Cuando se acercan las elecciones, los políticos de turno tienen el verbo fácil y la mente predispuesta a prometer todo aquello que el ciudadano de a pie espera oír de sus representantes. El problema viene después, cuando una vez en el poder se olvidan, sin el más mínimo sonrojo, de las bondades anunciadas.

El poder administrativo, venga desde Valencia o desde Madrid, está haciendo oídos sordos a las reivindicaciones de los castellonenses. Una cosa es prometer más policías, mejores ambulatorios, nuevos centros culturales, excelentes carreteras, colegios públicos en condiciones...,y otra muy diferente, cumplirlo. Periodista