químicas en Siria", declaró el inquilino de la Casa Blanca, justo después de volver a advertir a Damasco contra la posibilidad de dar asilo a dirigentes del derrocado régimen iraquí.

Bush dijo a continuación que "cada situación requiere una respuesta distinta... Una cosa después de la otra". Pero sus palabras recordaban ominosamente que la justificación de Washington para derrocar a Sadam ha sido la supuesta existencia de armas de destrucción masiva en Irak, algo de lo que aún no se ha encontrado prueba alguna, pese a la ocupación militar de casi todo el país. En cuanto a Siria, hace casi un año que el subsecretario de Estado John Bolton acusó a Damasco de haber acumulado gas sarin y de estar investigando la producción de la potente sustancia neurotóxica VX.

BUSCADOS "VIVOS O MUERTOS"

La reiteración de esa imputación contra Siria resulta especialmente grave en estos momentos porque, tras la desaparición de Sadam y de todo su círculo de lugartenientes, la Casa Blanca ha acusado a Damasco de ayudar --primero-- al régimen iraquí y de dar refugio --después-- a los dirigentes que huyeron de Bagdad.

El Pentágono ha difundido una lista de 55 altos cargos iraquís en busca y captura "vivos o muertos", de los que sólo ha detenido al asesor científico de Sadam, quien se entregó en Bagdad el sábado. Las tropas estadounidenses siguen rastreando frenéticamente cualquier pista sobre el dictador y sus dos hijos.

Según el general Tommy Franks --comandante en jefe de las fuerzas invasoras--, el Pentágono tiene en su poder el ADN (código genético) del líder iraquí, lo que permitirá identificar sus restos si es verdad que el dictador pereció durante el bombardeo selectivo realizado hace una semana contra el lugar en el que se sospechaba que estaba cenando.

El edificio fue demolido totalmente por cuatro enormes bombas antibúnker GBU-31 y habrá que registrar minuciosamente los escombros para encontrar restos de las víctimas que perecieron en su interior.

Que Sadam Husein está muerto parece cada día más probable y la ausencia de una verdadera resistencia militar en su patria chica Tikrit (unos 170 kilómetros al norte de Bagdad) parece demostrar que el dictador no se ha refugiado allí con su núcleo de fieles y sus tropas de élite.

En un principio, Franks llegó a decir que los soldados norteamericanos habían entrado en ese baluarte de Sadam sin hallar oposición, pero horas después se comprobó que las fuerzas de Estados Unidos libraban duros combates contra unos 2.500 guardias republicanos que defendían la ciudad.

NEGOCIACIONES DE RENDICIÓN

Al caer la noche, la batalla final de Tikrit era encarnizada, entre marines apoyados por helicópteros Cobra y cazabombarderos F/A-18, y fedayines de Sadam equipados con tanques y artillería. Sin embargo, los jefes de las tribus locales aseguraron a los periodistas que lograron llegar hasta el lugar que negociaban con los norteamericanos la rendición de la ciudad, ya que los resistentes formaban un reducido grupo de fanáticos que serían obligados a deponer las armas.

Entre los que entraron en Tikrit destacó un equipo de la cadena de televisión norteamericana CNN, que pudo filmar las afueras de la ciudad sitiada en las que decenas de tanques y blindados permanecían abandonados --listos para el combate y con toda su munición-- en las posiciones defensivas del extrarradio.

PERIODISMO A TIROS

No obstante, esa exclusiva periodística quedó empañada por un incidente en el que un guardaespaldas armado contratado por la CNN respondió a tiros cuando el equipo sufrió un ataque armado. No hubo víctimas, pero Reporteros sin Fronteras avisó de que esa acción era un "peligroso precedente" que "inaugura una práctica contraria a todas las normas profesionales" y, por tanto, "corre el riesgo de poner en peligro a todos los otros reporteros que cubren este conflicto, así como a otros en el futuro".

Ciertamente, jamás un equipo de periodistas había contratado pistoleros como protección para hacer su trabajo, y el tiroteo de Tikrit puede marcar un antes y un después de la cobertura periodística en situaciones de guerra. Igual que los medios de comunicación norteamericanos han batido en esta contienda récords de ocultación de las víctimas civiles causadas por los bombardeos de EEUU, mientras multiplicaban las imágenes de soldados invasores curando o ayudando a los heridos que ellos mismos habían causado.

Ciertamente, la primera víctima de la guerra es la verdad.