Uno de los triunfos más sorprendentes del Castellón en la máxima categoría data de la temporada 46-47, cuando se impuso en el viejo Castalia al Barcelona (4-1) contra todo pronóstico, habida cuenta que el equipo albinegro fue el farolillo rojo durante todo el campeonato y el conjunto azulgrana ocupaba el primer puesto a falta de cuatro jornadas para concluir el torneo.

Decía el entonces presidente Ángel Alloza, que antes del partido le llamó un directivo del Bar§a para decir que iba a comer con él y que le traía un regalo si su equipo ganaba al Castellón. Se celebró la comida, pero los jugadores locales no sabían nada del tema. Basilio, que no había tenido suerte en su periplo culé, se vengó de Samitier, amargándole un partido que a priori no admitía otros favoritos que los catalanes.

A los 20 minutos marcó el Castellón su primer tanto. En pleno dominio local, Laborda recogió un despeje de la zaga azulgrana, cruzó a Asensio y éste a Pastor, que centró a Basilio, quien cabeceó a la red. A los 40, genialidad de Basilio: dio una vuelta con el balón en los pies bordeando el área de Velasco, cedió a Soria, que pasó a Balaguer, cuyo impecable remate batió irremisiblemente al guardameta barcelonista.

Más tarde, a los 13 minutos de la segunda parte, marcó César el único gol visitante, en un remate raso. Entonces, a partir de ese momento, se desmelenaron los catalanes, cuyos nervios iban desatándose a medida que avanzaba el tiempo.

Pero corría el minuto 33 cuando una falta lanzada por Laborda era rematada de cabeza por Balaguer al fondo de las mallas, aumentando así la ventaja para su equipo. Y ya en el último minuto, Pastor remachó la victoria del Castellón.