Ciudadanos de 90 países del mundo pudieron ver en directo, a través de la televisión, los funerales de Juan Pablo II. En sus casas o reunidos en lugares públicos, millones de católicos de todo el planeta no perdieron detalle de la ceremonia en el Vaticano. En Polonia, cuna del Pontífice, todas las escuelas, comercios, empresas y establecimientos públicos cerraron sus puertas en señal de duelo. El papa más mediático tuvo un final a su medida.

EUROPA. Cerca de un millón de polacos se dieron cita en la explanada de Blonie, en Cracovia, para seguir la retransmisión de los funerales a través de pantallas gigantes. En París, unas 7.000 personas hicieron lo propio en el exterior de la catedral de N“tre Dame. Cientos de fieles se acercaron hasta la catedral de la Inmaculada Concepción de Moscú, quejándose por la decisión de la televisión pública rusa de no retransmitir la ceremonia.

ASIA. En el país asiático con mayor población católica, Filipinas, cerca de 10.000 personas acudieron al parque Luneta de la capital, Manila, para celebrar una misa a la misma hora del funeral. Mientras, en Tokio, el príncipe heredero Naruhito participó junto con unas 1.500 personas en una misa por el Pontífice celebrada en la catedral de Santa María. En Calcuta, miles de católicos siguieron los funerales en una pantalla gigante instalada por las Misioneras de la Caridad.

ÁFRICA. "Todas las iglesias del país celebraron esta mañana una misa de réquiem", declaró ayer el arzobispo de Kigali (Ruanda). Los oficios religiosos para recordar a Juan Pablo II fueron la constante en países como Kenia, Senegal, y Uganda, entre otros. En el suburbio de Soweto, en Johanesburgo, centenares de niños rindieron homenaje al Pontífice que condenó al régimen racista.

MUNDO ÁRABE. Sin el despliegue de cadenas occidentales como CNN o la BBC, Al Jazira y Al Arabiya también llevaron a cabo conexiones en directo con la plaza de San Pedro. Las televisiones públicas israelís y palestinas, por su parte, sí que retransmitieron la ceremonia religiosa íntegra. Mientras, en Rabat, el rey Mohamed VI y algunos de sus colaboradores asistieron a una misa.