Como en toda realidad humana, las estructuras y subestructuras del electorado están articuladas en un sistema de relaciones más o menos estables, con leyes internas de relación.

Es importante utilizar modelos teórico-prácticos sociológicos para explicar la realidad del electorado en términos lógicos y matemáticos que la hagan inteligible. Existen muy diversos puntos de vista desde los que analizar el electorado como las segmentaciones demográficas por edades y sexo, los comportamientos de los diferentes grupos sociales desde aspectos económicos y culturales, o la correspondencia política entre regiones e ideologías.

En el cuadro se muestra la estructura que el electorado posee en los últimos años en dos coordenadas fundamentales y propias de la política española: izquierda y derecha, por un lado, y, por otro, el grado de militancia nacionalista. Si conocemos un pasado muy diferente al que muestra el cuadro actual y suponemos un cambio en el futuro próximo o lejano, debemos considerar las estructuras del electorado, desde estas perspectivas, de una naturaleza estructural más o menos dinámica.

GAMA DE COLORES

Los colores de la luz blanca dispersada van desde el rojo al violeta. Entre ambos extremos quedan el anaranjado y el verde hacia la izquierda y el azul y el añil hacia la derecha del espectro. Si aplicáramos este espectro de los colores a nuestro cuadro podríamos ver la gama de colores completa en la coordenada horizontal, pero hemos dividido el cuadro en sólo tres franjas: izquierda y derecha y, en el medio, el centro.

El electorado español se sitúa así por planteamientos demoscópicos, por definición de los partidos políticos, y por autodefinición del electorado y comportamientos frente a las urnas. El 38,1 por ciento ha sido en los últimos años de izquierda, un 27,2 por ciento de derecha y un 34,7 de centro. El electorado tiene otra característica que muestra la coordenada vertical del cuadro, un país de diferentes nacionalidades. La sociedad española se divide también en este aspecto en tres segmentos: arriba los que se sienten sólo nacionalistas, abajo los que se sienten sólo españolistas y al medio los ciudadanos que se sienten a la vez una y otra cosa.

En esta coordenada estructural sólo un 12,6 por ciento se consideran únicamente nacionalistas, un 34,9 se dicen sólo españolistas y un 52,5 compatibilizan la visión de España como una unidad de nacionalidades diversas. La verdad es que sólo un 12,6 de los ciudadanos provoca las diferencias nacionalistas que dan como resultado el que en el Congreso de los Diputados consigan habitualmente unas decenas de escaños para diputados nacionalistas (42 en la última legislatura).

En la historia de la democracia moderna española el electorado dio el poder a un partido de centro en las elecciones de 1977 y 1979; a un partido de izquierda en 1982, 1986, 1989 y 1993; y a un partido de derecha en 1996 y 2000. El doble comportamiento del electorado de centro hizo, primeramente, del Partido Socialista un partido de centroizquierda y, posteriormente, un partido de centroderecha del PP. Como resultado final, la realidad política española manifiesta una característica especial, la división del electorado del centro, principalmente, entre PP y PSOE.

El electorado de izquierdas es mayor que el de derechas. Pero un 6,1 por ciento, aproximadamente, vota a Izquierda Unida y un 7 por ciento a partidos nacionalistas. Por lo tanto, sólo un 25 por ciento de electores --del 38,1 que se considera de izquierda-- vota al Partido Socialista.

El electorado de derechas es menor, un 27,2 por ciento, pero, al haber un solo partido nacional de derechas, el Partido Popular, una vez deducido el 2,7 por ciento que vota a partidos nacionalistas obtiene, con gran fidelidad de estos electores, un 24,5 por ciento de los votos.