Las autoridades de nuestras poblaciones se enfrentan a una bomba de relojería presentada en forma de automóviles. No saben dónde meterlos. El número de vehículos que circulan supera cualquier planificación urbanística pasada.

La sociedad actual depende en exceso de las cuatros ruedas. La mayoría de los hogares cuentan con dos o más coches, pero, por contra, no existe un equilibrio en cuanto a plazas de aparcamiento. Tampoco podemos presumir de grandes avenidas con tráfico fluido.

El problema no es fácil de resolver, pero siempre podremos colaborar utilizando más el coche de San Fernando...

Periodista.