El botellón o consumo de alcohol en la vía pública se ha convertido en un fenómeno habitual los fines de semana que los jóvenes defienden porque lo pasan bien con los amigos y por razones económicas. Sus seguidores tienen preferencia por zonas del extrarradio y plazas cerradas.

El desarrollo urbanístico de Castellón ha propiciado la aparición de espacios públicos acondicionados por los que los jóvenes han mostrado su predilección para el desarrollo del botellón.

Los defensores de esta práctica alegan que "los precios abusivos" de las copas en los locales de ocio es uno de los motivos que les induce al botellón. "Un cubata cuesta cinco euros, que es lo que cuesta una botella", explica Carlos Jiménez. En el mismo sentido se expresaba Jenny Marbet, recordando que el botellón "es más barato", explicando que en una discoteca puedes gastar 50 euros en alcohol "y aún vas serena".

PAU GUMBAU En este sentido, los vecinos de Rafalafena citan los descampados del PAU Gumbau --en la parte más próxima a Carrefour-- como una de las zonas donde se practica el botellón. También solares del PAU Censal y Lledó se han convertido en puntos donde se realiza esta actividad, aunque sin olvidar otros puntos como las inmediaciones del Conservatorio o la plaza Escuelas Pías. "Pero tampoco es como sale en la televisión". También en Vila-real, en las zonas de las naves industriales, próximas a los lugares de ocio, se hace botellón.

EN COCHES De hecho, la mayoría de estas prácticas son "itinerantes", por lo que "no hay un sitio fijo", ya que no se trata de macrofiestas, sino de "amigos con uno ó dos coches que se reúnen y los sitios son variables", apunta el edil de Policía de Vila-real, Alejandro Amposta, que apunta que es un fenómeno controlado y asumible. Según Álvaro Safont, el problema social que genera el botellón es más por las molestias que ocasiona a los vecinos que por el hecho que los jóvenes se emborrachen. "La gente se queja por el ruido y por la basura que se deja", apuntaba Selene Ramírez.

Un joven sancionado por consumo de alcohol en la vía pública explicaba: "Estábamos en una placeta cerca de la calle Lagasca y los vecinos se quejaron. Así que nos pusieron cuatro multas de treinta euros". "No estábamos montando jaleo, pero la Policía tenía que dar cuentas a los vecinos", explicaba.

Pero hay jóvenes que explican que la Policía no siempre sanciona, sino que a veces es comprensiva y si ve a gente con botellas en los coches no les dice nada. "A mí me multó la Policía Autonómica, pero fue de buen rollo y entendieron perfectamente nuestros argumentos. Hace dos meses que me multaron y aún no me ha llegado la multa", apunta un estudiante.