Las cifras hablan por sí solas. Unos 700 camiones con mercancías peligrosas circulan diariamente por la red provincial de carreteras, según fuentes sindicales consultadas. Y sólo en lo que hace referencia a la carretera A-23 (nueva denominación de la N-234), a su paso por la entrada de Barracas --término donde ocurrió el accidente y la explosión del camión que transportaba el nitrato amónico--, registra diariamente el paso de 7.291 vehículos, de los cuales el 41 por ciento son pesados, datos facilitados por Tráfico. Dentro de ellos figuran aquellos que transportan mercancía peligrosa o que puede llegar a serlo, como la carga de nitrato amónico del camión accidentado en Barracas, localidad que poco a poco vuelve a la normalidad tras la tragedia.

Operarios de la Dirección General de Carreteras trabajaron ayer en la reposición del tramo deteriorado con la explosión. Las obras representaron nuevas dificultades en el tráfico de vehículos, pues se fue dando paso alternativo, lo que causó retenciones.

También se recogieron miles de fragmentos en que se desintegró el camión, alguno de ellos, a más de un kilómetro del lugar de la explosión, cuyos efectos podrían haber sido más devastadores. Es esta una creencia generalizada entre los que han visto los efectos de la explosión, incluso el propio conductor del camión que transportaba el nitrato manifestó que conocía la carga que llevaba, pero no el alcance de su peligrosidad ni que tuviera esos efectos al explotar.

Varios técnicos consultados señalaron que si en lugar de explotar el camión en la parte inferior del talud, lo hubiera hecho sobre la carretera, ahora se podría hablar de decenas de muertos, pero la carretera sirvió de protección para las numerosas personas que contemplaban como espectadores el accidente.