He trabajado muchos años en hospitales de locos en Rumanía y eso me ha dado mucho para atender ahora a todas las personas. En realidad, valgo mucho". Así de contundente se vendía María, una enfermera rumana de 52 años, separada hace 20, con dos hijos independizados y viviendo todos en Castellón, ella, desde hace tres años.

Su experiencia en la última casa interna que ha estado, una mujer de 83 años que falleció el pasado domingo, es interesante. "Hay que saber cómo piensa el anciano, qué es lo que quiere cada uno y, así, vivir ellos un poco mejor", explica María que es la clave para conectar con la persona a la que cuida.

Así lo puso en práctica con esta mujer, que vivía con su hijo y que, debido a su trabajo, requería de ayuda. "He tenido suerte, no se encuentra una casa así. Me encontraba como en mi casa. A mí podían venir a verme cuando fuera. Mi hija venía y aprovechaba para bajar a comprar y no la dejaba sola". Le pagaban 600 euros al mes y tenía libre el sábado por la tarde y el domingo, tiempo que cuidaba a la anciana otra persona. Los primeros tres meses fueron duros. "La mujer tenía miedo de morir, no quería tomar la medicación, estaba nerviosa y no dormía. Conseguí que confiara en mí y hasta ella me pedía la medicina", contaba María.

"Estaba siempre pendiente de ella; le cuidaba, le hacía la comida, le arreglaba y le atendía en su higiene personal, le ayudaba a colocarla en la silla de ruedas y luego a la cama", explicaba María, de apellido bastante difícil de pronunciar.

"JUSTITO PARA VIVIR" Julia es una rumana de 27 años que desde hace cuatro meses vive en Castellón. También se gana la vida cuidando a mayores, por horas. De los 8 euros a la hora que dice que cobra, lo reduce a 4 cuando son varias. Es el caso del anciano al que acompaña cuatro horas diarias. Si la persona a la que atienda requiere de cuidados más especializados, su precio es más elevado. "Yo soy asistenta médica en mi país y he trabajado tres años allí y luego en Francia. Ésto me ha dado mucha experiencia para tratar a los ancianos", explica.

Respecto al contenido de su trabajo, Julia explica su experiencia: "Hablas con él, le escuchas con tranquilidad, le haces compañía". "También le hago la comida y otras veces le acompaño a pasear un rato". Esta persona mayor, explica, vive con más personas en casa, pero trabajan. "Cuando no hay nadie en casa, entonces voy y estoy con él. Me ocupo también de la cocina, pero no de la limpieza".

Trabaja seis horas diarias en una cosa y por ello acordó un total de 300 euros al mes. "te da para vivir, pero muy justito".