Otra vez Estados Unidos. Tras bloquear las fronteras hace dos campañas, ahora amenaza con convertirse en competencia directa y preocupante para la citricultura valenciana.

Al productor castellonense sólo le quedan dos opciones: lamentarse por un hecho que no puede controlar o afrontar sus verdaderos problemas.

Las crisis del sector no se encuentra en América, sino en la escasa de capacidad para evolucionar y adaptarse a unos tiempos de sangrienta competencia, donde ya no se puede cultivar como el siglo pasado. Esa es, y no otra, la asignatura pendiente del agricultor castellonense.

Periodista