Sea niño o niña, el primogénito del príncipe Felipe será, tarde o temprano, el segundo miembro de la Familia Real en la línea sucesoria de la Corona, después de su padre. Si es varón lo será en cuanto nazca, pues el artículo 57 de la Constitución establece que la sucesión "seguirá el orden regular de la primogenitura y representación" con las siguientes preferencias: "La línea anterior a las posteriores"; "el grado más próximo al más remoto"; "en el mismo grado, el varón a la mujer"; y "en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos".

Si fuera niña, el precepto constitucional que fija la preeminencia del varón la apartaría como futura heredera de la Corona, aunque, previsiblemente, ese apartamiento sería sólo temporal. El Gobierno proyecta para esta legislatura una reforma de la Carta Magna para, entre otras cuestiones, establecer la paridad entre hombre y mujer en la línea sucesoria. Al requerir el consenso de tres quintos de las Cortes --lo que exige un acuerdo PSOE-PP--, el cambio constitucional se antoja complejo en esta legislatura, pero inaplazable en las venideras.