La costa castellonense se ha convertido en una de las principales puertas de entrada en la península, y las carreteras de la provincia en vías de transporte, del hachís procedente del norte de África. Así lo evidencia la última incautación de esta droga de ayer y el hecho de que 7.806 kilogramos de hachís fueran aprehendidos por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en la provincia durante el 2003, según los datos facilitados por la Fiscalía de Castellón.

La mayoría de estos miles de kilos fueron decomisados tras ser desembarcados clandestinamente en la costa castellonense desde lanchas procedentes del norte de África. O las incautaciones se produjeron cuando ya habían sido cargados en el interior de vehículos para dirigirse la ruta de su distribución, pues su destino suele ser los países del centro de Europa.

La explicación del aumento de alijos en enclaves de la provincia se debe al incremento de vigilancia en la zona del estrecho. La saturación de patrulleras en ese punto y la costa del Sol para estrechar el cerco contra la inmigración ilegal y contra las redes dedicadas al desembarco clandestino de hachís ha propiciado, en lo últimos años, el cambio de puntos elegidos para el alijo de esta droga.

Y Castellón, donde sólo en apenas 15 días el pasado año se decomisaron más de 3.500 kilos de esta droga, se ha convertido en una de las puertas de entrada del chocolate en la península, hasta el punto de que los miembros de algunas de estas bandas dedicadas a recoger los fardos del hachís han podido establecer toda una infraestructura en la provincia.

En este sentido, los expertos en la materia no descartan que algunas de estos grupos se hayan ido instalando en Castellón. Tras cargar los kilos de hachís en coches, los trasladan a locales, donde los guardan unos días para asegurarse de que no les siguen.

Después, un receptor se lleva la mitad de la carga a su destino y al cabo de unos días regresa, paga a estos integrantes de la banda y se lleva el resto.