CAMBIO DEL TURISTA. El turismo ha cambiado y los empresarios aseguran que antes era normal tener clientes que pasaban entre 20 y 30 días de vacaciones en el mismo lugar. "Ahora, son una especie en extinción y sólo se van de vacaciones siete o diez días, aunque puede que en el mismo año vengan dos o tres veces, porque se parten las vacaciones", explican.

RESERVAS TARDÍAS. Las reservas han pasado a llegar a última hora, algo que crea inestabilidad en el sector.

MADUREZ. Algunos analistas ven en los destinos mediterráneos españoles "síntomas de agotamiento y madurez" en su modelo turístico de sol y playa masivo.

SIN INFRAESTRUCTURAS. El periodo estival propicia que el territorio esté excesivamente tensionado dejando patentes déficits en infraestructuras y servicios.

POCO GASTO. La falta de oferta complementaria hace que la costa de Castellón acoja a un turista menos exigente y con un nivel de gasto bajo y con escasos efectos multiplicadores.

OTROS DESTINOS. Turquía, Túnez o Croacia han aparecido como duros competidores.